Buen martes a todos,
Antes de adentrarnos en el tema de hoy, me gustaría compartir con vosotros que, con este 2025, también he decidido adentrarme en una nueva aventura. He decidido crear una nueva newsletter: A Cartographer’s Tale. Llevaba tiempo pensando en cómo estructurarlo y hacerlo sostenible, pero tenía ganas de escribir también en inglés. La mayoría del contenido que aparezca ahí será adaptado1 de lo que ya publico por aquí. Así que, a pesar de que es posible que haya artículos que vean la luz primero en el nuevo lugar, solo recomiendo suscribiros si os encontráis más cómodos leyendo en inglés que en español.
Eso sí, os agradecería que compartierais esa nueva newsletter con cualquier persona que creáis que pueda interesarle. Una de las razones para crear esta nueva publicación es que llevo más de 18 años viajando por Europa2 y trabajando en inglés3 y he conocido mucha gente que no habla ni papa de español que tiene interés en leer las cosas que escribo. De algún modo, este será mi intento de saciarles esa curiosidad y, de paso, la de cualquier no-hablante de español y hablante de inglés.
Dicho eso, ahora a lo verdaderamente importante. Después de un par de semanas de celebraciones familiares, toca afrontar uno de los periodos que menos me gustan del año. Lo principal es que hace frío y, posiblemente, lo peor está aún por llegar. Pero es lo que toca en invierno y, más concretamente, en la ciudad en la que vivo4. En líneas generales, las semanas más frías del hemisferio norte tienen lugar entre mediados de enero y primeros de febrero. Sí, es verdad que los días llevan haciéndose más largos desde hace un par de semanas, pero eso de momento no compensa las pelonas5 que caen cada mañana.
Aparte de mis quejas, esto no tiene unas consecuencias mayores. Los días en que las temperaturas bajan algo más, el ayuntamiento suele echar algo de sal por las calles para evitar las placas de hielo y, aun así, suele hacer falta andarse con ojo para no terminar comprobando la dureza del pavimento. Otros lugares del mundo tienen cambios en sus dinámicas mucho más importantes.
Ese es el caso del mar Báltico, sus costas y sus pueblos. Ellos serán los protagonistas del artículo de hoy.
El hielo del mar Báltico
El Báltico, tal y como lo conocemos, es un mar joven. Durante la última glaciación, cuyo pico tuvo lugar hace 22 000 años, toda esta región, al igual que todo el norte de Europa, estuvo totalmente cubierta de hielo. Cuando comenzó el retroceso del hielo, se formó el lago glacial Báltico, el cual ocupó la región sur del actual mar Báltico durante unos 6 000 años. Entonces el lago glacial Báltico conectó a través de Suecia con el mar del Norte y se formó el mar de Yoldia.
Apenas 600 años más tarde, el mar de Yoldia volvió a cerrarse para formar el lago Ancylus, el cual se mantuvo aislado durante más de 1 500 años, hasta que finalmente conectó con el mar del Norte, una vez más, y el mar Báltico tomó su forma actual, hace aproximadamente unos 8 000 años. El origen del mar Báltico es semejante al de los Grandes Lagos, razón por la cual preserva una salinidad extraordinariamente baja, de unos 8 gramos por litro de agua. Como referencia, el mar Mediterráneo cuenta con una salinidad más de cuatro veces superior, de unos 38 gramos por litro de agua.
Esto podría ser algo irrelevante, pero es una de las razones que facilita que el mar Báltico se cubre de hielo parcialmente año tras año por estas fechas. Esta peculiaridad ha hecho que, a lo largo de la historia, los pueblos que han habitado sus costas hayan tenido que adecuarse a las duras condiciones invernales. Con una alimentación basada en la pesca y su estacionalidad, los habitantes de la costa del Báltico aprendieron a hacer acopio de materia prima durante la época estival y desarrollaron mecanismos para preservarlo durante el invierno como el pescado seco, el pescado salado o el plato estrella de la cocina báltica, el pescado fermentado6.
La vida de los pueblos de la región se adaptó inevitablemente al clima extremo. Establecieron marcadas rutinas estacionales, con el uso de barcos en verano y el uso de trineos en invierno. Aprendieron a pescar sobre hielo y también supieron limitar la fabricación de equipos de pesca al periodo invernal, cuando la actividad era mucho más baja.
Entender los patrones de congelación
La convivencia con el hielo del Báltico, además de forzar una adaptación de la vida cotidiana, también supone que situaciones extraordinarias tengan que adaptarse. Ya en las sagas noruegas, y replicada en el poema anglosajón Beowulf, se relata una batalla que tuvo lugar sobre el lago helado de Vänern. Este evento se ha datado en torno al año 530 y se considera semi-legendario, por lo que muchos de los detalles pueden ser exageraciones o meras invenciones para otorgar poder a la narrativa.
La historia se ha encargado de aportar veracidad a la parte que se centra en la lucha fuera sobre el hielo. Durante las Cruzadas Bálticas, en el siglo XIII, se han detallado varios enfrentamientos sobre el hielo. La primera de importancia, que ha pasado a la historia como la Batalla sobre el Hielo, enfrentó a la Orden Teutónica y a la República de Nóvgorod sobre el lago Peipus. Pero para el tema de hoy, mucho más interesante es la batalla de Karuse, en la que lucharon Lituania y la Orden Livonia entre la isla de Muhu y tierra firme, en medio del mar Báltico.
Livonios y lituanos no solo se enfrentaron en medio del mar Báltico, sino que en las semanas previas el ejército lituano había marchado desde Riga hasta Saaremaa, la isla más grande de Estonia, atravesando el golfo de Riga, también totalmente congelado. Esto únicamente fue posible porque los eventos ocurrieron durante el invierno de 1269 a 1270, cuando la capa de hielo se extendió por todo el golfo de Riga y fue lo suficientemente consistente como para que un ejército pudiera caminar sobre ella sin que colapsase.
Cada invierno es diferente y, en consecuencia, la extensión del hielo sobre el Báltico también varía. Los inviernos de 1808 y 1809 fueron especialmente duros, lo que fue determinante en la Guerra finlandesa. Las fuentes históricas hablan de una capa de hielo extraordinaria durante los dos años de guerra, lo cual permitió al ejército del general ruso Piotr Bagratión atravesar el golfo de Finlandia a pie y llegar al archipiélago de Åland, en medio del mar Báltico.
Otra serie de inviernos especialmente duros tuvieron lugar a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, cuando Finlandia se defendió contra la invasión de Unión Soviética en la guerra de Invierno. La congelación total de la bahía de Víborg en marzo de 1940 permitió que las tropas soviéticas la atravesaran desde varios puntos el día antes de finalizar la guerra. Esto ayudó a que, durante la firma del tratado de paz, Finlandia perdiera por completo el istmo de Carelia, incluyendo la ciudad de Víborg y su bahía.
En total, desde 1720, se estima que el mar Báltico se ha congelado por completo un total de veinte veces. Los 400.000 km2 de extensión quedaron cubiertos totalmente de hielo durante esos inviernos. El último de ellos tuvo lugar en 1987, el invierno más duro de la región del siglo XX. Como contrapunto, en 2008 apenas se formó hielo en todo el Báltico, con la excepción de las zonas costeras del sur. Pero, si obviamos las situaciones extremas, hay patrones que definen las regiones con más facilidad para congelarse y que cambian las dinámicas del mar.
Esto lo entendió a la perfección el ejército estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial y, por esa razón, se propuso estudiar el comportamiento del hielo del Báltico. Como resultado, en 1946 publicaron un atlas con diez mapas en los que se detallaba el patrón de congelación del mar Báltico del mes de octubre al mes de junio7. En este enlace podéis consultar todos los mapas mensuales, aunque aquí os dejaré algunos de los más interesantes para visualizar el cambio. Que dicho sea, los mapas, además de informativos, son una auténtica preciosidad.
Esos cuatro mapas detallan a la perfección el patrón de congelación del mar Báltico. Comienza a ser notable a partir del mes de diciembre, y progresivamente va en aumento hasta alcanzar su punto álgido en el mes de marzo, momento en el que empieza a descongelarse. Como sucede en las montañas, a pesar de que el mes más frío sea febrero, la congelación sigue en aumento durante un mes más. Esto, al igual que pasa en montañas y regiones polares, se debe a que se necesita mucho más frío para construir las primeras capas de hielo que para mantenerlas o extenderlas ligeramente.
En la actualidad, el instituto meteorológico de Finlandia mantiene una página web en la que se puede consultar cada semana cómo se encuentra la superficie de hielo sobre la región norte del mar Báltico y se puede consultar la comparativa con la situación habitual. En este 2025, de momento, hay mucho más hielo en la región más septentrional, pero parece que habrá menos hielo en la parte más meridional.
El transporte sobre el hielo
Cada invierno, las costas del mar Báltico se llenan de gente practicando esquí de travesía. Aunque no sea un invierno duro, lo más probable es que algunos metros de costa estén completamente cubiertos de hielo para el disfrute de los locales. Los principales puertos cuentan con barcos rompehielos para facilitar el transporte marítimo, al menos cuando no se trata de los meses más duros. Pero al igual que los trineos se utilizaron durante siglos, en la actualidad también hay quien utiliza el coche para atravesar las aguas del Báltico.
Finlandia tiene múltiples carreteras sobre el hielo que se activan cada invierno para atravesar algunos de los muchos lagos que están repartidos por el país. Pero la carretera sobre hielo más larga de todo el país se activa casi todos los inviernos para unir Hailuoto, la isla más grandes del golfo de Botnia, con la parte continental del país. Este tramo forma parte de la carretera regional 816 que, durante la mayor parte del año, está cubierto por un ferry, pero en invierno se sustituye por el tránsito de los coches directamente sobre el hielo.
Pero si un país tiene estandarizado el uso de las carreteras sobre el mar Báltico, ese es Estonia. En el mismo lugar donde lucharon lituanos y livonios hace más de 750 años, en la actualidad se establece una red de seis carreteras que conecta las principales islas de Estonia con la parte continental cada invierno. O al menos cuando el invierno es lo suficientemente frío como para que la capa de hielo sea lo suficientemente firme como para que transiten vehículos por ella.
Tan sorprendente como la existencia de estas carreteras es la especial normativa de circulación que se aplica cuando los conductores se adentran en estos trayectos. Conducir sobre hielo no es igual que hacerlo sobre asfalto, así que hay que adecuarse a las circunstancias8:
La velocidad de los vehículos tiene que ser inferior a 25 km/h o entre 40 y 70 km/h. Si se sitúa entre 25 y 40 km/h, hay riesgo de que el coche entre en resonancia con el hielo y lo rompa.
Está prohibido el uso del cinturón de seguridad o bloquear las puertas. Por lo general, no hay accidentes, pero en caso de haberlos hay que asegurarse poder salir del coche cuanto antes.
No se puede conducir de noche. Tampoco con tormenta o niebla. La visibilidad tiene que ser amplia, ya que la capacidad de frenar de un vehículo es limitada. Es más, un frenazo también puede ser un gran problema para la estabilidad del hielo sobre el que se circula.
Visto todo esto, ¿os animáis a caminar o conducir sobre el hielo del Báltico este invierno? Las carreteras no suelen abrir hasta finales de enero, así que tenéis tiempo para pensároslo.
No digo traducido porque soy de los que consideran que es necesario adaptar. Traducir sin más suele restar mucho valor.
Ya no. Viajé mucho hasta marzo de 2019, luego conseguí el ansiado teletrabajo. Algún día es posible que cuente esa historia.
Un par de años en mi primera empresa, donde debería haber aprendido francés y me quedé a medias, y los más de 16 años que llevo currando en la empresa actual. Ahí es nada.
No vivo en Islandia, pero sí en Segovia, una de las ciudades más frías de España.
Así es como llamamos a las heladas en mi tierra. Aclaro porque creo que es un localismo.
El origen del pescado fermentado, actualmente, se sitúa en el sur de Suecia hace unos 9 200 años. Mucho anterior al garo de fenicios y romanos.
El décimo mapa que se incluye en el atlas es una descripción de la región.
Aquí os dejo la normativa completa, que es muy interesante.
¿Arenque
fermentado?
¿Surströmming?
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El verano pasado estuve en una playa cerca de Gotemburgo Suecia, por alguna razón me apeteció probar el mar, porque no sentía que fuera como el mar que tenemos en México, hasta el aire se siente diferente allá y para mi sorpresa me supo menos salado. Pero jamas investigué ni indagué nada mas. Ahora lo entiendo, muy interesante. Espero aprender a conducir sobre hielo en un par de años.