Buen martes a todos,
Con la cantidad de información que nos llega cada semana, tanto en nuestro entorno como a través de Internet, es fácil comenzar a olvidarse de aquellos temas que hace poco copaban las portadas de medios de comunicación y monopolizaban las discusiones acaloradas en redes sociales. De algún modo, eso es lo que ha sucedido con Ucrania. Ya antes de que la guerra entre Hamás e Israel estallase hace poco más de un mes, la opinión pública cada vez tenía menos interés en lo que estaba sucediendo, como se puede ver en estos datos extraídos de Google Trends.
Entre mis diversos intereses está la geopolítica y las relaciones internacionales, pero he de reconocer que la guerra en Ucrania era un tema sobre el que llevaba tiempo sin leer, hasta que me topé con un mapa hace unas semanas. Por ello hoy quiero recuperar el asunto y contar un poco sobre la historia de Ucrania, sus relaciones con Rusia y los eventos que llevaron hasta la situación actual.
Un poco de historia sobre las relaciones entre Ucrania y Rusia
Gran parte del territorio que en la actualidad pertenece a Ucrania fue anexionado al Imperio Ruso a finales del siglo XVIII, durante el reinado de Catalina la Grande, y una pequeña parte del oeste quedó incorporada al Imperio de Habsburgo. Antes de aquello, Ucrania no existió tal y como lo conocemos hoy, sino que el territorio estuvo dividido en muchos estados de diferente naturaleza, como fueron el Kanato de Crimea o el Hetmanato cosaco.
A pesar de la falta de unión política, la región tenía una lengua común, el ucraniano, además de rasgos culturales como ser el lugar de origen de los cosacos y la tierra que más tiempo había sido gobernada por los múltiples kanatos que sucedieron a la gran Horda de Oro. Todo eso permitió que el nacionalismo ucraniano surgiera relativamente temprano, a lo largo del siglo XVIII, tal y como ya se infiere en este mapa de 1720.
A lo largo del siglo XIX, en el territorio que pasó a formar del Imperio Ruso, las élites fueron forzadas a utilizar el ruso como lengua vehicular. En esas regiones, la cultura y el idioma se vieron relegados a su uso entre los estratos más humildes de la sociedad, aunque pudieron ser preservadas mediante un folclore rico en cuentos y canciones. Por su parte, el área en torno a Leópolis (Lviv), que había pasado a formar parte del Imperio Habsburgo, el pueblo ucraniano no estuvo presionado por el mismo proceso de asimilación. Incluso se vio reforzado gracias a la influencia de las revoluciones en Francia y Estados Unidos.
Con la caída del Imperio Ruso y la creación de la Unión Soviética, Ucrania pasó a convertirse en una de las repúblicas, con una autonomía y homogeneidad de la que no había gozado en ningún momento de la historia. No solo eso, sino que durante la primera mitad del siglo XX vio cómo su territorio se expandía gracias al avance de la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial, adquiriendo tierras que antes pertenecieron a Rumanía, Checoslovaquia y Polonia. La guinda al pastel llegó de la mano de Nikita Jrushchov, quien firmó la cesión de Crimea de a la República Socialista Soviética de Ucrania.
Tras la disolución de la Unión Soviética, en 1991, Ucrania se convirtió en un país independiente por primera vez en la historia. Al menos sobre el papel, ya que durante muchos años su comercio, subsistencia y política estuvieron fuertemente ligados a Rusia. No solo eso, todas las políticas de asimilación del Imperio Ruso, que en cierto modo se mantuvieron durante tiempos soviéticos, sentaron una importante mella en la sociedad, que culturalmente no era homogéneamente ucraniana, sino que gran parte de Crimea y regiones del este utilizaban el ruso como lengua principal.
La independencia trajo múltiples gobernantes al país, aunque en un principio la mayoría de ellos mantuvo fuertes lazos con Rusia. Con la llegada del siglo XXI, las diferencias territoriales comenzaron a hacerse evidentes. El centro y el oeste empezaron a votar por opciones más propensas a alinearse con Europa y los países occidentales, mientras que el sur y este se mantenían ligados a opciones prorrusas. Esto fue incrementando la crispación en una sociedad que tenía que elegir entre dos opciones que no parecían ser compatibles entre sí.
Entre 2005 y 2010, bajo el gobierno de Víktor Yúshchenko, Ucrania progresó en su acercamiento a organizaciones occidentales como la OTAN o la Unión Europea. Su sucesor, Víktor Yanukóvich, a pesar de formar parte del partido prorruso, mantuvo abiertas estas conversaciones. Al menos hasta noviembre de 2013, cuando decidió cambiar de estrategia y girar por completo hacia Rusia y no firmar el acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea. Esto desató las conocidas protestas del Euromaidán que ocasionaron la destitución de Yanukóvich en febrero de 2014.
La anexión de Crimea y la guerra en el Dombás
Tras la independencia de Ucrania en 1991, Crimea, se mantuvo como parte integral del territorio ucraniano por acuerdo bilateral de ambas partes. Las negociaciones también permitieron que en Sebastopol, la capital de Crimea, se mantuviera la flota rusa del mar Negro, inicialmente hasta el año 2017, aunque extensible por periodos de 25 años. Pero los cambios en la actitud de Ucrania respecto a Rusia generaron incertidumbre en el gobierno ruso respecto a cuál podía ser el futuro de una de sus flotas más importantes.
A esto se unió una propuesta en el parlamento ucraniano sobre las lenguas cooficiales. Hasta febrero de 2014, todas las regiones que tuvieran un porcentaje de hablantes de otras lenguas superior al 10 % considerarían esas lenguas como cooficiales. La propuesta de abolir esta ley afectaría a los hablantes de rumano y húngaro del oeste de Ucrania, pero principalmente a los hablantes de ruso de todo el este y sur de Ucrania. Esto fue determinante para que Crimea pidiera ayuda a Moscú, lo que desencadenó el referéndum que tuvo lugar el 16 de marzo de 2014.
Tanto la participación (82 %) como el resultado (95 % a favor) fueron aplastantes. El referéndum se convocó de forma unilateral y tanto Ucrania como diversos observadores internacionales denunciaron la transparencia del proceso, pero eso no impidió que Rusia aceptase los resultados. Sobre el papel, el referéndum fue sobre la independencia de Crimea, pero el parlamento independiente convocó una votación en la que se decidió la adhesión a Rusia. Esto quedó firmado el 18 de marzo de 2014 en la duma rusa, tan solo dos días después del referéndum.
La incorporación de Crimea a Rusia desató una serie de protestas prorrusas en gran parte del sur y este de Ucrania, que terminó desencadenando lo que se conoce como la Guerra del Dombás, en la que el ejército ucraniano se enfrentó a organizaciones prorrusas en las provincias de Donetsk y Lugansk. El 7 de abril de 2014 se declaró de forma unilateral la independencia de la República Popular de Donetsk y el 27 de abril del mismo año la independencia de la República Popular de Lugansk.
La guerra entre ambas repúblicas, con el apoyo de Rusia, y Ucrania se mantuvo vigente entre 2014 y 2022. Ucrania perdió gran parte del territorio en ambas provincias a lo largo de 2014, pero a partir de 2015 el frente se estancó sin grandes cambios. Esto no impidió que más de 15.000 personas perdieran la vida a lo largo de los ocho años de enfrentamientos, entre ellos más de 3.500 civiles.
La invasión rusa de Ucrania
Esta parte de la historia la tenemos todos más reciente, así que seguramente estéis familiarizados con gran parte de lo que voy a contar a continuación (y de forma bastante breve).
Mirando en perspectiva, parece evidente que la invasión rusa de Ucrania iba a suceder, pero nada más lejos de la realidad. A comienzos de 2022, Estados Unidos llevaba semanas anunciando que Rusia estaba acumulando armamento y efectivos en la frontera con Ucrania, pero a la opinión pública y a la mayoría de los países del mundo se les antojaba complicado que Rusia se implicara de forma directa en una guerra. Incluso cuando el 21 de febrero de 2022 Vladímir Putin, presidente ruso, estableció relaciones diplomáticas formales con la República de Donetsk y la República de Lugansk, el consenso internacional era claro.
Y entonces, el 24 de febrero de 2022, comenzó la invasión.
La sorpresa fue tal que las tropas rusas apenas encontraron resistencia para llegar a pocos kilómetros Kiev. Muchos de los medios de gran parte del mundo daban por sentado que Rusia no tendría problemas para conseguir la rendición de Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, en cuestión de días. Pero la resistencia resultó ser mucho más férrea de lo que el ejército ruso había esperado. Y bueno, para ser sinceros, también de lo que esperó gran parte del mundo.
Esa resistencia implicaba que la guerra duraría mucho más de lo esperado, lo que fue determinante para que millones de personas decidieran abandonar sus casas, lo que dio lugar a la migración más masiva dentro de Europa de lo que llevamos de siglo XXI. Según datos proporcionados por ACNUR, más de 8 millones de ciudadanos ucranianos abandonaron su país para ser acogidos principalmente en otros países europeos. Rusia (con 2,8 millones), Polonia (con 1,5 millones), Alemania (con 1,1 millones) y la República Checa (con 500.000) fueron los principales destinos de estos emigrantes. Muchos otros países de Europa recibieron a más de 100,000 migrantes, como es el caso de Italia, España, Eslovaquia, Francia, Rumanía o Reino Unido, pero ninguno de ellos superó los 200,000 en ningún momento.
Pronto comenzaron a llegar las ayudas internacionales, tanto financiera como militar, lo que permitió que Ucrania pudiera responder de forma más efectiva ante la invasión rusa. Después de un avance aplastante del ejército ruso durante las primeras seis semanas, la contraofensiva ucraniana empezó a recuperar territorio. Primero fue todo el entorno de Kiev y la zona norte del país, y durante el resto de 2022 parte del sur del país. El mapa que os pongo a continuación muestra con gran detalle cuál era la situación a comienzos de 2023, con detalles sobre las zonas controladas por Rusia antes de la invasión (en rojo oscuro) y después de la invasión (en rojo claro), así como los territorios controlados en todo momento por Ucrania (en azul oscuro) y los que fueron recuperados en la contraofensiva (en azul claro). Os recomienzo que echéis un vistazo al mapa en muy alta resolución, porque es una maravilla.
Pero, ¿qué ha pasado en Ucrania a lo largo de este 2023? Quizá el único evento que ha llegado a la portada de las noticias fue la destrucción de una presa el pasado mes de junio. A veces se discuten en medios de distintos países sobre la financiación y el apoyo militar que aún se mantiene a Ucrania, cada vez con más voces en contra por el coste que está suponiendo a algunos países y lo acostumbrados que ya estamos con el conflicto.
La realidad es que, sobre el terreno, apenas ha habido cambios reales. El mapa que os pongo a continuación, publicado el pasado septiembre por The New York Times, muestra que apenas 1.250 kilómetros cuadrados han cambiado de manos a lo largo de 2023. Los bombardeos han continuado, el número de muertos por estos y en el frente aún tiene cifras alarmantes y los que tuvieron que emigrar aún no han podido volver a sus casas. Lo peor es que la guerra se está enquistando sin grandes cambios, lo que puede hacer que se dilate en el tiempo.
Y hasta aquí la newsletter de hoy. Todo lo que os he puesto por aquí es un breve resumen, pero si queréis estar al tanto de cómo progresa el conflicto y entenderlo un poco más a fondo, os recomiendo que os apuntéis las webs de El Orden Mundial o Descifrando la Guerra, posiblemente los dos mejores medios de geopolítica en español. Si os interesa el lado más humano, no dudéis en echar un vistazo al gran trabajo de la Revista 5W.
Muy buen resumen. Muchas cosas (sobre todo las más antiguas) las desconocía.