Buen martes a todos,
Duele a horrores volver de vacaciones. Me intento convencer de que es un mal necesario, al menos hasta que encuentre la manera de vivir sin trabajar. Pero, si soy sincero conmigo mismo, esto suele durar solo un día, a partir del segundo día el volumen de trabajo es suficiente como para tenerme ocupado y no permitirme pensar en lo maravilloso que sería un mundo en el que los ingresos estuvieran garantizados sin tener que trabajar.
Otra manera de distraerme suele ser leer, o incluso escribir esta newsletter. Así que, entre queja superflua y lamento irrelevante, me he topado con este vídeo de la serie Map Men (de Jay Foreman y Mark Cooper-Jones), que me ha inspirado para escribir sobre el tema de hoy.
Al principio, los mapas miraban hacia cualquier punto
En el vídeo en cuestión se menciona que las primeras civilizaciones tenían predilección por el Este, pero la realidad es que cada civilización ponía en la parte superior aquello por lo que tenía predilección. Si nos remontamos a uno de los primeros mapas del mundo, el mapa babilonio, nos encontramos con que está orientado con el Noreste en la parte superior. Esto se suele explicar por la importancia que tenían los vientos para los babilonios, hasta el punto de que todo su sistema de direcciones se basaba en los vientos predominantes, con el viento de Noreste el que era soplado por la diosa Ishtar, y por ello el más importante.
En Egipto, por otra parte, todo apunta a que la mayoría de los mapas representados en papiros tenían el Sur en la parte superior. La explicación que se ha dado a este hecho era la importancia que tenía el río Nilo en la civilización egipcia. Todas las grandes ciudades y la riqueza de los múltiples imperios que ocuparon la región durante más de tres milenios llegaba gracias al Nilo, por lo que se consideraba la fuente de este río la dirección más relevante y la que permitía al agua fluir hacia abajo. Abajo lo podéis apreciar en el Papiro de las minas (o bueno, más bien me tendréis que creer, ya que no es fácil interpretarlo simplemente mirando el papel y sin tener el contexto).
En China, por su parte, nos encontramos con multitud de mapas sin una tendencia marcada a la hora de orientarlos. Por ejemplo, el mapa topográfico de Mawangdui, hallado en una tumba en 1973, fue datado en torno al 170 a. C. y representa el reino de Changsha, gobernado por la dinastía Han, y el estado independiente de Nanyue. El mapa está orientado con el Sur en la parte superior, sin que haya un consenso de la razón por la que se tomó esta determinación.
La Edad Media y los mapas que apuntan al Este
El medievo fue un periodo muy interesante en Europa. Sin caer en la falacia de tildar al periodo de oscuro y retroceso, lo cual es más que discutible, sí que podemos decir que durante este periodo en el viejo continente gran parte del conocimiento estuvo ligado al ámbito religioso. Dentro del cristianismo, se desarrollaron un tipo de mapas que, más allá de buscar representar el mundo, pretendían inculcar una visión religiosa en particular. Es así como aparecieron los Mapas de T en O.
En Etimologías, una obra escrita por Isidoro de Sevilla en 625, nos encontramos con uno de los primeros mapas de T en O, con un formato esquemático que resulta especialmente útil para poder describir el concepto. Se consideran tres continentes: Europa, África y Asia, cada uno de ellos asociado a uno de los hijos de Noé (como también sucede en este otro mapa). Para dividir las tierras emergidas aparecen los mares en formato esquemático: en la parte exterior, con forma de círculo, los océanos; en la parte interior, con forma de T, una serie de aguas que representan, dependiendo del mapa, los mares Mediterráneo y Negro, así como los ríos Nilo y Don.
No es importante lo fiel que estos mapas puedan a ser a la realidad, sino que es mucho más relevante todo lo que pueden llegar a transmitir. En la parte superior está Asia, al Este, el continente donde históricamente se ha situado el Jardín del Edén. En la parte central, justo sobre la T, es donde se sitúa Jerusalén, la ciudad sagrada por excelencia de todas las religiones abrahámicas. Todas estas ideas son mucho más evidentes en este otro mapa de T en O, publicado por el Beato de Liébana en el siglo VIII, siguiendo las instrucciones de Isidoro de Sevilla, Ptolomeo y la Biblia.
Y al final, el Norte quedó en la parte superior
Lo principal que todos debemos tener en cuenta: no hay consenso. Con frecuencia se suele afirmar de forma vehemente que el Norte está situado en la parte superior por una cuestión y otra, pero lo más probable es que fuera un compendio de circunstancias lo que llevaron a esto. En primer lugar, tenemos que hacer referencia a los clásicos. Ya durante la Edad Media el trabajo de Ptolomeo había sido alabado por muchos estudiosos, pero a lo largo del siglo XVI, los grandes cartógrafos alzaron al Mapamundi de Ptolomeo a la cima de la cartografía clásica. Y por supuesto, este mapa tenía el Norte situado en la parte superior.
Esta copia es una reconstrucción del siglo XV con base en las descripciones que Ptolomeo dejó plasmadas en su obra Geographia. Esto sirvió de inspiración a grandes artistas como Gerardus Mercator o Abraham Ortelius. Pero es que estos cartógrafos también tenían otro importante objetivo con sus mapas: que sirvieran para la navegación y la exploración durante la era de los descubrimientos.
De nuevo, desde un punto de vista euro centrista, la navegación de los mares había estado guiada, en gran medida, por la estrella polar como punto de referencia, la cual también apuntaba al Norte. Si esto fuera poco, también fue la época en la que se populariza en Europa la brújula llegada de China. Se dice que en China siempre se utilizó esta herramienta para identificar el Sur, pero con la simple idea de pintar de un color distinto la parte opuesta de la brújula, la brújula consiguió señalar hacia el Norte.
Son tres condiciones que, de forma conjunta, marcan de forma definitiva el Norte en la parte superior de los mapas en Europa, al menos los mapamundis y otros mapas de grandes territorios. El colonialismo, el imperialismo y la imposición de la cultura Europea en todo el mundo a lo largo de la Edad Moderna y Edad Contemporánea hizo el resto del trabajo.
Pero, ¿acaso importa la orientación de un mapa?
Sí, en realidad importa. E importa mucho. A pesar de diferir bastante de lo que comentan Jay y Mark en el vídeo que os puse al comienzo, en lo que sí que estoy totalmente de acuerdo en su afirmación final. El conjunto de circunstancias que llevó al norte a estar situado en la parte superior de los mapas pudieron no ser planificadas, pero sí que existe una intención en que esto se mantenga así.
Por una mera cuestión de cómo analizamos una imagen cuando la miramos por primera vez, tiene mucha más relevancia todo lo que está situado en la parte superior y la parte izquierda. Esto, casualmente, deja a Norteamérica y Europa en las zonas de mayor exposición de un mapamundi normativo, mientras que deja en zonas secundarias a otros continentes como África u Oceanía. Los australianos, hartos de esto, en 1979 publicaron una corrección al mapa del mundo.
Post scriptum: Un dato curioso
Curioso, a la par que irrelevante. En todo el texto no he tenido necesidad de mencionar al Oeste, el único punto cardinal ignorado. He estado pensando y solo he sido capaz de pensar en un mapa con esa orientación. Se trata de este mapa de la provincia de Cuenca, en España, publicado en la segunda mitad del siglo XVIII. Lamentablemente, el autor no dejó constancia de por qué se decantó por esta orientación frente a la más común en toda su obra (al Norte).
Gracias por la publicación, la he disfrutado, mi ciudad, Oruro, comúnmente utiliza al oeste como parte superior del plano, posiblemente es por la importancia del Santuario del Socavón y también por las minas que se localizan en las montañas.
Buenas. Felicitaciones por el artículo. No consigo encontrar hacia dónde orientaban los mapas en época griega y romana. He visto alguna referencia a que ponían el Este arriba, pero no estoy seguro...