La propaganda detrás de entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial
Newsletter #47 – 2024/01/30
Buen martes a todos,
Hoy, aprovechando mi 42 cumpleaños1, quiero aprovechar para inaugurar una pequeña subsección dentro de esta newsletter dedicada a la propaganda. La propaganda y los discursos persuasivos son temas que me fascinan desde hace muchos años, quizá desde la adolescencia. Entender los mecanismos que utiliza cualquier emisor de información para intentar imponer de forma imparcial su narrativa me parece una de las herramientas más potentes de las que podemos disponer en una vida. Al menos si somos de ese tipo de gente a quien no le gusta que le manipulen de forma sencilla.
En los últimos cinco años he dedicado una gran parte de mi tiempo libre a leer múltiples libros y artículos sobre este tema, a la vez que lo compaginaba con los estudios de historia2. Unido a mi pasión por los mapas3, he podido recopilar un volumen de información ingente que creo que puede ser interesante para mucha gente. Y es precisamente por eso por lo que me he animado a empezar esta pequeña subsección.
En este primer capítulo me voy a adentrar en los años previos a la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, explorando brevemente el contexto y trayendo algunos mapas que se utilizaron durante este periodo para impregnar un relato en la sociedad civil que facilitase la participación en el conflicto.
El poso de la Primera Guerra Mundial
La sociedad estadounidense no quería entrar en la Primera Guerra Mundial. El conflicto en la lejana Europa no tenía un interés tangible para los ciudadanos, ya que distaba de sus problemas del día a día. Los medios sí que intentaron hacerse eco de lo que estaba sucediendo en el viejo continente, e incluso consiguieron que algunos hechos ocupasen portada y llegasen a ser parte de la conversación de las élites. En 1914 se habló mucho de cómo Alemania había decidido invadir y masacrar Bélgica, un país amigo, de una forma aplastante e inhumana. En 1915, la noticia con mayor impacto fue el hundimiento del RMS Lusitania por el impacto de un submarino alemán, matando a más de 1.200 personas, entre las que se encontraban 128 estadounidenses.
Es común leer que el hundimiento del RMS Lusitania fue clave para la intervención de los Estados Unidos en la guerra, pero la realidad es que costó mucho que el gobierno pusiera a la población de su parte. La propaganda en los medios se hizo cada vez más evidente, hablando de la crueldad del Imperio Alemán y de cómo Francia e Inglaterra resistían de mala manera frente a la presión. Pero el discurso continuaba fallando en lo básico: la guerra estaba al otro lado del océano Atlántico, demasiado lejos como para que cualquier ciudadano optase por sacrificar lo más mínimo. Es en este contexto en el que, a lo largo de 1916, comienza a aparecer propaganda más directa, como por ejemplo esta magnífica portada de la revista Life de 1916.
Este mapa ya sí que habla de algo que puede importar a la sociedad. Habla de un posible futuro en el que los enemigos de los Estados Unidos conseguían conquistar todo el territorio, creando el estado de Nueva Prusia y relegando a los ciudadanos estadounidenses a una pequeña reserva en el estado de Nuevo México. La portada también infiere la posibilidad de que Japón terminase tomando toda la Costa Oeste, por ser uno de los principales enemigos de los Estados Unidos, pasando totalmente por alto que, en caso de que el país terminase entrando en la guerra, ambos países lucharían en el mismo bando4.
Finalmente, Estados Unidos declaró la guerra a Alemania en abril de 1917, utilizando para ello el telegrama Zimmermann, un comunicado filtrado por los servicios de inteligencia británicos en el que Alemania proponía una alianza a México. Como el apoyo del pueblo aún era muy débil, el gobierno se vio obligado a crear el Comité de Información Pública, una agencia gubernamental para controlar la opinión pública. Vamos, lo que viene a ser un ministerio de propaganda, a pesar de que Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, reiterase en múltiples ocasiones que no tenía nada que ver con la propaganda de otros estados autoritarios como Alemania5.
El periodo de entreguerras
El Comité de Información Pública se mantuvo hasta el final de la guerra, pero tuvo que desaparecer poco después, ya que la ciudadanía y los medios expresaban de forma recurrente su malestar al respecto. De hecho, esa inferencia del estado caló profundamente en la sociedad estadounidense durante las dos décadas posteriores, y se perpetuó una cierta ansia de neutralidad que mantuviera al país lejos de los problemas y rifirrafes de otros lugares del mundo. Curiosamente, esa búsqueda de la neutralidad luchó hasta tal punto por la libertad de expresión y contra la censura, que Estados Unidos no tardó en encontrarse con enemigos dentro de su propio territorio.
Todo tipo de ideologías que se expandían por Europa, rápidamente se vieron reflejadas en la sociedad estadounidense. Quizá uno de los ejemplos más remarcables sea la aparición de Friends of New Germany (Amigos de la Nueva Alemania), una asociación adscrita al partido Nazi alemán, que se fundó en 1933 con el objetivo de promulgar simpatía hacia Adolf Hitler y el nazismo, a medida que su posición autoritaria se apuntalaba en Europa6. En paralelo, y en parte como respuesta a la expansión de estas ideologías, también hubo muchas organizaciones y medios que combatieron el discurso mediante propaganda. Un ejemplo remarcable es el siguiente mapa de Howard Burke que apareció en la portada del periódico Los Angeles Examiner en noviembre de 1937.
Desde comienzos del siglo XX, la tensión entre el Imperio del Japón y Estados Unidos no hizo más que crecer. Por un lado, estaban los intereses de Estados Unidos en Asia, por otro el expansionismo japonés haciéndose con el control de China y, como consecuencia, monopolizando todas las oportunidades comerciales de la región7. A mediados de la década de los 1930s, muchos países de Europa observaban con recelo al fascismo de Italia, al comunismo de la URSS y al nazismo de Alemania, pero en Estados Unidos el verdadero archienemigo era Japón y los japoneses. Y eso es precisamente lo que plasma el mapa de Burke, al explorar las múltiples rutas que puede seguir el ejército japonés para atacar directamente al país.
Cuatro años antes de Pearl Harbor, Burke no falla al situar la base como objetivo principal, pero sí que falla en los siguientes pasos. Predice la destrucción de toda la flota del pacífico en el ataque a Hawái, tras lo cual supone que la armada japonesa llegaría a través de Alaska al norte de San Francisco, destruyendo la ciudad por completo. En paralelo, otra misión llegaría desde Hawái a Los Ángeles y San Diego, tomando ambas ciudades y abriendo así la puerta a una invasión terrestre.
Todo este nivel de detalle no es casual, es clave para que la propaganda sea efectiva. Cuando un mensaje busca reforzarse, basta hablar de vaguedades, ya que una persona convencida no necesita mucho para perpetuar su posición. Por la contra, si lo que quieres es ganar adeptos para la causa, lo que se necesitan son muchos detalles que hagan que la amenaza se sienta real. Con piezas como este mapa, o los miles de libros, periódicos, novelas, comics o películas que promulgaron el peligro amarillo8, el rechazo y el racismo contra los japoneses se estableció profundamente entre la ciudadanía de los Estados Unidos.
La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial
En septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia y, de ese modo, comenzó la Segunda Guerra Mundial. Al igual que sucedió veinticinco años antes, Estados Unidos optó por mantenerse neutral en el conflicto. A pesar de una creciente crispación y la múltiple propaganda que llegó de agentes extranjeros, la sociedad aún se sentía ajena a cualquier tipo de intervención. Los recuerdos de la Primera Guerra Mundial aún estaban presentes y esta vez iba a ser mucho más complicado lograr el apoyo de la población.
Aun así, el gobierno, que tanto había promulgado la libertad de expresión, ya llevaba desde 1937 con un sistema de censura de facto, en colaboración con el sistema bibliotecario, para identificar y limitar que se divulgaran ideas catalogadas de antidemocráticas, tales como el comunismo o el nazismo. Esto facilitó que otras posturas emergieran sin contrapunto alguno como relato de-facto en la sociedad estadounidense. Richard Edes Harrison fue el cartógrafo que supo sacar mayor provecho a esta posición, con múltiples mapas que han pasado a la historia por su gran impacto, pero también por su magnífica calidad artística.
Este primer mapa que os traigo de Harrison fue publicado como parte de su libro de 1940, Atlas For The U.S. Citizen. En él, aparece Estados Unidos observado a vista de pájaro desde tres puntos distintos, cada uno de los cuales simulando las posibles formas que había de que el país sufriera un ataque: desde Berlín, con el ejército alemán entrando a través de Terranova; desde Tokio, con el Imperio del Japón entrando por la Costa Oeste, y desde Caracas, con cualquier enemigo que hubiera tomado Sudamérica al frente.
La intención era clara: el mundo estaba en guerra, y los países amigos estaban sufriendo derrotas en Europa y en Asia. Los ciudadanos estadounidenses, a quienes iba dirigido el atlas, tenían que concienciarse de que la no acción terminaría teniendo consecuencias. Y esas consecuencias se hacían de nuevo tangibles y detalladas en un mapa.
Este segundo mapa de Harrison quizá sea el más conocido de todos. Fue publicado por la revista Fortune en 1941 y muestra al mundo dividido durante la Segunda Guerra Mundial. La forma de mostrar la información de este mapa es magnífica, ya que gracias a la proyección polar se modifica la percepción de distancia entre Estados Unidos y el resto del mundo. Pero para entender el soberbio peso propagandista de este mapa, a favor de que Estados Unidos tomase parte activa de la guerra, es importantísimo revistar las fechas y el contenido del mapa.
El autor utiliza distintos colores para representar la situación, pero para simplificar9 vamos a centrarnos únicamente en el rojo, con el que se muestran los países aliados, y el negro, con el que aparecen los países del eje. El mapa se publicó en agosto de 1941, pero Alemania ya había roto el pacto de no agresión con la Unión Soviética tras lanzar la Operación Barbarroja en diciembre de 1940. Aun así, en el mapa todavía aparece la URSS como si formase parte del eje, lo que ayuda a aportar peso al color negro en el mapa y, dese modo, incrementar la sensación de amenaza y la urgencia por actuar. Por otro lado, si nos fijamos en Estados Unidos, aparece en rojo, como si ya formase parte de las tropas aliadas, pero el ataque de Pearl Harbor, y la consecuente entrada estadounidense en la guerra, no sucedería hasta diciembre de 1941. Harrison ya no pensaba en neutralidad y mostraba de forma directa quiénes eran los amigos y quiénes los enemigos en la guerra, aunque la ciudadanía y el gobierno de los EE. UU. aún no quisieran formar parte.
Finalmente, el 7 de diciembre Estados Unidos entró en la guerra y tan solo doce días más tarde se creó la Oficina de Censura, la cual arrancó la maquinaria propagandista gubernamental, que pocos mese más tarde sería complementada con la Oficina de Información de Guerra, instaurada a mediados de 1942. Con este nuevo contexto, y ya con el respaldo oficial de la administración, Harrison publicó una nueva versión de su popular mapa de 1941.
Analizar las diferencias entre ambos mapas ayudan a entender mucho el radical cambio del mensaje de la propaganda estadounidense a partir de la entrada en la guerra. El primer mapa llevaba el título “Un mundo dividido” y hacía alusiones continuas al peligro y a lo catastrófico que podría ser una no intervención. El segundo mapa cambia el título por “Un mundo, una guerra”, con lo que se respalda en una idea de unidad. A su vez, el color de la Unión Soviética ya está corregido, y el peso del color rojo resulta abrumador, lo que trata de aportar un halo de esperanza entre los estadounidenses, algo muy necesario para pensar que el fin de la guerra está cerca y que todo sacrificio no sería en vano.
Es precisamente hoy. Lo dejo caer sutilmente
Que por cierto, ahora mismo los tengo medio abandonados, pero esto sí que quiero recuperarlo en algún momento.
Ya sé que todos sabéis de la web de mapas, pero si os interesan solo los mapas propagandísticos, podéis encontrarlos aquí (de momento más de 60).
Hay multitud de curiosidades en esta portada. Podría hablar de ellos largo y tendido, pero para no hacer la newsletter eterna, mejor os recomiendo que echéis un vistazo aquí si queréis más detalles.
Se puede decir que tiene parte de razón, ya que después de todo, la propaganda en un estado autoritario y en uno democrático difiere notablemente en la forma y apariencia, aunque no tanto en el fondo.
La asociación llegó a tener 10.000 afiliados en los Estados Unidos, y consiguió el control de algunos medios escritos en alemán. A través de ellos, fomentaron el boicot de negocios judíos en la ciudad de Nueva York.
En este artículo de la oficina de Historia del Departamento de Estado de los EE. UU. se trata todo esto de forma más detallada.
El peligro amarillo o el yellow peril es una metáfora racista que se estableció en Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX para hablar de la población de Asia Oriental y cómo eran un problema para el mundo occidental.
Si queréis más detalles sobre este mapa, podéis echar un vistazo aquí.
Y, sin embargo, nos la siguen colando con la propaganda.
La historia no se repite, pero rima; y nuestros tiempos riman bastante. Sólo hace faltar ver el maniqueísmo imperante entre buenos y malos, la obediencia a un deber superior por mandato celestial, la censura justificada, el miedo y sacrificio por un fin fatal y superior... en fin, manipulación pura y dura a través de medios de ¿des?-¿información? y mal llamados, muchos de ellos, periodistas. Y si rima la propaganda, es porqué el contexto y los intereses también son similares.
Lo peor es que la gente (o una parte significativa, quiere mi optimismo pensar) lo sabe, pero aun así no es capaz de sobreponerse a ello en acto, cuando consumen información y se la tragan (la propaganda) hasta el fondo. Un ejercicio magnífico es dialogar con alguien, hacerle ver racionalmente que está siendo manipulado, presentarle los hechos y hacerle llegar a una conclusión que él mismo reconoce, para ver cómo, tras dos días y vuelta de consumo de la propaganda, vuelve a decir lo mismo; volver a hacerle ver lo mismo y así ad infinitum...
Repetición, simplicidad y emoción; that's all we need, my friend. Animal racional, la diferencia específica del hombre... en fin.
E aquí un ejemplo de este mismo mes de enero, que quizás lo publique alguien como tú dentro de 80 años (con un mapa más cutre y feo, todo sea dicho):
https://www.dailymail.co.uk/news/article-12964575/Germany-preparing-Putin-attack-against-NATO-2025-Leaked-secret-plans-reveal-step-step-Russia-escalate-conflict-war-18-months.html
Por cierto, recomiéndate alguna lectura acerca de la propaganda para estar mejor pertrechados ;)
Saludos,
Llego tarde, pero feliz cumpleaños :)
Menuda entrada larga llena de buena información.