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Buen jueves a todos,
Soy de Segovia y, a pesar de lo irracional del sentimiento, estoy orgulloso de ello. Sé de sobra que es absurdo estar orgulloso de algo que no depende de ti, pero es algo que contra lo que he decidido no luchar y abrazarlo.
Nací en esta ciudad hace 43 años. Como en todas las ciudades pequeñas de Castilla, muchos de los que nacen aquí buscan emigrar en cuanto tienen una opción, por cuestiones múltiples. La más obvia es que, en una ciudad pequeña, las oportunidades son limitadas comparadas con las de una gran ciudad. Hay gente que trabaja en distintos puntos de la administración, en el pequeño comercio, en alguna franquicia y en el turismo. Segovia tiene mucho turismo para su tamaño.

La menos obvia, al menos para quienes desconocen las dinámicas de este tipo de ciudades, es la falta de anonimato. Es relativamente fácil toparse con todos los amigos y familiares que viven allí, pero también con tus compañeros de trabajo o toda esa gente que detestas desde que eras pequeño. Te guste o no, te tienes que acostumbrar a que la gente te conozca por la calle. Porque no hablamos solo de la gente con la que tienes relación, sino de los amigos cotillas de tus padres, familiares de tus amigos, vecinos de gente que conoces… y gente de la que ni siquiera sabes de su existencia, pero que les gusta el salseo1.
Para sobreponerme al primer problema, tuve que estudiar en Madrid, yendo y viniendo desde Segovia todos los días2. Continué con mi primer trabajo durante un año y probé a vivir otro año en Madrid, lo que fue suficiente para saber que la gran ciudad no era para mí. No me importa visitarla, y lo hago a menudo, pero no me gusta vivir allí. Después vinieron muchos años de viajar por cuestión de trabajo, pero de nuevo con sede en Segovia. Poco a poco comencé a teletrabajar algún día a la semana, para 2017 ya eran un par de días a la semana y, finalmente, a comienzos de 2019 pude cambiarme a un puesto en el que teletrabajaba el 100 % del tiempo3.
Tengo la suerte de poder vivir y trabajar en el sitio en el que nací, rodeado de amigos y familia que llevan décadas en mi vida. Sé que sin eso habría sido imposible sentirme a gusto, pero hay mucho más que adoro de esta ciudad. Así que, de forma algo errática y con algún mapa de por medio, os voy a contar cosas.
Una breve historia de la ciudad
Los orígenes de la ciudad de Segovia se remontan a los pueblos celtíberos que poblaron la península, quienes se establecieron en el cerro donde hoy se encuentra el casco histórico de la ciudad4. Digo pueblos celtíberos, porque Segovia se encontraba a medio camino del área de influencia de los arévacos y los vacceos, y muy cerca de los vetones. Estas culturas se entienden bien como un continuo, y Segovia formaba parte de ese continuo, con rasgos distintivos de los tres pueblos.
Los romanos conquistaron la ciudad a mediados del siglo II a. C., y a partir de ese momento comenzó un crecimiento más o menos continuo. La ciudad, que antes de los romanos se reducía al área cercana a donde se sitúa el Alcázar, se extendió hacia el sur, ocupando más de la mitad del actual casco antiguo. Y sí, se construyó un acueducto monumental5 que traía el agua desde la sierra, a quince kilómetros, pero esto se hizo casi tres siglos más tarde, a comienzos del siglo II d. C.

Tras la llegada de los árabes, la ciudad quedó en tierra de nadie. Durante muchas décadas se pensó que había sido abandonada, pero en la actualidad sabemos que no, aunque tenemos muy poca información sobre el periodo árabe, más allá de algunos restos de muralla y los daños estructurales a parte del acueducto. Lo que sí que sabemos es que la muralla, con el trazado actual, se completó a lo largo de la edad media. Con la llegada de los cristianos también se crearon múltiples iglesias e incluso dos catedrales, la segunda después de que la primera fuera destruida en la Guerra de las Comunidades.
Pero lo que realmente trajo prosperidad a la ciudad fue la industria de la lana y los paños. A finales de la edad media logró atraer mucho dinero, con el consecuente crecimiento de los arrabales de la ciudad, más allá del territorio amurallado. Barrios como San Lorenzo, San Millán o Santa Eulalia crecieron de forma notable y desestructurada, como sucedía en cualquier ciudad del mundo antes de que el urbanismo pusiera un poco de orden.
Los grandes cambios en la ciudad llegaron a lo largo del siglo XIX, cuando las desamortizaciones destruyeron múltiples iglesias y dieron paso a las plazas del casco antiguo, pero también cuando el arquitecto Joaquín Odriozola se encargó de establecer grandes avenidas y tirar algunas puertas de la muralla. Cosas de la modernidad del siglo XIX, cuando aún no había conciencia de patrimonio que preservar.
En el siglo XX, como en el resto de España, llegó la explosión demográfica. En el 1900, Segovia apenas llegaba a los 15.000 habitantes, y en cuestión de un siglo su población se multiplicó por casi cuatro hasta llegar a los 55.000, en torno al año 2000. Se crearon nuevos barrios, aunque de forma bastante sostenida, lo que permitió que muchos pueblos cercanos crecieran de forma notable6.
Y bueno, el acueducto dejó de funcionar. Porque sí, aunque parezca curioso, el acueducto romano estuvo funcionando desde su construcción hasta mediados del siglo XX. Durante la edad media estuvo en situación muy precaria, ya que no había una entidad fuerte que garantizase su mantenimiento, por lo que muchos tramos posiblemente necesitaron estructuras de madera para garantizar la llegada de agua. Los Reyes Católicos hicieron a Segovia el favor de recuperar la estructura de piedra y, los más de cuatro siglos posteriores, el mantenimiento del monumento fue continuo, casi cada década.
Mis raíces segovianas
He comentado que yo he nacido en Segovia, pero es que mis padres también nacieron en la provincia de Segovia. Y también mis cuatro abuelos y mis siete bisabuelos7. Todo lo que había preguntado a mi familia se ceñía en exclusiva a la provincia de Segovia, nadie tenía conciencia de ningún antepasado que hubiera venido de más lejos. Por supuesto, antes del 1900, lo más habitual era que la gente viviera su vida en su localidad natal o en alguno de los pueblos de alrededor. En Castilla, eran muy pocos los que llegaban de fuera.
A lo largo de mi vida he pasado muchas, pero que muchas horas hablando con mis padres sobre su familia y sus antepasados. Bien sabéis que me gusta la historia, pero me fascina aún más la historia de la gente de a pie, aquellos que no participaron en grandes eventos y son invisibles en los libros de historia. Pero claro, la memoria de mis padres es la que es, y los dos abuelos que conocí ya eran muy mayores cuando nací, así que tampoco había mucha más información que pudiera recabar de forma directa.
En otoño de 2022 me enteré de que los mormones habían digitalizado todos los registros religiosos de Segovia y los habían colgado en una web. Además, todos los registros habían empezado a estar indexados, así que era posible buscar registros de personas concretas, siempre y cuando tuvieras datos suficientes. Lo mejor llegó cuando me puse a buscar registros y observé cómo la diócesis de Segovia registraba en todas las partidas de nacimiento el nombre y apellidos de la persona bautizada, de sus padres y de sus cuatro abuelos, estuvieran o no presentes en el bautizo.
Con toda esa información, me puse a construir de forma obsesiva mi árbol genealógico. Y bueno, cuando algo me obsesiona, se me suele dar bastante bien. De los 62 antepasados que tengo en las últimas cinco generaciones8, logré localizar correctamente 55. De los 1022 antepasados que tengo en las últimas nueve generaciones, logré localizar 290. En algunas ramas, llegué hasta comienzos del siglo XVI, catorce generaciones atrás.
¿Y sabéis lo curioso? Que todos los antepasados que logré identificar eran nativos de la provincia de Segovia. Soy extremadamente segoviano. Aquí os dejo un mapa de los pueblos donde nacieron todos los antepasados que tengo localizados.
No es que hable únicamente de la provincia de Segovia, es que todo se limita fundamentalmente a un puñado de pueblos cercanos entre sí. Navalmanzano, el pueblo natal de mi madre, copa la mayoría, pero también tengo muchos antepasados en Fuentepelayo, Zarzuela del Pinar, Mozoncillo, Gomezserracín y Pinarejos.
Por supuesto, este mapa y toda mi investigación tienen un sesgo que no puedo negar: es mucho más fácil seguir buscando antepasados en los registros de un pueblo conocido que intentar localizar correctamente partidas de nacimiento en pueblos más alejados, con los posibles cambios en los apellidos. Porque sí, es fascinante cómo nombres y apellidos cambian cuando las personas que se registran son analfabetas y no pueden validar si su nombre está bien escrito o no9.
El folk segoviano
Como guinda para el pastel, quería aprovechar esta carta a mis raíces y a mi tierra para traer algo que considero esencial de mi amor por Segovia: su folclore. La provincia de Segovia tuvo la suerte de que Agapito Marazuela naciera en ella. Hasta finales del siglo XIX, la tradición oral mantenía un folclore que gozaba de variedad de pueblo en pueblo, con multitud de cantos peculiares de cada localidad, con ligeras similitudes entre lugares cercanos.
Antes de que la industrialización causara la gran migración del campo a la ciudad y de que la radio y la televisión normalizasen esa diversidad cultural, Agapito Marazuela recorrió la provincia de Segovia y muchas de sus provincias colindantes recopilando rondas, tonadas, jotas, romances y demás cantos populares de cada uno de los pueblos. Todo ese trabajo quedó inmortalizado en sus múltiples cancioneros y, gracias a ello, Segovia es uno de los lugares de España donde mejor se ha conseguido preservar su diverso folclore.
En los años 70, grupos como el Nuevo Mester de Juglaría o la Ronda Segoviana, ahondaron en todo ese folclore y lo mantuvieron vivo. Estos grupos sonaron en gran parte de Castilla y, como seguramente no os sorprenda, en casa de mis padres. Al comienzo apenas me importaba ese sonido, pero con la edad he aprendido a disfrutar de la música en un contexto mucho más amplio, siendo el folk, más especialmente el castellano, una de mis pasiones.
Si tenéis interés por toda esta tradición cultural, os recomiendo encarecidamente que echéis un vistazo a la historia de Agapito Marazuela, y escuchéis algunas de las composiciones que se inmortalizaron gracias a él. Pero para cerrar este escrito tan segoviano, creo que el broche es justo que lo ponga el “Canto de Carnaval”, que es el título de la jota que en Segovia se conoce popularmente como “La Chica Segoviana”. Aquí os dejo un vídeo en el que Fernando Ortiz de Frutos, componente del Nuevo Mester de Juglaría, habla un poco sobre la canción y muestra dos grabaciones populares de los años 70.
Entiéndase como sinónimo de cotilleo, chismorreo.
Como miles de personas llevan haciendo para estudiar y trabajar desde hace muchas décadas.
Todo el mundo necesita tiempo para aprender a convivir con el teletrabajo, ya que no es oro todo lo que reluce. A mí me llevó algo más de un año y, precisamente, la pandemia me permitió encontrar el equilibrio perfecto con el que sigo cinco años después.
En la ciudad hay un área arqueológica en la que se han encontrado restos de ocupación neandertal, pero aquí hablo únicamente de poblamiento continuo.
En el futuro, os tengo que hablar del acueducto en detalle. Hay mapas y planos maravillosos que lo describen, además de toda la historia que explica cómo una ciudad romana tan irrelevante terminó con uno de los acueductos romanos más icónicos.
El alfoz de Segovia, que es como se conocen los pueblos a menos de 15 kilómetros de la ciudad, tiene una población actualmente de más de 30.000 habitantes. Para los estándares de una ciudad grande no es nada, pero es que Segovia tan solo cuenta con 52.000 habitantes actualmente.
Uno de mis abuelos fue hijo de madre soltera. Obviamente, tengo ocho bisabuelos, como cualquiera, pero uno de ellos es imposible de rastrear.
Las matemáticas no son del todo intuitivas, así que os dejo aquí el cálculo: 2 + 4 + 8 + 16 + 32 = 62.
Sobre esto tengo una anécdota muy interesante. El apellido de uno de mis abuelos cambió entre su registro de nacimiento (y el de toda su familia) y el que luego usó en su edad adulta. No sabía leer, así que nunca fue realmente consciente de que esto había sucedido, a pesar de que un hermanastro suyo sí que mantuvo su apellido de nacimiento.
Pues Miguel es todo un placer poder disfrutar de los artículos de un escritor extremadamente segoviano 🤭
Bueno, Milhaud. Me ha gustado muchísimo tu carta de amor a la tierra. Viví 3 meses en Segovia (en la academia de artillería, haciendo la mili en 1990). La ciudad la recuerdo preciosa, a pesar de que por las tardes, el paseo que nos permitían al salir del cuartel no era del todo libre, porque era obligatorio vestir el uniforme y no podíamos evitar cruzarnos con nuestros mandos por las calles. Recorrí buena parte de la capital y la provincia, escuché al Mester, aprendí mucho y salí alférez de allí. Debería volver a visitar la ciudad, pero como civil 😉