Monográfico #03: El Imperio Romano
Newsletter #114 – 2025/04/14
Buen lunes a todos,
Hace cosa de un año y medio, se viralizaron en Internet varios vídeos de parejas estadounidenses hablando sobre el Imperio Romano. Más concretamente, consistían en chavalas preguntando a sus novios y maridos cada cuánto pensaban en el Imperio romano, y sorprendiéndose de que lo hacían de forma relativamente común: muchos decían que varias veces a la semana, algunos incluso todos los días. YouGov dedicó un artículo al respecto y sí, los hombres piensan más que las mujeres en el Imperio Romano, pero la evidencia dice que no tanto como el meme difundió.

Sea como fuere, a todo aquello le dediqué un artículo en el que se incluía una encuesta. De todos los que respondieron, únicamente un 10 % dijo no pensar jamás en el Imperio Romano. Se ve que hay cierto sesgo entre la gente que se pasa por aquí. Yo todas las semanas veo varias veces un acueducto romano de casi dos milenios1, así que es inevitable pensar en ese periodo de forma regular. Pero, aunque viviera en otro lado, soy alguien que piensa y trata con mapas prácticamente todos los días2. Como muchas veces esos mapas tratan sobre el Imperio Romano, es inevitable que también sea algo con lo que me tope de forma habitual.
Estoy seguro de haber visto varios cientos de mapas de Roma en su contexto más amplio3, posiblemente supere los mil. De todos ellos, he decidido recopilar 24 y traerlos a este monográfico de hoy. Hay mapas que ayudan a cubrir el periodo histórico, mapas de época que se conservan en parte, mapas históricos que muestran cómo se percibía el Imperio Romano siglos atrás e incluso mapas cargados de curiosidades e información sobre este tema. Por encima de todo, he intentado que todos los mapas tengan una calidad estética y que aporten información valiosa. Hay mucha morralla y las diferencias son abismales entre unos mapas y otros.
Sin más, disfrutad de ellos.
1. El Imperio Romano (117 d. C.)

Para empezar, os traigo uno de los mapas que mejor define la extensión que popularmente se tiene en mente cuando se habla del Imperio Romano. Es el que se suele considerar como el momento en el que alcanzó su máxima extensión, al final del mandato de Trajano, en 117 d. C.
Estas fronteras las veréis en muchos mapas, aunque habrá algunos que incorporen también territorios que sí que fueron en algún momento de Roma, pero no necesariamente durante este periodo. Eso suele pasar con Caledonia, la parte sur de Escocia, entre el muro de Adriano y el muro de Antonino, que no fue conquistada hasta mediados del siglo II. También sucede con algunas partes de Germania, que fueron parte de Roma durante el siglo I, pero que en tiempos de Trajano se habían perdido por completo.
En este mapa y en cualquier otro del Imperio Romano, es importante entender que las fronteras que se dibujan como líneas, eran muchísimo más difusas de lo que un mapa puede representar. Las fronteras entre países que conocemos en la actualidad no se pueden equiparar a las fronteras entre poderes de la Antigüedad. En algunos casos, como en la región del Sahara, las fronteras ni siquiera existían.
2. La conquista romana de Italia

La fundación de Roma se suele fijar en el año 753 a. C. Durante los primeros siglos, fue una de las muchas ciudades de Italia que luchaban por ganar cierta prevalencia. Hasta el año 509 a. C., el sistema de gobierno de la ciudad es una monarquía, aunque a partir de ese momento se establece la República Romana. Para aquel entonces, Roma ya estaba consolidada en su entorno más cercano y ahí comenzó su periodo de expansión en la península.
Al principio la expansión fue muy lenta. El primer paso fue hacerse con el poder de todos los pueblos latinos, lo que se consolidó al final de la Segunda Guerra Latina, en el año 338 a. C. A partir de ese momento, la expansión fue mucho más rápida. Tres guerras contra los samnitas tuvo que luchar Roma para hacerse con toda la región central, hacia el 290 a. C. Después se enfrentó a los etruscos al norte, a los griegos en el sur y, finalmente, a los cartaginenses. A finales del siglo III a. C., la República Romana ya controlaba casi por completo Italia y las tres grandes islas: Córcega, Cerdeña y Sicilia.
3. La expansión territorial de la República Romana

Durante los siguientes dos siglos, la expansión llegó mucho más allá de Italia. La República Romana, con su eficaz ejército y su poder naval, se hizo con la costa mediterránea de Hispania, con todo lo que estuvo bajo el poder de Cartago, con la costa oriental del Adriático y con el sur de los Balcanes.
También cruzó a Asia menor y se hizo con toda la costa de Anatolia, llegando finalmente a Egipto. Un poco antes de que aquello sucediera, Julio César logró una de las conquistas más icónicas y recordadas, la de la Galia.
4. La expansión territorial del Imperio Romano

En el año 19 a. C., durante el mandato de Augusto, Roma pasó de ser una república para convertirse en un imperio. Augusto llevaba ocho años en el poder cuando se le otorgó el poder supremo, el Imperium Maius.
La maquinaria de guerra, que económicamente era tan importante para el Imperio Romano, continúa en funcionamiento y conquistando territorios. Quizá el hito más significativo fue hacerse con todas las costas del mar Mediterráneo, que de forma muy descriptiva los romanos llamaron Mare Nostrum, nuestro mar. Pero no se quedaron allí, lograron asentarse en la Tracia y en la Dacia, llegaron a todo el creciente fértil, e incluso lograron establecer varios protectorados que también rodearon las costas del Pontus Euxinus, el mar Negro.
5. Las guerras púnicas

Como hemos visto brevemente, fueron muchas las guerras que libró Roma para conseguir tal expansión territorial. Las guerras que lucharon en Italia tuvieron un carácter local y carecían de la escala de una potencia mundial de la época. No fue hasta que se enfrentaron a los cartaginenses cuando Roma se vio obligada a entender la guerra de otro modo.
En la primera guerra púnica (264 - 241 a. C.), la República Romana logró imponerse por primera vez en el mar, lo que le dio acceso a Sicilia. La segunda guerra púnica (218 - 201 a. C.) supuso el primer enfrentamiento directo entre Cartago y Roma a gran escala, donde los cartaginenses mostraron su valía poniendo a los romanos contra las cuerdas. Sin embargo, al final Roma logró imponerse y redujo a lo que fue la fuerza más importante del Mediterráneo a un pequeño estado subyugado que no tenía ni derecho a defenderse de las agresiones externas.
La tercera guerra púnica (149 - 146 a. C.), que no se muestra en este mapa, fue la más breve de las tres, ya que únicamente supuso la destrucción definitiva de Cartago, para evitar que su recuperación económica pudiera suponer un problema en el futuro.
6. La conquista de la Galia

Esta conquista está muy bien documentada, en De bello Gallico, un libro escrito por el propio Julio César. Precisamente por eso, también es una joya de la propaganda de la época, ya que realza las victorias romanas, ignora muchas de las derrotas de las legiones y ensalza de forma desmesurada la figura de Julio César. Algún día escribiré sobre ello en profundidad.
Este mapa muestra el recorrido descrito por las campañas romanas lideradas por Julio César entre el 58 a. C. y el 51 a. C. Durante esos siete años tuvo decenas de enfrentamientos y grandes batallas contra diversas tribus celtas, lo que le convirtió en un prestigioso militar. Eso le dio el poder suficiente como para plantar cara a Pompeyo y al Senado Romano, contra quienes ganó la guerra civil romana. Finalmente, fue nombrado dictador por diez años en el año 46 a. C. y perpetuo en el 44. a. C. poco antes de que muriera asesinado.
7. Las legiones de Augusto

Augusto, además de establecer el Imperio Romano, también fue el responsable tras la reforma del ejército romano y de su profesionalización. Las legiones habían sido formaciones temporales que se creaban únicamente para campañas concretas, pero tras las guerras civiles se hacía evidente que era necesario hacerlas permanentes y hacerlas parte vertebral del Imperio.
Las 28 nuevas legiones no respondían ya ante el Senado o ante el general que las lideraba, sino directamente ante Augusto. Además, fueron distribuidas, tal y como se muestra en el mapa, por las fronteras más estratégicas del Imperio, tanto a modo de defensa como sirviendo de fuerzas de ocupación.
8. Las grandes migraciones

El Imperio Romano obtuvo una extensión que no había sido conocida por ninguna otra civilización hasta aquel momento. La economía de guerra ayudaba a garantizar la prosperidad de Roma, pero cada vez era más difícil sostener las victorias en el tiempo. En el siglo III d. C. comenzaron las primeras escisiones temporales, como la de la Galia en el oeste y la de Palmira en el este.
Esa debilidad creciente coincidió con lo que se conoce popularmente como las Invasiones Bárbaras, aunque sería más correcto llamarlo el periodo de las grandes migraciones. Las Invasiones Bárbaras es un término que se acuñó por la historiografía del siglo XIX, aunque actualmente sabemos que lo que realmente sucedió fue una serie de pueblos que migraron en secuencia de este a oeste por diversas causas. Esto terminó ocasionando que los pueblos que tenían frontera con el Imperio Romano aprovechasen su decadencia para buscar en esas tierras una vida mejor.
Ese es el contexto con el que tenemos que interpretar este mapa que muestra las múltiples incursiones de los hunos, los visigodos, los vándalos, los suevos o los alanos.
9. La división del Imperio Romano

Durante la República Romana, hubo dos triunviratos que establecieron una división informal del poder, el segundo de los cuales también estableció una división del territorio entre tres dirigentes: Octavio, Marco Antonio y Lépido. Aquello no terminó bien y, durante tres siglos, el poder del emperador fue absoluto sobre todo el territorio.
A finales del siglo III d. C., Diocleciano estableció la tetrarquía, mediante la que dividió el imperio entre dos augustos y dos césares. El Imperio Romano formalmente seguía siendo uno, pero la realidad es que las cuatro regiones operaron de forma autónoma, lo que permitía responder ante las amenazas internas y externas de cada territorio.
La idea de Diocleciano no fue permanente, como sí que lo fue la de Teodosio en el año 395 d. C., que se muestra en este mapa. El emperador Teodosio otorgó a su hijo Honorio el Imperio Romano de Occidente y a su hijo Arcadio el de Oriente y, como resultado, el Imperio Romano dejó de existir como entidad única. Occidente no aguantó ni cien años, ya que los pueblos bárbaros terminaron con él, pero Oriente aún se mantuvo como una entidad regional de poder durante más de mil años, hasta la caída de Constantinopla en 1453.
10. Forma Urbis Romae

No se conservan muchos mapas del Imperio Romano. De hecho, prácticamente se pueden contar con los dedos de las manos. Tenemos múltiples escritos que sabemos que, originalmente, iban acompañados de mapas, como es el caso de Geographia de Ptolomeo, pero lo que os quería traer aquí son algunos ejemplos originales que se han preservado hasta la actualidad.
Lo que veis más arriba es un mapa que se publicó en 1756 sobre los restos existentes de la Forma Urbis Romae, un gigantesco mapa grabado en mármol de la ciudad de Roma. Este plano data del mandato de Septimio Severo (203 - 211 d. C.) y estaba compuesto originalmente de 150 placas de mármol que ocupaban en conjunto 18 metros de ancho y 13 metros de altura.
Gracias al poco más del 10 % que se ha conservado, sabemos que el plano detallaba todos los barrios, calles y los edificios urbanos más importantes. No solo es una joya cartográfica única de la época, sino que ha sido una pieza documental esencial para poder entender mejor cómo estaba organizada la ciudad de Roma y conocer la estructura de algunos edificios perdidos.
11. Mapa de etapas de Dura Europos

En el nivel de detalle e importancia de la Forma Urbis Romae no se puede competir, pero sí que podemos buscar otros ejemplos para entender hasta qué punto eran comunes los mapas en la Antigua Roma.
Este mapa que veis más arriba se encontró en la ciudad de Dura Europos, en la actual Siria. Está dibujado sobre el cuero que cubría el escudo de un soldado romano y se trata de uno de los pocos ejemplos de cartografía militar romana. A priori no tendría por qué ser importante, de no ser porque es una muestra de que el ejército romano no solo utilizaba itinerarios escritos, sino también documentos gráficos en forma de mapas que les ayudaban a desplazarse y cumplir las misiones.

El mapa de etapas de Dura Europos describe los distintos fuertes y localidades que formaron parte de un itinerario militar por la costa norte y oeste del mar Negro.
12. Los mapas de Anville


El Imperio Romano no solo fascina en la actualidad, sino que es una institución que ha fascinado a lo largo de toda la historia. Por esa razón, es muy común encontrar mapas antiguos de prácticamente cualquier periodo que tratan sobre el Imperio Romano. Esto, entre otras cosas, ayuda a comprender con mucho detalle cuál era la interpretación de ese periodo en otros momentos de la historia.
Los dos mapas que podéis ver más arriba fueron dibujados por el cartógrafo francés Jean-Baptiste Bourguignon d'Anville en 1764, aunque no fueron publicados hasta treinta años más tarde, después de su muerte. Los dos mapas representan las dos partes del Imperio Romano, indicando sus provincias, las principales ciudades romanas y, para que fuera más fácil interpretarlo, el nombre actual de cada una de esas ciudades.
Estos mapas ayudan a comprender lo mucho que ya se sabía del Imperio Romano hace más de dos siglos, en comparación con otras civilizaciones de la época. Por si os interesa, Anville dibujó varios mapas más detallados del Imperio Romano, como este otro de Britania y este de la Galia.
13. Plano de Pompeya (1825)

Otro ejemplo de mapa antiguo tratando el Imperio Romano es este de la ciudad de Pompeya. Lo dibujó en 1825 Andrea de Jorio y se trata de uno de los primeros intentos de mostrar la organización de Pompeya de forma visual. Pompeya apenas se había comenzado a excavar, y aún había muy poca información disponible, lo que no privó a de Jorio de publicar lo que se sabía hasta el momento.
De algún modo, este plano de Pompeya buscaba ser científico, aunque claramente se aprecia que prevaleció su valor artístico. Quizá no por una cuestión de intención, sino porque la gran falta de información exigía tomarse muchas licencias. Lo mejor será que lo comparéis con vuestros propios ojos con lo que sabemos actualmente sobre Pompeya.

14. Plano de la Antigua Roma (1886)

En Pompeya hubo que excavar para entender qué había habido allí, pero Roma continuó siendo una ciudad habitada hasta la actualidad. Por eso nadie se sorprenderá al saber toda la información de la que ya disponíamos en el siglo XIX sobre cómo pudo ser la Roma de la antigüedad. Este mapa de Gustav Droysen, publicado en 1886, es una gran muestra de ello.
En él, se muestra con claridad el recorrido de las dos murallas más importantes que tuvo la antigua ciudad de Roma: en color rosa oscuro las murallas servianas, del siglo IV a. C., y en rosa claro las aurelianas, del siglo III d. C. Por si eso fuera poco, el mapa también incluye una barbaridad de monumentos y edificios relevantes, así como las 14 regiones en las que Augusto dividió la administración de Roma, numeradas del I al XIV.
Y si miráis con detalle, también se ven en el mapa las siete colinas sobre las que se fundó la ciudad, según la leyenda: el Aventino (M. Aventinus), el Capitolino (M. Capitolinus), el Celio (Mons Caelius), el Esquilino (Mons Esquilinus), el monte Palatino (Mons Palatinus), el Quirinal (Collis Quirinalis) y el Viminal (Collis Viminalis).
15. El crecimiento del cristianismo en el Imperio Romano

En las décadas posteriores a la proclamación del Imperio Romano, en la región de Judea surgió el cristianismo. Lo que comenzó como una pequeña secta dentro del judaísmo, con el paso de los siglos fue ganando adeptos por todos los rincones del Imperio.
En este mapa, se pueden ver las ciudades con alguna comunidad cristiana en el siglo I, con la leyenda en azul, y donde aparecieron comunidades cristianas en el siglo II, con la leyenda en morado. A comienzos del siglo IV d. C., Constantino declaró la libertad de culto en el Imperio y, con ello, el cristianismo dejó de ser perseguido. Eso fue lo que permitió que el cristianismo se expandiera desde la pequeña concentración de comunidades, en naranja, a la práctica totalidad del territorio imperial.
Por último, es interesante también ver en este mapa que las corrientes del cristianismo, que ya en el siglo V habían sido rechazadas por la ortodoxia: el arrianismo, rechazado en el Concilio de Nicea (325); el nestorianismo, rechazado en el Concilio de Éfeso (431), y el monofisismo, rechazado en el Concilio de Caledonia (451). Todas estas doctrinas, junto a cualquier religión no cristiana, fueron prohibidas después de que Teodosio estableciera al cristianismo como religión del Imperio.
16. Las divisiones administrativas del Imperio Romano

La inmensidad del Imperio Romano exigió, entre otras cosas, una administración eficiente del territorio. Muchas otras civilizaciones e imperios ya lo habían hecho antes, entre los que cabe destacar al Imperio Aqueménida y su introducción de las satrapías.
Los romanos conocían la estructura territoriales como las satrapías, lo cual influyó indirectamente en la creación de su propia administración territorial, inicialmente centrada en las provincias, como las que aparecen en el mapa. Las provincias existentes se reestructuraron en múltiples ocasiones, siempre con el fin de lograr el control y una administración eficiente, que posiblemente no se logró a los niveles que sí que lo lograron aqueménidas, medos o persas.
En el siglo III, Diocleciano y Constantino establecieron nuevos niveles jerárquicos en las divisiones administrativas, con la creación de las diócesis y las prefecturas del pretorio. El objetivo en todo momento fue mejorar la administración, la capacidad de defensa y la recaudación fiscal.
17. Todos los asentamientos romanos

Hasta ahora hemos hablado en repetidas ocasiones de lo extenso del Imperio Romano, pero muchas veces se obvia lo desigual que se distribuía la población a lo largo del territorio.
Este mapa me gusta especialmente, ya que tiene marcado con un punto todos los asentamientos romanos conocidos. De ese modo, se puede ver qué regiones eran, efectivamente, las más importantes del Imperio Romano.
No hay duda de que Italia iba a tener un gran protagonismo, pero quizá sí que sorprende la gran relevancia de la región conquistada a Cartago, toda Grecia, incluyendo sus islas, y la península de Anatolia. El curso del Nilo mantuvo la importancia que ya había tenido en tiempos del Antiguo Egipto y todo el Levante Mediterráneo, la relevancia que había tenido en tiempos de los fenicios.
18. Las calzadas del Imperio Romano

Otra de las claves del éxito de la Antigua Roma fue la creación de una red de carreteras que conectaba todos los rincones del Imperio.
Hay cientos de mapas que muestran esta magnífica red, pero esta representación como si fuera un mapa de metro moderno siempre me ha resultado especialmente interesante. Era una red de carreteras compleja, pero esta simplicidad permite ver claramente cómo todos los rincones estaban conectados entre sí, de una manera no centralizada y bastante eficaz para mantener el comercio.
Si os interesa, también os dejo por aquí un mapa interactivo que desarrolló la Universidad de Stanford en el que podéis ver varios niveles más de la red de carretera, así como las redes marinas y el flujo de comercio que existía a través de cada uno de los caminos.
19. Todas las torres y fortificaciones del Imperio Romano

Este otro mapa se asemeja mucho al que hemos visto más arriba4. Al igual que los asentamientos permiten ver con claridad dónde vivía más gente, la presencia de torres defensivas y fortificaciones ayuda a comprender cuáles fueron los puntos calientes del Imperio Romano, ya fuera durante su periodo de expansión, o su periodo de decadencia.
La parte septentrional de Britania, toda la cuenca del Rin, Grecia, la Dacia o el oeste de la Anatolia son claramente los puntos más calientes. De forma consistente, coincide con las regiones en las que el Imperio mantuvo sus principales conflictos contra sus vecinos a lo largo de siglos.
20. Relieve del Imperio Romano

Para ir terminando, tengo dos mapas que simplemente me parecen preciosos.
Este muestra el relieve del territorio ocupado por el Imperio Romano en su momento de máxima expansión. Para ello, en vez de utilizar los colores clásicos de un mapa físico, toma dos colores que tuvieron una especial simbología durante el periodo imperial: el morado ligado a los poderes imperiales, para las partes más bajas, y el dorado ligado a la divinidad, para las partes más altas.
21. Un mash-up entre la Tierra Media y el Imperio Romano

Como último mapa, uno que ya trasciende al mundo histórico y se adentra en la fantasía. Sigue siendo un mapa de Europa con las fronteras del Imperio Romano, pero en esta ocasión se modifica la posición de montañas y se mezcla con parte de la iconografía utilizada en los mapas de la Tierra Media de los libros de Tolkien.
Me gusta especialmente cómo los godos toman el papel de Sauron en Mordor, y el resto de pueblos germanos aparecen como si se tratara de distintas tribus de orcos.
Y hasta aquí el monográfico de hoy.
En el archivo compartido con suscriptores de pago, he creado una nueva carpeta donde he incluido todos los mapas que han aparecido en este monográfico en mayor resolución, por si queréis disfrutar de todos ellos en mayor detalle.
Lo he dicho muchas veces, pero insisto: vivo en Segovia.
No creo que esto sorprenda a nadie a estas alturas, ¿no?
Incluyendo el auge de la ciudad de Roma, todo el periodo de la República Romana, seguido del periodo del Imperio Romano y terminando con todo el proceso de descomposición.
De hecho, ambos son obra del mismo usuario de Reddit: ImUsingDaForce.


