Buen martes a todos,
Hace unas semanas estuve de vacaciones en el Sudeste Asiático. Es la primera vez que he tenido oportunidad de visitar la región, y la verdad es que pasé quince días magníficos1. Quince días magníficos, pero que supieron a poco. Yo soy de los que piensan que mucho tiempo de turismo cansa, pero mucho más desmotivador es el viaje de vuelta, la semana de jet lag posterior y, por encima de todo ello, que a uno se le acaben las vacaciones.
Pero vamos, es que el Sudeste Asiático está lejos. Desde la perspectiva de un español, es casi un día entero de puerta a puerta para el viaje de vuelta. Desde la perspectiva de un mexicano, por lo que me contó una pareja con la que coincidí en Vietnam, el viaje es aún más demoledor. Me consta que esta afirmación únicamente se sostiene desde un punto de vista relativo, porque vivo muy lejos de allí. Para una gran mayoría de la población mundial, el Sudeste Asiático es un lugar muy cercano, ya que no deja de ser una de las regiones más densamente pobladas del planeta.
En la Tierra existen otros puntos que sí que son realmente remotos. Remotos con unas premisas mucho más objetivas. Hoy voy a recorrer algunos de esos sitios que, posiblemente, la mayoría de nosotros jamás visitaremos a lo largo de nuestra vida.
La región polar ártica
El extremo norte del planeta es un lugar inhóspito. Se trata del océano más frío del planeta, el cual está cubierto de una capa de hielo permanente2. No es un punto que haya sido habitado por la humanidad a lo largo de la historia, e incluso nos costó bastante llegar allí3. No voy a entrar en detalle sobre todas las expediciones, desastres y controversias de fechas, pero sí que podemos afirmar que varios intentos a comienzos del siglo XX llegaron a pocos kilómetros del punto más septentrional del planeta.
Todos ellos acompañados de inuits4, los habitantes nativos de las regiones más boreales de Norteamérica.
Por eso no debe extrañarnos que, precisamente, el lugar habitado por un pueblo nativo más septentrional del planeta sea la localidad inuit de Siorapaluk, en el noroeste de Groenlandia. Se encuentra a una latitud de 77°47′N a unos 1380 kilómetros del polo norte, 600 kilómetros más al norte del asentamiento vikingo en Groenlandia más septentrional. Los 50 ciudadanos de este pequeño pueblo viven casi exclusivamente de la caza y la pesca, aunque se han adaptado rápido a nuevas tecnologías que les permiten adaptarse a los largos meses de oscuridad. Después de todo, es un lugar que tan solo se fundó en 1928, hace menos de un siglo.
A una latitud semejante, al este de Groenlandia y al norte de Noruega, se encuentra otro archipiélago que también tiene varios asentamientos civiles permanentes, Svalbard. En este caso, no podemos hablar de pueblos nativos, sino de europeos que colonizaron estas tierras a comienzos del siglo XVII. Inicialmente, únicamente se mantenían en las islas durante la época estival, pero a partir de 1630 algunos comenzaron a pasar también los inviernos. En la actualidad, casi 3.000 personas viven allí de forma continua y su capital, Longyearbyen, cuenta con más de 2.000 habitantes.
Más al norte nos podemos encontrar varias estaciones militares y científicas, pero ninguna de ellas mantiene una población civil, como sí que lo hace Siorapaluk o Longyearbyen. La más septentrional de todas ellas es Alert, en la Isla de Ellesmere, en Canadá. Con una latitud de 82°28′N, se sitúa a tan solo 817 kilómetros del polo norte.
La región polar antártica
En el otro extremo del planeta, cerca del polo sur, la historia es ligeramente diferente. La Antártida, el continente helado, apenas conoce la vida. Su flora se reduce, principalmente, a un puñado de especies de musgos, líquenes y gramíneas en zonas cercanas a la costa. La fauna, aunque algunas especies sí que pisen tierra firme, tiene ligada su existencia a los mares circundantes. Esta falta de recursos, unido a que es un continente aislado y extremadamente frío, explica a la perfección que a lo largo de la historia ninguna cultura o pueblo haya logrado vivir allí. De hecho, hasta 1820 la humanidad ni siquiera sabía de la existencia de este continente.
Al igual que sucede en el norte del planeta, la Antártida está repleta de estaciones científicas. En la actualidad son más de 100 repartidas por todo el continente, controladas por unos 20 países, las que dan cobijo durante el invierno a más de 1.000 personas5. La más meridional de todas, la base estadounidense Amundsen-Scott, se encuentra prácticamente sobre el mismo polo sur. La población en este lugar es rotatoria, nadie se queda a vivir allí para el resto de sus días, pero esta nunca baja de los 30 habitantes en invierno, de tal modo que se pueda garantizar su funcionamiento continuo.
Mucho más al norte6, nos encontramos con la Base Esperanza, el asentamiento de población civil más al sur del planeta, 63°23′S y a casi 3.000 kilómetros de distancia de la base Amundsen-Scott. Esta población fue fundada por el gobierno argentino en 1952 y como respuesta al conflicto entre el Reino Unido y Argentina por las islas Malvinas. En los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido había establecido una base en la bahía Esperanza con el objetivo de limitar los avances de Chile y Argentina para reclamar parte de la Antártida.
La base británica se mantuvo en pleno funcionamiento desde 1945 hasta 1948, cuando tuvo un importante incendio que llevó a su abandono un año más tarde. En 1952, Argentina puso en servicio el faro Esperanza en la bahía, lo que llevó a que se fundase la Base Esperanza. Aquel mismo año, este lugar presenció el primer enfrentamiento bélico en el continente, cuando Argentina uso una metralleta para evitar que una embarcación civil del Reino Unido desembarcara con el objetivo de reconstruir su base.
Como curiosidad, en 1978 nació en Base Esperanza el primer nativo de la Antártida. Jorge Emilio Palma, teniente coronel, y María Silvia Morello fueron trasladados a la base bajo orden de la dictadura militar argentina, cuando María estaba embarazada de siete meses. El objetivo era claro, Argentina quería demostrar al mundo su soberanía sobre el territorio y así evitar que Chile y el Reino Unido avanzaran en la región. Es así como Emilio Marcos Palma llegó a este mundo el 7 de enero de 1978.
Un poco más al norte, y más alejado del polo sur, se encuentra Villa Las Estrellas, el otro asentamiento civil que existe en la Antártida. Esta localidad fue fundada por 18 chilenos que se establecieron junto a un destacamento militar en la isla Rey Jorge el 15 de febrero de 1984. En la actualidad, este asentamiento tiene más población civil que Base Esperanza, aunque ninguno de los dos supera los 100 habitantes en invierno.
Edimburgo de los Siete Mares
El norte y el sur del planeta son lugares fríos e inhóspitos. Dos lugares en los que la única forma de garantizar la vida humana es mediante la tecnología y recursos que yacen más allá del territorio cercano. No son sitios fáciles para el día a día y son de difícil acceso, pero ninguno de los poblados que hemos visto ostenta el honor de ser el sitio habitado más remoto del mundo.
Mis queridos amigos chilenos estarán pensando en este momento en Rapa Nui o la Isla de Pascua como ese sitio habitado más remoto del mundo. Su capital, y única ciudad de la isla, Hanga Roa, cuenta con más de 7.000 habitantes, los cuales tendrían que recorrer más de 1.900 kilómetros hasta llegar a Adamstown, en las Islas Pitcairn7. Si quisieran llegar hasta Chile continental, la distancia sería de más de 3.500 kilómetros, hasta llegar a Punta Lavapié. Por suerte para los pascuenses, la isla cuenta con un aeropuerto que hace que estos trayectos sean más llevaderos, a pesar de la distancia.
Pero en la Tierra existe un lugar aún más remoto, Edimburgo de los Siete Mares, la capital de Tristán de Acuña, un archipiélago británico del Atlántico sur. Las islas fueron descubiertas por el navegante portugués Tristão da Cunha, de ahí su nombre, en 1506, aunque se mantuvo totalmente deshabitada hasta 1816. Un año antes, en 1815, Napoleón había sido desterrado a la isla de Santa Elena y los británicos querían garantizar que Tristán de Acuña no era utilizado como centro de operaciones por los franceses para intentar rescatar a Napoleón.
Napoleón murió en 1821, pero la población de Edimburgo de los Siete Mares se mantuvo y, en la actualidad, cuenta con 280 habitantes8. Su lugar habitado más cercano9, la isla de Santa Elena, está situada a más de 2.400 kilómetros al norte. Hacia el este, tras recorrer 2.800 kilómetros, se puede llegar hasta Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y hacia el oeste, a 4.000 kilómetros, a las islas Malvinas.
No solo la distancia es mayor en Tristán de Acuña que en Rapa Nui, lo que ya la convierte en la isla habitada más remota del planeta, sino que, además, Tristán de Acuña no tiene aeropuerto. Esa comodidad que muchas veces damos como garantizada para llegar a sitios lejanos, no es una opción para llegar a Tristán de Acuña. La forma más sencilla de llegar a la isla es tomar un barco en Ciudad del Cabo y tras seis días, con permiso de las condiciones meteorológicas, desembarcarías en Edimburgo de los Siete Mares.
Aunque parezca poco intuitivo, la Estación Espacial Internacional puede considerarse un lugar menos remoto que Tristán de Acuña. No solo porque únicamente orbita a 400 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, sino porque se puede viajar hasta ella en menos de dos días.
Otra cosa es el dinero que cuesta llegar a un sitio o a otro. Eso sí, en ninguno de los dos casos es una opción barata.
Durante los que recopilé un buen puñado de ideas sobre las que escribir, por cierto.
Lamentablemente, cada vez menos hielo y menos permanente.
Javier Peláez escribió un magnífico libro sobre la conquista del polo norte que os recomiendo.
Los propios inuits consideran la denominación esquimal ofensiva, por lo que está en desuso en Canadá y, poco a poco, en el resto del mundo.
En verano este número se puede disparar hasta los 5.000 habitantes.
Esta frase, refiriéndome a la Antártida, me ha recordado este maravilloso meme. Lo dejo por aquí porque seguro que deja una sonrisa a alguien.
Las islas Pitcairn son un territorio de ultramar del Reino Unido en el Pacífico Sur.
Hubo un breve episodio en 1961 por el que la isla tuvo que ser evacuada a causa de una erupción volcánica. Casi toda la población regresó a los dos años.
Al sureste está situada la isla Gough, la cual tiene una estación meteorológica sudafricana. Dado que esta estación no tiene habitantes todo el año, no la he contado como lugar habitado.
Genial publicación. Da algo de cosa imaginarse a semejante nivel de aislamiento, casi como estar en el espacio...
El meme de la Antártida es buenísimo...
Aunque ya he hecho spoiler, me recuerda a aquel problema que contaba la historia de un cazador que salía a cazar osos saliendo de su casa. Caminaba 1 km al sur, otro al oeste, y otro al norte, sin encontrarlos. Y por fin encontraba un oso, lo mataba y, para su sorpresa, se daba cuenta de que estaba exactamente otra vez en su casa. La pregunta era, ¿de qué color es el oso? :)
Por otro lado, aunque no lo comenté en tu publicación sobre la conquista de la Antártida, he leído en no pocos sitios (quizá algo "rosalegendarios") que fueron españoles los que probablemente primero avistaron el continente mucho antes de 1820. No es descabellado. Por ejemplo aquí: lo cuentan https://www.inclusion.gob.es/web/cartaespana/-/espanoles-en-la-antartida.