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Buen martes a todos,
Cuando comencé a oír hablar de Internet, posiblemente a mediados de los 90, ni de lejos pensé que llegaría a ser algo tan importante en mi vida. Bueno, a mediados de los 90 ya se podía disfrutar del correo electrónico, pero la humanidad aún no había empezado a entender el potencial que tenía.
Mi familia puso Internet en casa en 1999, en parte gracias a que mi hermana mayor, ingeniera de telecomunicaciones, insistió en que sería algo útil para la familia. Recuerdo que empecé mandando un puñado de correos electrónicos a la poca gente que conocía que tuviera uno, pero en pocas semanas descubrí las primeras listas de correo. Y ahí fue cuando me di cuenta de que había algo mucho más allá.
Esas listas de correo, entre otras cosas, permitían encontrar a gente de todo el mundo que tuviera unos intereses semejantes a los tuyos, intereses que posiblemente jamás habías podido explotar con tu entorno más cercano. En aquel momento tenía 17 años, y estaba obsesionado por la música, así que me supuso una ventana a un mundo mucho más amplio de lo que era capaz de encontrar en la radio y en lo que me prestaban mis amigos.
Los años pasaron, e Internet dio para mucho, pero hoy quiero centrarme en aquel momento en el que me adentré en el nicho de cartófilos1 que esconde Internet. En algún momento, a finales de la década de los 2000, descubrí algunos de los blogs clásicos sobre cartografía y mapas, como Strange Maps, de Frank Jacobs, The Map Room, de Jonathan Crowe2, o la Cartoteca, de Alejandro Polanco. Aun así, el punto de inflexión llegó con la comunidad MapPorn, en Reddit.
Esa comunidad, como cualquier foro de Internet, tiene muchas cosas cuestionables. A lo largo de 14 años, MapPorn ha tenido altibajos, con épocas de mucho contenido de calidad y discusiones relevantes sobre mapas y cartografía. Ahora, cualquiera que entre en la comunidad, tiene que indagar un poco para localizar algún mapa que tenga interés real, más allá de todo el ruido que se publica, pero hubo un tiempo en el que aquel lugar fue mi principal punto de entrada a cosas que nunca había visto. Desde los diversos catálogos de mapas antiguos que hay en Internet, hasta los muchos ilustradores y cartógrafos que crean en la actualidad multitud de mapas nuevos cada semana.

¿Y por qué os cuento todo esto? Pues la verdad es que ni yo lo tengo claro. Quería contaros una breve introducción a cómo encontré el nicho de los amantes de los mapas, y como encontré contactos y páginas de referencia, para llegar a la web de la que os quiero hablar hoy, Mappery.
Mapas en la naturaleza
Esta idea, tal y como cuentan sus fundadores, Steven Feldman3 y Kenneth Field, Mappery surgió en un safari en Tanzania, donde ambos se encontraron con varios mapas en la naturaleza4. Estos mapas eran de todo tipo y tenían un único criterio: tenían que ser mapas en un contexto de la vida cotidiana, ya fuera un póster, una señal, un objeto… o cualquier cosa inesperada. Daba igual si eran mapas buenos o malos; lo importante es que fueran remarcables.
Es así como ambos empezaron a compartir todos estos mapas en su web en 2018. De paso, pidieron a cualquier persona que tuviera el mismo interés que les mandara este tipo de mapas cuando se toparan con ellos. Es así como, a lo largo de siete años, han acumulado más de 2.000 mapas en la naturaleza.
La idea es sin duda extraña, pero no por ello menos fascinante. Si los mapas son un nicho que no interesa a todo el mundo, este tipo de mapas interesa únicamente al sector más friki. Y cómo sé que muchos de ese sector andáis por aquí, aquí comparto algunos de mis favoritos.
Si os gustan, no dudéis en navegar por el resto en este enlace.













Estos eran solo 13 de los mapas de la colección. Os animo a que echéis un vistazo al resto, o incluso que mandéis alguna foto chula que tengáis por ahí, para que la disfrutemos todos.
Por petición popular, os dejo por aquí un botón para procrastinar, por si os pillo aburridos. Cada vez que pulséis en él, os llevará a un mapa distinto de los más de 1000 que tiene el catálogo.
No hay una palabra para los fanáticos de los mapas, así que he elegido esta palabra. Creo que suena mucho mejor que mapófilos.
Creo que no lo he contado, pero me dedicaron una entrada cuando estrené A Cartographer’s Tale. Y para qué negarlo, me hizo mucha ilusión.
Steven es un gran tipo. Después de hablar por redes, me invitó hace unos meses a hablar en un episodio del pódcast Geomob, y la verdad es que pasamos un buen rato. Y si tenéis curiosidad, también me podéis escuchar hablar en inglés ;).
Reconozco que me gusta mucho más la expresión en inglés, Maps in the wild. Y sí, es una licencia poética, no están exactamente en la naturaleza, sino en la vida cotidiana.