Las cataratas del Niágara, un vestigio de la última edad de hielo
Newsletter #49 – 2024/02/13
Buen martes a todos,
Hoy voy tarde. Llevo más de un par de semanas renqueando con un catarro que no me tumba por completo, pero que tampoco me permite estar a tope. He ido tirando adelante y, para sorpresa de nadie, al final el cansancio me ha hecho tirar del freno. Normalmente, escribo la newsletter el domingo o el lunes, pero esta vez ha sido un trabajo mucho más relajado que no he terminado hasta este mismo martes poco antes de dar al botón de enviar.
Hoy vengo a hablaros de las cataratas del Niágara. Yo, como mucha gente de mi generación, descubrí este lugar en televisión, gracias a una película de Superman1 en la que el protagonista rescata a un chaval que despeñaba desde un mirador. Seguramente, los padres le habían dicho al chaval cientos de veces que no hiciera el cafre, pero ahí tenía que estar Superman para permitir que el chaval recibiera la bronca pertinente más tarde. En cualquier caso, en esa escena, Lois Lane habla sobre la gran maravilla de la naturaleza que son las cataratas del Niágara, y puedo afirmar que sí que impresionan2: no os las perdáis si alguna vez os pilla cerca en algún viaje.
Pero bueno, lo que viene a continuación es algo mucho más interesante que aquella película de sobremesa. Os contaré la historia detrás de esta maravilla de la naturaleza.
La gran capa de hielo Laurentino y el lago Agassiz
Durante más de 100.000 años, gran parte de Norteamérica estuvo recubierta de la gran capa de hielo Laurentino. Esta capa de hielo soterró por completo todo el territorio ocupado actualmente por Canadá, además de gran parte de los actuales Estados Unidos, a lo largo de más de 13 millones de kilómetros cuadrados. En su zona central, llegó a tener un espesor de más de dos kilómetros, lo que en conjunto supuso un volumen de hielo de más de 25 millones de kilómetros cúbicos. Para referencia, la Antártida en la actualidad tiene 30 millones de kilómetros cúbicos de hielo almacenado.
La gran capa de hielo Laurentino entró en recesión hace unos 20.000 años, lo que facilitó que al sur se comenzase a formar un importante lago: El lago Agassiz. Su existencia fue teorizada en primera vez en 1832 por William Keating, aunque fue Louis Agassiz3 quien en 1879 planteó que este lago se habría originado por el deshielo. Durante las siguientes décadas, el Servicio Geológico de los Estados Unidos fomentó la investigación de este lago, lo que permitió que Warren Upham publicase en 1896 el primer mapa del lago Agassiz.
La máxima extensión del lago Agassiz se alcanzó hace unos 13.000 años y, actualmente, se estima que ese tamaño sobrepasa con creces el del mapa de Upham. Llegó a ocupar más de 440.000 km², lo que supone una extensión superior al mar Caspio, el cual cuenta en la actualidad con 371.000 km². En cuestión de volumen, la diferencia entre ambos fue aún superior, ya que el lago Agassiz acumuló 163,000 km³ de agua, lo que supone más del doble de lo que hay almacenado en el mar Caspio. Además, por su naturaleza glaciar, este lago fue de agua dulce, a diferencia del mar Caspio, que está compuesto de agua salada4.
El proceso de deshielo no fue lineal, ya que hubo periodos en los que el hielo se desplazó del nuevo al sur. En función del volumen de agua que recibía el lago, este terminó desbordándose y drenándose hasta cuatro veces a lo largo de 4.000 años. El lago Agassiz perdió agua en cuatro direcciones: hacia el noroeste llegando al océano Ártico, hacia el noreste llegando al océano Atlántico norte, por el este llegando al océano Atlántico y hacia el sur llegando al golfo de México. Estos drenajes masivos tuvieron un fuerte impacto en el clima y en las primeras civilizaciones americanas, cuyo mejor ejemplo puede ser la formación de los Everglades5.
El deshielo de la capa de hielo Laurentino un poco más al este del lago Agassiz, junto al drenaje del propio Agassiz descrito hacia el este, ayudaron a llenar de agua los valles erosionados por glaciares a lo largo de más de 80.000 años formando lo que hoy conocemos como los Grandes Lagos.
Los grandes Lagos y las cataratas del Niágara
Desde el momento de su primera formación, los Grandes Lagos han estado interconectados en sí, generando un gran flujo continuo de agua dulce a través del río San Lorenzo al golfo de San Lorenzo, en el océano Atlántico. El flujo continuo se mantiene, con la excepción de los lagos Michigan y Hurón interconectados entre sí, a través de ríos. En general, los ríos no han de salvar grandes desniveles, por lo que su capacidad erosiva es mínima, con la única excepción del río Niágara, donde se salva un desnivel de casi 100 metros entre los lagos Erie y Ontario.
El agua comenzó a caer por ese acantilado de 100 metros hace 10.000 años, dando lugar al origen de las Cataratas del Niágara. En un primer momento, el río Niágara circulaba a la misma altitud que el lago Erie, y el salto se encontraba cerca de la desembocadura en el lago Ontario. Diez milenios son muchos años para poder apreciar los efectos de la erosión. Gracias a ella, a lo largo del río Niágara se ha formado una formidable garganta de 11 kilómetros de distancia, que es la distancia a la que se encuentra en la actualidad las Cataratas del Niágara de la desembocadura del río.
Esta erosión se mantiene en marcha, y las observaciones estiman que la garganta aumenta su longitud a unos 30 centímetros al año, algo inferior a la velocidad histórica de más de 1 metro al año. Si el ritmo se mantiene a futuro, las Cataratas del Niágara seguirán siendo una maravilla de la naturaleza durante los siguientes 50.000 años, hasta consumir los 32 kilómetros de curso alto del río Niágara antes de llegar al lago Erie.
Epílogo: el descubrimiento europeo
En mayo de 1675, a petición de Luis XIV, cuatro misioneros fueron enviados a la por aquel entonces conocida como Nueva Francia. El grupo, acompañado del renombrado explorador Robert de La Salle, recorrió la zona este de los Grandes Lagos durante los tres primeros años. En 1679, el grupo decidió cruzar al inexplorado oeste de Nueva Francia, más allá de los Grandes Lagos.
En 1680, al regreso de la expedición, Louis Hennepin, uno de los cuatro misioneros nombrados por Luis XIV, publicó un relato en una revista con todos los detalles de la expedición. Aquel escrito hablaba de unas impresionantes cataratas, más grandes y caudalosas que cualquier otra que jamás hubiera visto. Louis Hennepin había llegado junto a Robert de La Salle a las que hoy conocemos como Cataratas del Niágara.
Louis y Robert no habían sido los primeros humanos en toparse con esa gran maravilla de la naturaleza. Quizá ni siquiera fueran los primeros europeos, ya que distintos historiadores dudan que gente como Samuel de Champlain, Paul Ragueneau o Jean de Brébeuf pudieran haber llegado antes. Pero fuera de toda duda, miles de iroqueses, una tribu amerindia de la zona de los Grandes Lagos, conocían las Cataratas del Niágara desde cientos de años antes de la llegada de los europeos.
He buscado y parece que es Superman II, de 1980.
Tuve la suerte de poder visitarlas hace 9 años y es una pasada de sitio. Pero también os digo, Iguazú es una experiencia que merece más la pena. Si podéis elegir, el lado argentino de las cataratas de Iguazú quizá sea la caída de agua más impresionante del mundo.
Además de plantear el origen glaciar del lago, también dio nombre
El mar Caspio tiene su origen en el cierre del antiguo mar de Tetis, al igual que el mar de Aral, el mar Negro o incluso el mar Mediterráneo. Puede ser un tema interesante para otra newsletter.
Los Everglades son los humedales tropicales que ocupan el sur de Florida. Antes del deshielo, esta región era prácticamente un desierto. Es posible que algún día traiga la cuestión a la newsletter también.
Muy interesante. Me has recordado la interesantísima historia de la formación del Mediterráneo, en dos cascadas sucesivas que hoy están sepultadas. Parece que después de desecarse, se inundó muy rápidamente. Tuvo que ser espectacular y daría para una buena historia, conectada además con tu entrada sobre la profundidad de los océanos. Ahí va la idea. https://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_salina_del_Messiniense
Muy interesante, como siempre.