Buen martes a todos,
La semana pasada, Emi me descubrió una maravillosa web, Public Domain Image Archive, en la que se han catalogado más de 10.000 imágenes libres de derechos con una única cosa en común: su belleza. Entre las muchas joyas, como no podía ser de otra forma, me puse a buscar qué mapas habían seleccionado para la colección. Me he llevado alguna sorpresa que no conocía, pero también me ha servido para recordar muchos mapas que tenía olvidados.
Partiendo de algún mapa de la colección, no recuerdo exactamente cuál, me puse a navegar en el origen de los mapas antropomorfos, para terminar aterrizando en uno de los más icónicos del siglo XVI: Europa Regina1.
Y esa es precisamente la historia que he decidido traeros hoy.
El mito de Europa
Hesíodo y Omero, en la Antigua Grecia, son las primeras referencias que tenemos a la figura de Europa, aunque posiblemente su historia les preceda por varios siglos. Se trataba de una princesa fenicia que, como muchas otras mujeres de la mitología griega, fue raptada por Zeus.
En esta ocasión, el dios griego se transformó en un toro blanco para infiltrarse entre el ganado del padre de Europa. Zeus se mostró como un animal grandioso, logrando su objetivo de llamar la atención de Europa. Esta se acercó al toro y, tras comprobar que era manso, decidió montarse en su lomo, lo que fue aprovechado por Zeus para llevársela lejos de su casa.
Tras atravesar el mar, el toro llegó con Europa a la isla de Creta, donde Zeus mostró su identidad. El dios del trueno no había preguntado a su víctima, pero cautivado por su belleza quiso hacerla sentir como en casa, por lo que la convirtió en la primera reina de la isla. Además, para mostrar su gratitud, también preparó cuatro regalos: Un collar hecho por Hefesto; Talos, un autómata gigante; Lélape, un perro que siempre atrapaba a su presa, y una jabalina que siempre daba en el blanco.
Como suele suceder con los mitos griegos2, esta es una de las muchas variaciones de la historia. Hay otras que simplemente hablan de que Zeus, al llegar a la isla, engendró tres hijos con Europa, tras lo cual la hizo casar con el rey de Creta. Los regalos, en esta otra versión, serían los regalos de bodas para Europa.
Historiadores y antropólogos han aportado interpretaciones de este mito y de dónde puede surgir su existencia. Parece que la historia pudo tener sus orígenes en una historia semejante que tenía como protagonistas a los dioses fenicios Attar, en forma de órice de Arabia3, y Astarté. Con eso en mente, la interpretación más común del mito es la unión entre Oriente y Occidente, una forma de acercar pueblos y tradiciones en el boyante Mediterráneo de la antigüedad.
El continente europeo
Como seguramente sepáis o sospechéis, Europa no siempre se ha llamado Europa. Es más, cuando se crearon los primeros asentamientos humanos permanentes, los territorios no tenían nombre por sí mismos. Si nos remontamos al Antiguo Egipto o a Babilonia, las civilizaciones importantes y que nos han dejado registros, tenían noción de otros pueblos más allá de sus fronteras. Ya fuera por cuestiones comerciales o militares, era fundamental poner nombre a todos los grupos humanos con los que se podía llegar a interaccionar, pero era innecesario poner nombre a la tierra que esos pueblos pisaban.
No es hasta tiempos de la Antigua Grecia cuando la geografía toma peso y los territorios comienzan a ganarse apelativos propios, al margen de sus habitantes4. Las primeras referencias a Europa de las que tenemos constancia se limitan únicamente a la Grecia continental, pero ya en torno al año 500 a. C., Hecateo de Mileto escribió Ges Periodos, donde Europa comienza a asemejarse a lo que nosotros conocemos.
Esta obra de Hecateo se dividía en dos volúmenes, uno dedicado a Europa y otro dedicado a Asia, en la cual también incluía a Libia5. Comenzando en el estrecho de Gibraltar, el autor griego recorría toda la costa del mar Mediterráneo y del mar Negro, mientras que describía los lugares y las gentes que los habitaban. A pesar de que únicamente se preservan fragmentos de su obra original, ahí encontramos una de las primeras referencias no solo a Europa, sino también a otras regiones como India o Iberia.
La definición de Europa, como ya vimos hace tiempo por aquí, es algo controvertida. En torno al siglo I a. C., se utilizaba únicamente el estrecho del Bósforo para definir Europa como todo lo que se encontraba al oeste, pero con la división del Imperio Romano, el término también se utilizó para referirse al Imperio de Occidente. Con la expansión del Islam, Europa quedó relegada a aquellos territorios que no habían pisado los musulmanes. Podemos decir que no fue hasta la caída de Constantinopla, en 1453, y la conquista de Granada, en 1492, cuando la identidad actual de Europa se fue consolidando.
Europa Regina
Con una idea del continente europeo definida, el conocido mito de Europa y los avances de la cartografía en el siglo XVI, surge la maravillosa idea de Europa Regina.
Esta es una imagen escaneada del primer mapa en el que se representa Europa con forma de mujer. Se trata de una obra de Johannes Putsch, de la cual únicamente se conserva una copia en el museo estatal del Tirol. El mapa carecía de título y sabemos que sus coetáneos se referían a él como Europa en la forma de una doncella. A pesar de ello, es evidente que los atributos con los que aparece Europa, corona, cetro y orbe, son más propios de la realeza que de una doncella cualquiera.
No hay constancia de la intención que tenía Putsch con este mapa, pero sí que se sabe que el autor tenía una relación cercana con Fernando I de Habsburgo, por lo que se puede interpretar el mapa como un homenaje a la Casa de Habsburgo y su supremacía en el continente europeo. Esa idea, fuera o no fuera la que tenía Putsch cuando dibujó su mapa, sí que caló en cartógrafos posteriores, rebautizando la idea como Europa Regina. Posiblemente, la más icónica de todas las reinterpretaciones de este mapa es el que aparece en Cosmographia, de Sebastian Münster6.
En esta versión desaparecen muchos de los detalles presentes en el mapa de Putsch, como los escudos de armas y las ciudades. Es innegable que la copia de Münster gana mucho en el aspecto artístico, pero lo hace en detrimento del aspecto geográfico, al reducir los accidentes geográficos representados y el número de regiones en las que se divide Europa. Todo esto busca realzar el mito de Europa, quien aparece rodeada por agua, a la par que es capaz de mostrar un continente unido bajo el poder central de los Habsburgo y, de forma indirecta, de la Iglesia Católica.
El mapa está más abajo, con varias versiones.
Y, en general, con cualquier mito popular que no se ha normalizado por una institución.
Que no es un toro blanco, pero sí que es un animal blanco con cuernos.
Aunque, en realidad, muchos territorios se nombraron de una forma particular por quienes lo habitaron en un momento dado.
Libia era como se conocía a África en la Antigua Grecia.
Si os interesa ahondar sobre los mapas de Europa Regina y sus múltiples versiones a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, os recomiendo que echéis un vistazo a este gran artículo de Peter Meurer publicado en 2008.
Muchas gracias Miguel por traernos artículos tan interesantes y amenos. Tu labor divulgadora es realmente encomiable. Siempre aprendo algo nuevo leyéndote. 👏
Me encantan las historias donde las leyendas y la mitología entran en escena. No conocía en absoluto la existencia de los mapas de Europa Regina. Me ha encantado.
Un abrazo Miguel. 🤗
No conocía la leyenda de de Attar y Astarté, a la que se le puede seguir la pista del culto en la antigua Iberia. Muy chulo. 😎