Atlantropa, el plan de Herman Sörgel para conectar Europa y África
Newsletter #34 – 2023/10/31
Buen martes a todos,
¿A quién no le gusta un macroproyecto de ingeniería? Bueno, supongo que no a todo el mundo, pero la verdad es que la humanidad ha sido capaz de auténticas maravillas. Un hito que es posible que muchos tengamos en la cabeza como punto de partida es la Pirámide de Keops, construida por los egipcios hace más de 4.600 años. Una edificación que alcanzó casi los 150 metros en una época en la que las facilidades de construcción aún eran bastante rudimentarias. Dos milenios más tarde, el rey asirio Asurbanipal construyó en Nínive unos magníficos jardines de varios niveles en un lugar donde el agua escaseaba. Para lograr la irrigación necesaria, también tuvo que crear una fantástica red de canales para transportar agua a lo largo de más de 50 kilómetros1.
Los romanos popularizaron las grandes obras de ingeniería y las llevaron a todos los rincones de su imperio (sí, tengo que mencionar mi amado Acueducto de Segovia). Y siglos más tarde, con la revolución industrial y la creación de los estados modernos, dio paso a una nueva era de grandes proyectos de ingeniería. Unos fueron puentes icónicos, como el Golden Gate en San Francisco o el de Vasco da Gama junto a Lisboa. Otros fueron canales que mejoraron el comercio mundial, como el de Suez o el de Panamá. Algunos fueron tan poco visibles (y no por ello menos impresionantes) como el Plan Delta, un impresionante sistema de compuertas, esclusas, diques y barreras mediante el cual los Países Bajos mantienen su lucha contra el mar2..
Además de todos estos proyectos construidos, hubo muchas mentes pensantes que idearon grandes proyectos que nunca se llegaron a construir. Icónico fue el caso de Frank Lloyd Wright, quien en 1957 presentó un proyecto para edificar un rascacielos de una milla de altura, más de 1.600 metros. También se llegó a proponer un puente sobre el estrecho de Gibraltar, y más tarde un túnel, con el fin de conectar Europa con África por vía terrestre. Por varias razones, estos dos proyectos se desestimaron, al menos de momento.
Y precisamente en relación con esto último es la historia que os quiero traer hoy. Se trata de un macroproyecto diseñado durante los felices años 20 para secar en parte el mar Mediterráneo y así conectar el continente europeo con el africano.
Herman Sörgel, su vida y su contexto histórico
Es difícil entender la historia y las motivaciones de nuestro protagonista sin adentrarnos un poco en su vida y en el contexto de su época. Herman Sörgel nació a finales del siglo XIX en Alemania, en el seno de una familia acomodada. Su padre, Hans Sörgel, fue un importante arquitecto en Baviera, hasta el nivel de lograr un título nobiliario gracias a su ayuda en la mejora de la sociedad bávara. Esto sin duda facilitó a Herman Sörgel acceder a una buena educación e influenció a la hora de elegir sus estudios de arquitectura en Múnich. Durante sus primeros años tras su época de estudiante, Herman estuvo ligado al diseño y construcción de edificios gubernamentales, e incluso dedicó gran parte de su tiempo a la enseñanza y divulgación para entender consideraciones estéticas de la arquitectura.
Y entonces estalló la Gran Guerra.
Las consecuencias de esta guerra fueron brutales en toda Europa, principalmente, lo que hizo que mucha gente comenzase a ver el mundo de otro modo. El nacionalismo que se había instaurado en Europa no facilitaba el progreso, ya que con cada guerra todas las potencias implicadas veían perder su influencia en un mundo cada vez más global. El sentimiento Paneuropeo parecía ser una solución, puesto que permitía la colaboración entre las naciones europeas con una idea conjunta de progreso.
En la mentalidad de la época, la sociedad europea aún tenía una idea superioridad que ocupaba de forma continua cualquier discusión en la esfera pública. La unidad paneuropea y el sentimiento eurocentrista, aún dejaba cabida para que el colonialismo de África continuase adelante, aunque con beneficio para todos los europeos, sin que las naciones luchasen entre ellas por el control del continente africano.
En este contexto, la unión de Europa y África en una única entidad geopolítica, tenía sentido. Este nuevo ente se alzaría como una contrapeso frente a la amenaza de América en el oeste y de Asia en el este. El único problema, en la mente de Herman Sörgel, era la gran separación que suponía el mar Mediterráneo y cómo este limitaba la consecución de ese ideal. Sörgel, que era un ingeniero creativo, tuvo una gran idea a la que dedicó el resto de su vida.
Secar parte del Mediterráneo y conectar África con Europa.
Atlantropa fue el gran proyecto de Sörgel, que en su origen buscaba solucionar muchos de los problemas de su época. Aspiraba a ser una razón para preservar el pacifismo y fomentar la unión de los pueblos europeos, a la par que permitía a Europa continuar con la colonización de África sin luchas internas. Desde 1927 comenzó a publicar artículos en distintas revistas cubriendo partes de la idea, hasta que se presentó por completo en una exposición en 1932.
La idea comenzaba con la creación de una presa en el estrecho de Gibraltar, mediante la cual sería posible comenzar a secar el Mediterráneo y ganar territorio. Las nuevas tierras emergidas facilitarían la interconexión entre Europa y África, a la par que se creaban nuevos canales que mantendrían el tránsito de navíos a través del mar Mediterráneo y aumentasen la irrigación de zonas desérticas.
Además de todo esto, por si no fuera por sí solo ambicioso, Sörgel, en un intento de convertirse en un arquitecto tan respetable como su padre, también aspiraba a solucionar el problema energético de Europa con el crecimiento de la industria. Ya a comienzos del siglo XX se sabía que los combustibles fósiles era una energía que tenía los años contados. El consumo de carbón y petróleo que ya existía en aquel momento era mucho mayor que la capacidad que tenían las reservas conocidas, por lo que muchos ya auguraban que sería necesario la utilización de nuevas fuentes de energía. Sörgel, en su proyecto, incluía multitud de macro-presas hidráulicas que, según sus cálculos, serían capaz de abastecer de energía a todo el continente europeo.
Los detalles del proyecto
Desde la presentación de Atlantropa, y durante el resto de su vida, Herman Sörgel escribió más de mil artículos y realizó varias exposiciones para divulgar su proyecto y conseguir que los estados lo construyeran. Como posiblemente estéis sospechando, esto no llegó a ninguna parte, ya que ninguna de estas presas se construyó en el Mediterráneo, pero sí que nos han quedado muchos detalles.
Recorramos algunos de ellos.
Esta es la gran presa del estrecho de Gibraltar. Con ella se pretendía disminuir en 100 metros el nivel de agua del mar Mediterráneo. La idea es que el agua iría bajando poco a poco por la propia evaporación del agua, ganando territorio en todas las zonas costeras. Esta presa de 35 kilómetros de longitud también sería la principal fuente energética de todo el proyecto, ya que mantendría un flujo de agua desde el océano Atlántico, lo que permitiría extraer toda esa energía hidroeléctrica.
De forma conjunta a esta presa, al disminuir la profundidad en el estrecho, también se crearía un túnel que uniera por ferrocarril España y Marruecos. Este túnel se planteaba como la pieza clave para establecer un trayecto entre París y Dakar, que sirviera para transportar las mercancías extraídas en las colonias francesas y se distribuyeran rápidamente por Europa.
El mar de Mármara también tendría una presa en el estrecho de los Dardanelos. Esta presa únicamente tendría como fin mantener un desnivel entre las dos grandes masas de agua (el mar Negro y el mar Mediterráneo), para de este modo servir de central hidroeléctrica para abastecer a parte de Europa oriental de la energía necesaria.
Esta segunda presa, desde Sicilia hasta Túnez, únicamente se construiría cuando el nivel del agua del Mediterráneo ya hubiera disminuido 100 metros. El objetivo de esta sería que todo el mar Mediterráneo Oriental se rebajara otros 100 metros más. Esto permitía ganar más territorio en esta zona del Mediterráneo y crear una tercera presa hidroeléctrica para abastecer a toda Europa Central de la energía necesaria. De forma semejante al caso de la presa de Gibraltar, la presa de Sicilia también facilitaba la construcción de un segundo túnel para establecer una línea de ferrocarril que llevase desde Berlín hasta Ciudad del Cabo.
El proyecto de Sörgel también era consciente de los efectos que podría tener en el funcionamiento del comercio internacional. El canal de Suez, que se había completado en 1869, había supuesto un importante revulsivo para el comercio de toda Europa, al minimizar los costes de transporte entre Europa y Asia. Por ello, el plan también tenía en consideración alargar el canal de Suez para atravesar todas esas nuevas tierras emergidas y poder rebajar los barcos poco a poco a los 200 metros de profundidad en los que se encontraría el mar Mediterráneo Oriental una vez finalizado el proyecto.
El plan también incluía la preservación de grandes iconos de Europa, como es el caso de Venecia. Una vez el mar Adriático hubiera descendido los 200 metros, Venecia se quedaría a más de 1.000 kilómetros de la costa, y totalmente seca. Por ello, Sörgel planteo una serie de diques que ayudaran a preservar el agua en el entorno de la ciudad de Venecia y, para mantener el comercio, la creación de un canal que llegara desde la bahía de Venecia hasta el mar Mediterráneo Oriental.
Más allá del Mediterráneo
Pero el gran proyecto de Atlantropa llegaba mucho más allá del mar Mediterráneo. No era solo la idea de conectar Europa con África para facilitar el colonialismo, sino también aumentar el valor íntegro del continente africano y su capacidad para desarrollarse. Es por esta razón por la que Sörgel también ideó una gran presa en el río Congo, en torno a Kinshasa y Brazzaville, para crear un lago artificial y abastecer mediante la energía hidroeléctrica a todo el continente africano.
La idea empezaba en el nuevo lago Congo, pero no se ceñía exclusivamente a él. Este lago tendría un abastecimiento de agua casi ilimitado, gracias a las lluvias tropicales, por lo que se conectaría mediante el río Ubangi a la cuenca del lago Chad. Esto permitiría agrandar y recuperar forma indirecta el antiguo lago Mega-Chad, en la parte sur del Sahara. Este nuevo lago de agua dulce sería clave para crear una nueva red de canales de irrigación que ayudaría a sustentar vegetación y cultivos en todo el Sahara.
Estos nuevos lagos estarían conectados mediante múltiples redes de canales que facilitarían la navegación y abaratarían el transporte hacia muchas de las nuevas colonias europeas. El más remarcable de todos sería el nuevo canal Erg, el cual uniría la actual costa de Túnez con el lago Chad, atravesando los campos de dunas más extensos del desierto del Sahara. De algún modo, Sörgel pretendía replicar en el África Occidental la red de lagos y ríos del África Oriental, que con tanto éxito había facilitado el progreso y los avances de civilizaciones tan memorables como la egipcia.
Como ya hemos visto, a pesar de intentar ser pacifista, Sörgel era un hijo de su época y tenía un pensamiento eurocéntrico y colonialista, por lo que en ningún momento planteaba la gran cuestión de crear grandes lagos artificiales: todos los ciudadanos que serían desplazados y privados de sus tierras por el beneficio de los europeos.
Las más de mil publicaciones de Herman Sörgel tuvieron su punto final en 1952, cuando murió en un accidente de tráfico. A pesar de su perseverancia, sus planes apenas fueron escuchados y nunca hubo proyectos en firme para acometer ninguno de ellos.
En la web del British Museum hay un artículo muy bueno con una descripción de estos jardines. De hecho, es muy posible que la maravilla del mundo antiguo de los Jardines de Babilonia en realidad fuera un mito construido a partir de estos jardines de Nínive.
En este artículo se habla sobre el proyecto, que llevó cuatro décadas construir. Es posible que algún día hable sobre él en la newsletter, porque hay mapas muy chulos sobre él.
De piedra me quedo...
Me ha recordado a alguien