La semana antes de que nos confinaran yo salía en coche hacia el aeropuerto de Bilbao a la misma hora a la que el Lehendakari anunciaba que cerraba los colegios.
Llamé a mi marido, para que pudiera hacerse cargo. Con la chavalería adolescente, que tuvieran que estar en casa tampoco era un drama como cuando eran más pequeños, pero iba a tener una logística diferente, claro.
Viajé a Sevilla con miedo. En Sevilla me miraban como a una apestada porque Vitoria fue uno de los primeros focos del virus en España.
Estando en el hotel de Sevilla, llamé a mi compa Maitane, para ver qué hacíamos con el TEDx, que era a primeros de mayo, apenas dos meses después de aquello, porque ya veíamos que iba a ser imposible. Estando allí, hablé con cada uno de los sponsors, con los ponentes y con el Palacio de Congresos. Informamos de que aplazábamos el evento a septiembre...
Volví de Sevilla el jueves por la noche... y ya no volví a salir de casa hasta finales de abril.
La verdad... no recuerdo el confinamiento como una época mala. Sí rara. No mala.
Yo tengo recuerdos enfrentados. Sé que anímicamente estuve mucho peor la semana antes de que nos cerraran, por la incertidumbre, que durante el confinamiento (que ya era lo que había).
De lo que sí que me acuerdo a menudo es de lo que le costaba a mucha gente admitir la evidencia. Me pasé dos días de la primera semana intentando convencer a unos compañeros británicos de que el curso presencial que estaba planificado para comienzos de abril en Reading había que cancelarlo. Las medidas aún no se habían tomado en Reino Unido, y había un par de personas que consideraban que esas cosas que se habían hecho en España e Italia eran impensables en Inglaterra.
La semana antes de que nos confinaran yo salía en coche hacia el aeropuerto de Bilbao a la misma hora a la que el Lehendakari anunciaba que cerraba los colegios.
Llamé a mi marido, para que pudiera hacerse cargo. Con la chavalería adolescente, que tuvieran que estar en casa tampoco era un drama como cuando eran más pequeños, pero iba a tener una logística diferente, claro.
Viajé a Sevilla con miedo. En Sevilla me miraban como a una apestada porque Vitoria fue uno de los primeros focos del virus en España.
Estando en el hotel de Sevilla, llamé a mi compa Maitane, para ver qué hacíamos con el TEDx, que era a primeros de mayo, apenas dos meses después de aquello, porque ya veíamos que iba a ser imposible. Estando allí, hablé con cada uno de los sponsors, con los ponentes y con el Palacio de Congresos. Informamos de que aplazábamos el evento a septiembre...
Volví de Sevilla el jueves por la noche... y ya no volví a salir de casa hasta finales de abril.
La verdad... no recuerdo el confinamiento como una época mala. Sí rara. No mala.
Yo tengo recuerdos enfrentados. Sé que anímicamente estuve mucho peor la semana antes de que nos cerraran, por la incertidumbre, que durante el confinamiento (que ya era lo que había).
De lo que sí que me acuerdo a menudo es de lo que le costaba a mucha gente admitir la evidencia. Me pasé dos días de la primera semana intentando convencer a unos compañeros británicos de que el curso presencial que estaba planificado para comienzos de abril en Reading había que cancelarlo. Las medidas aún no se habían tomado en Reino Unido, y había un par de personas que consideraban que esas cosas que se habían hecho en España e Italia eran impensables en Inglaterra.
Mil recuerdos. Cuando en USA el señor naranja empezó a recomendar beber lejía y a Fauci le daba la risa por detrás suyo…
La verdad es que fue totalmente alucinante lo que pasó.
Cuídate!