Las Crónicas de Núremberg
Newsletter #159 – 2025/11/23
Buen domingo a todos,
Estoy en racha. Aún no hemos terminado noviembre y ya he tenido la suerte de coger un par de catarros. El de esta semana me ha dejado por los suelos, ya que ha tenido la novedad de venir con un poco de fiebre, por primera vez en al menos diez años. Con la falta de costumbre, y siendo consciente de que soy un mal enfermo, no me he aguantado ni a mí mismo.
La parte buena es que parece que ya remite. Llevo un par de días con la garganta de aquella manera, pero parece que ya puedo ser una persona funcional. De esas es que se puede levantar por la mañana, ducharse, prepararse algo para comer e incluso trabajar. ¡Quién diría que eso de trabajar podría tener una lectura positiva más allá de la nómina que se recibe a final de mes!
Ya recuperado, hoy os hablaré de las Crónicas de Núremberg.
Un incunable para contar la historia de la humanidad
En 1453, la llegada de la imprenta de Gutenberg cambió el mundo para siempre1. La xilografía con bloques de madera ya se utilizaba sobre papel en China desde casi mil años antes, y en China aparecen los primeros tipos móviles de arcilla en el siglo XI. Gutenberg supo llevarlo un paso más allá, con tipos móviles de metal, moldes para crearlos a escala, una tinta adaptada y una prensa que permitiera que todo funcionase como un guante2.
En ese nuevo mundo en el que se podían publicar libros sin necesidad de escribas o copistas, se redujo rápidamente el coste. Eso permitió que incrementase el número de títulos que veían la luz y, lo que es más importante, también incrementaron las copias que se producían de cada uno de esos títulos. Antes de que finalizara el siglo XV, se imprimieron unas 50.000 obras, muchas de ellas con cientos o incluso miles de copias3. Los que se han conservado hasta nuestros días son los que conocemos como incunables.
Entre todos los incunables que conocemos hay uno que destaca por tener sustancialmente más ilustraciones que ningún otro: Las Crónicas de Núremberg.
Las Crónicas de Núremberg es un libro que publicó Hartmann Schedel en 14934. Relata la historia de la humanidad, desde la creación hasta el año 1492. Cuando pensamos en un libro de historia europeo de finales del siglo XV, tenemos que entender que aún tenían toda la herencia del pensamiento europeo medieval. Por eso no debe sorprender que en el libro se divida la historia de la humanidad en las seis eras que definió San Agustín en el siglo V, con una importante carga religiosa. Eso sí, Schedel añade una nueva era para lo que el futuro deparará:
Primera edad: Desde la creación hasta el diluvio universal.
Segunda edad: Desde Noé hasta el nacimiento de Abraham.
Tercera edad: Desde Abraham hasta el reinado de David.
Cuarta edad: Desde David hasta el cautiverio de Babilonia5.
Quinta edad: Desde el cautiverio de Babilonia hasta el nacimiento de Jesucristo.
Sexta edad: Desde el nacimiento de Cristo hasta 14926.
Séptima edad: El fin del mundo y el Juicio Final.
Además de todo este recorrido histórico, también se dedica la última parte del libro para describir el mundo conocido, con páginas dedicadas a cada una de las regiones más importantes de Europa y algunas de las pocas regiones de más allá sobre las que el autor tenía información que considerase relevante.
El libro tuvo dos ediciones, una en latín y otra en alemán. De la primera se realizaron unas 1.500 copias y de la segunda otras 1.000 copias, aunque parece que se vendieron más fácilmente las copias alemanas, ya que era una lectura más accesible para los alemanes adinerados que se podían permitir la compra. Más de quinientos años después, se conservan unas 400 copias de la versión latina y otras 300 copias de la versión alemana, distribuídas por universidades, bibliotecas y monasterios de medio mundo.
Pero lo que realmente hace a este incunable único entre los 27.500 que se conservan son sus ilustraciones. A lo largo de las 600 páginas que ocupa este libro se pueden encontrar más de 1800 ilustraciones, lo que convierte a las Crónicas de Núremberg en el incunable con más ilustraciones que se ha conservado. Todo el texto utiliza la imprenta moderna de Gutenberg, pero para las ilustraciones se utilizaron unas 650 planchas de madera. Sí, muchas menos planchas que imágenes, ya que algunas ilustraciones se reutilizaron a lo largo de la obra para hacerla más visual y accesible a una sociedad poco alfabetizada7.
Mapas y ciudades a vista de pájaro
Las ilustraciones de las Crónicas de Núremberg incluyen multitud de retratos e imágenes bíblicas, pero también incluyen mapas. De hecho, este incunable también es fundamental por ser uno de los primeros en los que se utiliza la imprenta para representar mapas dentro de un libro, como este maravilloso mapamundi de la época.
Entre los mapas, en su sentido más amplio, destacan especialmente las representaciones de ciudades de Europa y Oriente Medio. A finales del siglo XV, el arte no había encontrado especial interés en las ciudades. Es cierto que se pueden encontrar algunas representaciones en manuscritos medievales, pero en su gran mayoría distaban mucho de ser una representación fiel de la ciudad y se limitaban a idealizaciones centradas en características reconocibles.
Con esto en cuenta, no debe sorprender que muchas de las ciudades que aparecen en las Crónicas de Núremberg sean ideas genéricas de una ciudad medieval alemana, sin ningún rasgo que permita inequívocamente identificar ciudades concretas. De hecho, muchas de las planchas genéricas se utilizaron para representar ciudades con las que el autor no estaba familiarizado, como estos tres casos que os dejo más abajo.


Aun así, en este incunable se incluyen muchas representaciones interesantes de varias ciudades, algunas de las cuales fueron representadas por primera vez en este libro. Todas ellas utilizan una vista de pájaro, ya que fue la norma hasta que Leonardo da Vinci introdujera la vista cenital en 1502, con el plano de Imola. Dada la cercanía, no debe sorprender que haya una sobrerrepresentación de ciudades germanas, y tampoco que el resto de ciudades también tengan características germanas que no les corresponden.
Sin más, aquí os dejo que disfrutéis de un puñado de ellas. No sorprende que Núremberg sea precisamente la ciudad que aparece más fielmente representada, ya que todo el trabajo de Schedel fue comisionado por dos importantes comerciantes de Núremberg: Sebald Schreyer y su yerno Sebastian Kammermeister.
Estas son 9 de las aproximadamente 30 ciudades que están representadas con características propias de la ciudad, y no con planchas genéricas. Si queréis buscar el resto, tenéis que centraros en las que tienen el nombre de la ciudad dentro de la imagen, ya que eso era una garantía de que la plancha contenía el nombre y podía utilizarse para otras ciudades.
Hay algún caso como el de Magdeburgo, que a pesar de tener dedicado dos páginas como si se tratara de una ciudad importante, luego la mitad izquierda aparece también como si se tratase de París. Y bueno, también Treviso8.
Por petición popular, os dejo por aquí un botón para procrastinar, por si os pillo aburridos. Cada vez que pulséis en él, os llevará a un mapa distinto de los más de 1000 que tiene el catálogo.
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Sobre la imprenta, no os podéis perder este artículo de
. Cuenta en detalle mucho de lo que resumo en estos dos primeros párrafos.Simplificando bastante, pero para que nos quedemos con la idea. Que a veces nos creemos que Gutenberg inventó la imprenta, cuando en realidad inventó la imprenta moderna. La imprenta por sí misma ya existía mucho antes.
He tenido que buscar este número y tengo que matizar. Conocemos la existencia de 30.000 ediciones de incunables distintas, aunque se estima que pudieron existir 20.000 más. En la actualidad se conservan en el mundo 550.000 copias de incunables de 27.500 ediciones distintas.
Se puede acceder a muchas copias digitalizadas. Personalmente, os recomiendo esta del Internet Archive, que os podéis descargar (más de 3 gigas, eso sí), o esta de la Universidad de Cambridge, en la que podéis navegar fácilmente por la lista de ilustraciones.
El Cautiverio de Babilonia se refiere al tiempo en el que una importante parte de los judíos fueron exiliados de Judea a Babilonia.
El final de este capítulo tiene unas diez páginas en blanco, como dejando la intención de que se pudiera seguir escribiendo los sucesos que acontecieran antes del fin del mundo.
No está nada claro cuál era el nivel de alfabetización de la sociedad germana cuando se inventó la imprenta. El único estudio relevante que he encontrado al respecto (este) habla de un 30 % de alfabetización en zonas urbanas y menos de un 5 % en zonas rurales. Aun así, es justo hablar de una capacidad de lectura fluida y comprensión muy limitada.

















Este es un ejemplo interesante donde ser refleja lo que pasa cuando la creatividad se une con la tecnología.
Vemos cómo salió adelante gracias al trabajo en equipo y a los recursos disponibles de su época. Sus mapas e ilustraciones son un ejemplo: tuvieron que reutilizar planchas de madera y tirar de imaginación para mostrar lugares y ciudades, aunque no siempre fueran fieles a la realidad.
Al final, todo eso fue parte del proceso. Cuando faltan medios o tiempo, hay que buscar soluciones sencillas e ingeniosas. En la vida creativa actual pasa igual: tomamos ideas, las mezclamos, las reinventamos y usamos lo que tenemos a mano. No hace falta inventar desde cero cada vez; a veces, el truco está en combinar bien lo antiguo y lo nuevo.
Las Crónicas enseñan que la creatividad también es saber adaptarse y trabajar en grupo. La innovación llega cuando tecnología y tradición se juntan y no se tiene miedo a probar cosas distintas. Así, lo creativo no depende solo del talento, sino de cómo usamos lo que tenemos y lo que sabemos.
Excelente.