El Reino Bamun, un alfabeto propio y el mejor ejemplo de cartografía indígena africana
Newsletter #29 – 2023/09/26
Buen martes a todos,
Todos los amantes de los mapas estamos acostumbrados a observar multitud de ellos, aunque en general todos son, de un modo u otro, descendientes de la concepción de cartografía constituida en la Antigua Grecia de la mano de Anaximandro, Hecateo, Eratóstenes o Ptolomeo. Pero más allá de los griegos, muchos otros pueblos han creado su propia cartografía dirigida por unas necesidades, unos conocimientos o unas técnicas propias de un momento y un lugar.
Lamentablemente, no tenemos ejemplos de cómo cada sociedad construyó su forma de ver y representar su entorno. En muchos casos porque ni siquiera sabemos si llegaron a hacerlo, en otros porque toda esa producción está perdida. Pero sí que tenemos ejemplos que nos permiten divagar sobre la gran diversidad, como pueden ser los mapas de navegación que utilizaron los polinesios hasta bien entrados en el siglo XX.
El mapa que os traigo hoy cae a medio camino entre la cartografía indígena y los mapas de influencia europea.
La fundación del Reino Bamum y la llegada de los alemanes
Nshare fue, según cuenta la historia, un reputado conquistador de la dinastía Tikar que, después de derrotar a dieciocho reyes y gobernadores, decidió asentarse en una pequeña región del noroeste del actual Camerún. Allí fundó la ciudad de Fumban, en el año 1394. Como dirigente se autoproclamó Mfon o Sultán, y optó por tomar el idioma y las costumbres locales. De este modo fue como se estableció el Reino Bamum.
La tradición bamum lista nueve sucesores de Mfon Nshare, los cuales simplemente tuvieron la responsabilidad de gobernar la ciudad de Fumban, lo que era la extensión total del Reino Bamum. No fue hasta la llegada de su undécimo sultán, Mfon Mbuembue, a comienzos del siglo XIX, cuando comenzó el auténtico esplendor del reino. Este sultán fue el encargado de fortificar la ciudad para defenderla de los continuos ataques de los vecinos y comenzar a contrarrestar los mismos. Con ello comenzó el periodo expansionista del reino africano, con lo que el territorio creció en cuatro direcciones.
En el año 1884, el Reino Bamum se topó con el colonialismo europeo. En aquel momento estaba al mando Ibrahim Njoya1, quien optó por el pragmatismo y decidió colaborar de forma proactiva y puso el reino bajo la protección de las fuerzas coloniales alemanas. En una inteligente estrategia diplomática, Njoya envió un trono decorado a la corte del emperador alemán, lo que fue recibido con gratitud. Este detalle hizo que el emperador dotase de total autonomía al Reino Bamum dentro del imperio colonial alemán, lo que permitió al sultán no tener que preocuparse de combatir a un enemigo al que no podía derrotar y centrarse en la mejora de la sociedad bamum.
Un alfabeto para una nación
La gran preocupación de Njoya fue preservar la riqueza cultural de su reino. Era consciente de que, ante el avance de la sociedad europea, la tradición oral no iba a ser capaz de salvaguardar la cultura bamum. Esto le llevó a embarcarse en un proyecto cuyo fin era la creación de un nuevo sistema de escritura que permitiera plasmar en papel y para la posteridad todo el conocimiento de su pueblo.
El proceso partió desde un punto de partida muy natural, si lo comparamos con otros sistemas de escritura. Según la tradición, Njoya se dirigió a su pueblo y le pidió que dibujaran diferentes objetos y, a partir de los resultados, comenzó a ligar un símbolo con cada una de las palabras del idioma bamum. Fue así como se creó el lewa en 1886, un primer sistema de escritura que estaba constituido por unos 500 símbolos y diez caracteres con los que expresar números.
En los años sucesivos este sistema tuvo varias iteraciones con las que el número de símbolos se fue simplificando, aunque siempre manteniendo su naturaleza ideográfica. A finales del siglo XX, en parte por la influencia del árabe que llegó cuando el reino se convirtió al Islam, en 1897, el sistema comenzó a evolucionar hacia un modelo silábico que culminó en 1910 con la sexta iteración del sistema de escritura bamum, conocido como a ka u ku. Este sistema fue modificado levemente en los años siguientes para simplificarlo en un par de caracteres y dotarlo de mayor consistencia, con lo que Njoya completó su obra.
El levantamiento topográfico del reino
Una vez existió la forma de poder plasmar el idioma hablado en papel, para Njoya se abrió un mundo de posibilidades y decidió embarcarse en un nuevo proyecto. En 1912 el mandatario inició el levantamiento topográfico de todo el Reino Bamum, para lo cual reclutó a más de 60 personas que se organizaron en varios grupos de topógrafos, quienes iban acompañados de personal para despejar los caminos y garantizar el abastecimiento, así como un encargado de recoger la toponimia de cada una de las localidades. Aquella primera expedición se alargó durante 52 días en los que se realizaron 30 paradas y permitieron cartografiar dos tercios del territorio.
Más tarde, en 1918, una nueva expedición se encargó de recoger todos los datos de la capital, Fumban, y una última expedición en 1920 se encargó de completar el levantamiento topográfico del reino. Con toda esa información recopilada, Njoya, bajo la directriz de su jefe de cartógrafos, Nji Mama, pudo publicar finalmente el primer mapa del Reino Bamum. Como no, toda la leyenda y toponimia utilizaba su propio sistema de escritura.
Esta gran muestra de la cartografía indígena africana tiene varias peculiaridades. La primera es que el mapa está orientado con el oeste en la parte superior, convirtiéndose en uno de los muchos mapas que no están orientados al norte, tal y como vimos hace semanas. Esto está indicado con el sol que aparece en la parte superior, que indica el atardecer, así como el otro sol en la parte inferior, que indica el amanecer. En la parte central, con gran parte del protagonismo, se observa con facilidad la sobredimensionada ciudad amurallada de Fumban. Dentro de ella, se puede apreciar una cuadrícula roja de tres por tres rodeada de puntos que representa el palacio de Njoya.
Al oeste y suroeste de la capital se aprecian las dos principales montañas del reino, Mbapit y Nkogam, las cuales están representadas en un característico color verde. Como límite de todo el territorio, se observa una maraña de líneas moradas que representan los ríos que servían de frontera del reino.
Si bien es sorprendente el logro de la cartografía del Reino Bamum, es fácil notar que no se trata de un mapa a escala como tal. Los topógrafos que recorrieron todo el territorio no tomaron medidas de distancia al uso, sino que tuvieron en cuenta el tiempo que tardaban de llegar de un lugar al otro, lo que tradujeron directamente en distancias en el mapa. De este modo quedó plasmada una realidad que no se ciñe a lo que en Occidente entendemos como mapas fieles, pero sí que servía las necesidades del pueblo bamum. Gracias a este mapa, la nación por fin tenía no solo una lengua y una cultura, sino también un sistema de escritura y un conjunto de sitios que estaba perfectamente preservado para la posteridad.
Tras el final de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Alemán perdió todas sus colonias en África, y el Reino Bamum, junto al resto de Camerún, pasó a formar parte de las colonias africanas francesas. Al poco tiempo se identificó a Njoya como un importante aliado de los alemanes, por lo que fue exiliado y, con él, se terminó la época de esplendor del pueblo bamum. El francés se impuso como lengua de las élites y el sistema de escritura se convirtió al alfabeto latino, para facilitar el aprendizaje en las escuelas. Poco a poco todo el legado quedó en el pasado.
Este mapa que os he mostrado hoy es una copia que se encuentra en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, pero se realizaron muchas otras copias a mano con ligeras variaciones entre unas y otras. Un ejemplo es esta copia rescatada por Incabula en Twitter hace unos meses. Hay constancia de que existieron muchas otras copias, pero son pocas las que se preservan en la actualidad.
El primo artista de sultán Njoya
Antes de terminar, me apetece traeros una historia más con la que me he topado al leer sobre el Reino Bamum para preparar la newsletter de hoy. Se trata de la existencia de Ibrahim Njoya, un primo del sultán Njoya con quien compartía nombre. Este primo fue uno de los artistas más prolíficos del pueblo bamum, y estuvo detrás de gran parte de los dibujos que se publicaron a comienzos del siglo XX.
Entre parte de la obra se encuentra una copia del mapa que nos ocupa hoy, así como múltiples dibujos con los que Ibrahim Njoya se convierte en uno de los primeros artistas africanos en coquetear con el formato de viñetas y comics.
El tema de la newsletter de hoy surgió cuando vi hace unos días un tweet de Edmilson M. Volpi. Indagando estuve leyendo más en detalle y he utilizado varias fuentes interesantes sobre el Reino Bamum y su cartografía, como los siguientes artículos:
No está del todo claro quién era el sultán del reino a la llegada de los alemanes. En la mayoría de las fuentes que he leído se habla de Nsangou, aunque alguna hace referencia a Njoya. He optado por Njoya por simplificar el relato, aunque es probable que no sea correcto.