Buen martes a todos,
El 28 de mayo de 1926, un golpe de Estado puso fin de forma fulminante a la Primera República Portuguesa, después de dieciséis años. Los militares se aprovecharon de una estructura estatal que era casi inexistente, después de muchos años de gobiernos débiles, y de unos disturbios en las calles que estaban al alza. Aquel mismo día se instauró una dictadura militar, que dos años más tarde se convirtió en la Dictadura Nacional.
Esta dictadura carecía de una ideología marcada o de un claro programa de gobierno. Ni siquiera tenía una figura visible carismática, lo que permitió a António de Oliveira Salazar hacerse rápidamente un hueco. Como ministro de finanzas, a partir de 1928 consiguió mejorar las cuentas del país con un programa marcado por la austeridad, lo que fue recibido con buenos ojos tanto en el ámbito de gobierno como a nivel popular.
Tras una serie de gobiernos poco efectivos1 y cinco primeros ministros en tan solo seis años2, Salazar acepta el cargo de primer ministro en 1932 y, con él, las cosas comienzan a cambiar en Portugal.
El Estado Novo
Si algo caracteriza a un buen dictador, es una buena estructura propagandística que lo acompañe. Tras llegar al poder, Salazar se propuso cambiar la imagen de la dictadura, tanto a nivel doméstico como a nivel internacional. El primer paso era zafarse del halo militar que había establecido la dictadura, por lo que se elaboró una nueva constitución que marcase las nuevas pautas del gobierno. El texto se publicó en febrero de 1933 y fue sometido a referéndum un mes más tarde. Como suele suceder en los regímenes autoritarios, la propuesta de Salazar obtuvo un apoyo mayoritario del 99,52 %.
No solo hubo una propaganda brutal por parte del gobierno de Salazar, como el póster de arriba, sino que los mecanismos de censura garantizaron que ningún tipo de oposición era visible. Un total de 806.166 personas votaron a favor, y tan solo 6.190 votaron en contra. Y bueno, 487.364 personas se abstuvieron, pero el gobierno consideró que la ausencia era un voto favorable, por lo que se contabilizaron como síes. La constitución entró en vigor el 11 de abril de 1933 y, con ella, el Estado Novo (Estado Novo).
El asesor que propuso gran parte de estos cambios fue António Ferro, un escritor y periodista que había mostrado un gran interés por los grandes dictadores de Europa. Tras tres entrevistas con Benito Mussolini y una con Primo de Rivera, Ferro había profundizado en el fascismo y los regímenes autoritarios de la época, lo que fue clave para montar una ideología propagandística que pudiera mantener al nuevo gobierno. Salazar supo apreciar su apoyo e importancia, lo que le llevó a crear el Secretariado de Propaganda Nacional en octubre de 1933, con Ferro al mando.
La maquinaria propagandística de Ferro tuvo muchas similitudes con las de otras dictaduras europeas. Tal y como muestra el póster de arriba, la propaganda equiparó a Salazar con figuras como Alfonso I, el primer rey de Portugal, en una busca de continuidad con los mejores gobernantes históricos del país3. En la misma línea, Ferro exaltó los valores tradicionales bajo el lema “Dios, Patria y Familia”, en el que el arraigo se sobreponía a la vida moderna. Todo lo rural ganó prestigio, al menos a nivel propagandístico, mientras se rechazaba cualquier ideología que pudiera poner en jaque esos valores, ya fuera el liberalismo democrático o el socialismo.
Ese rechazo a lo internacional llevó a Salazar a forjar la idea de Portugal como un país neutral, sin ningún tipo de interés en los quehaceres del mundo más allá de sus fronteras. Eso sí, como hicieron muchos otros países europeos, no dudó en justificar su imperio colonial mediante su rol de país civilizador. Después de todo, ¿qué habrían hecho Mozambique y Angola sin Portugal?4
Portugal no es un país pequeño
Dentro de la feroz campaña propagandística de Ferro en los primeros años del Estado Novo, del 16 de junio al 30 de septiembre de 1934, se organizó en Oporto la Primera Exposición Colonial Portuguesa5. Para atraer al mayor número de visitantes posible, se replicaron los principales monumentos de las colonias, se expuso la riqueza gastronómica de todos los rincones del imperio y, como no podía ser de otra forma, se creó un parque zoológico con animales exóticos de los territorios africanos y asiáticos. El objetivo era reivindicar la grandeza de las colonias, pero también mostrar las grandes oportunidades de inversión que podían encontrar los empresarios más allá de la metrópoli.
Para promocionar la exposición, se publicó un folleto, con todo lujo de detalles. En la parte central de ese folleto se encontraba el que, posiblemente, sea el mapa más icónico de toda la propaganda portuguesa de la época: Portugal no es un país pequeño.
Este mapa es una auténtica joya de la persuasión. Ante la premisa de que todo el imperio colonial tenía tanta importancia y valor como la metrópoli, Henrique Galvão, director de la exposición, estableció una comparación directa entre el tamaño total de las colonias portuguesas y el resto del continente europeo. En amarillo aparecen Angola y Mozambique, con su tamaño imponente, pero también Guinea-Bisáu, Goa, Timor-Leste y todas las colonias menores de África y Asia.
Por si eso no fuera suficiente, en la parte inferior izquierda del mapa también aparece un listado de todas las colonias y su superficie, las cuales acumulaban más de 2,1 millones de kilómetros cuadrados, más territorio que la suma de España, Francia, Inglaterra, Italia y Alemania juntos. Para sorpresa de nadie, en un magnífico juego de números, en estos cinco países no se incluía ninguna de sus colonias o territorios no continentales.
El mapa tuvo tal éxito que se reimprimió en múltiples formatos a lo largo de los años, así como en otros idiomas como el francés. La idea era buena, así que la propaganda quiso hacerla llegar lo más lejos posible, por una parte, para ensalzar el sentimiento patriótico, pero también para hacerse ver como un país de peso de cara al resto de países europeos.
En 1951, ahondando en la misma idea, se publicó este otro mapa en formato postal dirigido a los Estados Unidos. En este caso, Portugal y todas sus colonias se muestran dentro de los 48 estados continentales de los Estados Unidos, esparcidos para así incrementar la percepción de equivalencia territorial. Como los propagandistas portugueses eran listos, en este caso no se incluía ningún tipo de tabla comparativa de extensión en kilómetros cuadrados, ya que de haberlo hecho apenas habrían llegado al 25 % del territorio total de los Estados Unidos.
Lo que sí que tenía este mapa en el anverso era una afirmación que no incluía en las versiones europeas: “Por su historia, Portugal ha contribuido más que ningún otro país en el mundo a los descubrimientos y a la extensión y predominio de la civilización cristiana”. La propaganda portuguesa sabía que Estados Unidos era un país predominantemente cristiano, que no católico, por lo que tenía que lograr trazar puentes para que la potencia que dominaba occidente los tuviera en cuenta.
Esta estrategia de posicionar a Portugal como el descubridor del mundo no fue nueva en este mapa, sino que es algo que ya se había usado previamente, como se puede ver en este mapa de 1940.
Este mapa, obra de Roberto Araújo, bajo la dirección del Secretariado de Propaganda Nacional, fue creado para la Exposición del Mundo Portugués. Esta nueva exposición, que tuvo lugar en 1940 en Lisboa, conmemoraba el 800 aniversario de la fundación del estado portugués (1140) y el 300 aniversario de la restauración de la independencia (1640)6. El eje director, en esta ocasión, ya no fueron las colonias, sino los descubrimientos portugueses y lo mucho que habían participado en el conocimiento del mundo.
Quizá lo primero que llama la atención del mapa de Araújo es su estética. Aprovecha el conocimiento cartográfico del momento, pero busca asemejarse con los mapas más característicos del siglo XV y XVI, a fin de generar esa autoridad que las personas otorgamos a los documentos históricos. Esto se logra con las rosas de los vientos y las líneas de navegación marcadas, típicas de los mapas que llevaban los navíos del siglo XVI y XVII para surcar los océanos.
La afirmación sobre los descubrimientos de Portugal que tiene el título del mapa va acompañada de 19 viajes realizados por exploradores portugueses entre 1482 y 1660:
Diogo Cão (1482-85)
Bartolomeu Dias (1486-1487)
Vasco da Gama (1497-1498)
Pedro Álvares Cabral (1500)
João Álvares Fagundes (1500)
Gaspar Corte Real (1501)
António de Abreu (1501)
Francisco Serrão (1501)
Afonso de Albuquerque (1507)
Jorge Álvares (1514)
Fernando de Magallanes (1520)
Esteban Gómez (1525)
Juan Rodríguez Cabrillo (1542)7
António da Mota (1542)
João Martins (1588)
Pedro Fernandes de Queiroz (1606)
Emanuel Godinho de Erédia (1601)
João Vaz de Torres (1606)
David Melgueiro (1660)
De forma intencionada, la obra de Araújo únicamente describe los trayectos seguidos por todos estos exploradores, pero no se detiene a mostrar qué fue exactamente lo que estos exploradores descubrieron. Lo importante de la propaganda son las apariencias, así que bastaba con tener líneas rojas que surcaran todos los océanos de forma repetida para proporcionar esa sensación de haber llegado a todos los rincones.
Angola no es un país pequeño
En diciembre de 1961, el ejército de la India ocupó Goa y el resto de colonias portuguesas en el Indostán y, con ello, comenzó la descolonización del imperio portugués. Salazar y su gobierno tuvo que dedicar cada vez más recursos a apaciguar las múltiples revueltas en el resto de las colonias, lo que supuso un costo en aumento. En 1968, Salazar dio un paso atrás, a causa de sus problemas de salud, y fue sustituido por Marcelo Caetano, quien mantuvo la política de preservar las colonias africanas a toda costa. En 1974, la Revolución de los Claveles puso fin a Estado Novo y, tan solo un año más tarde, Angola, Mozambique, Cabo Verde y Timor-Leste declaraban su independencia.
En 2011, el arquitecto Paulo Moreira comenzó a trabajar en una exposición para reivindicar el desarrollo de Angola en los últimos años. A través de una campaña de mecenazgo, recaudó fondos para todo el material promocional e inauguró la exposición en Oporto el 2 de diciembre de 2011 con el título “Angola no es un país pequeño”. No solo el título de la exposición recordaba a aquel mapa de Henrique Galvão en la exposición de 1934, sino que Moreira creó un mapa a la altura como parte central de la exposición.
El mapa de Moreira utiliza exactamente la misma estética que la versión en francés del mapa de Galvão, para que el paralelismo sea inevitable. Toma el tamaño de Portugal, junto a Madeira y las Azores, y lo replica diez veces en el mapa, para demostrar que se puede contener sin problema dentro de la extensión total de Angola. Además, del mismo modo que ocurría en la obra original, Pereira presenta unas tablas matemáticas en las que suma el territorio de las 18 provincias angoleñas, por un lado, con un total de 1,23 millones de kilómetros cuadrados, y lo compara con los escasos 92.000 kilómetros cuadrados que tiene Portugal en la actualidad.
Más allá del mapa, el proyecto buscaba mostrar al mundo una perspectiva amplia sobre la realidad de Angola, que englobaba la visión de los ciudadanos, de las autoridades, de múltiples ONG trabajando en el país, todo ello con la participación de varias universidades angoleñas. Además de Moreira, en la exposición trabajaron setenta estudiantes angoleños, lo que ayudó a que no fuera otra campaña más de un portugués sobre una de sus excolonias, sino un portugués ayudando a los ciudadanos de Angola a contar la historia desde su prisma.
Hablando de propaganda, os recuerdo que el pasado 16 de abril se publicó mi primer libro, sobre la historia de la propaganda. Si queréis, podéis echar un vistazo al contenido y los detalles que cubre. Y, si conocéis a alguien que le pueda resultar interesante, corred la voz.
Claramente, el golpe de Estado no cambió la dinámica que ya existía en Portugal de gobiernos débiles y poco duraderos.
Manuel Gomes da Costa (1926), António Óscar de Fragoso Carmona (1926 - 1928), José Vicente de Freitas (1928 - 1929), Artur Ivens Ferraz (1929 - 1930) y Domingos da Costa e Oliveira (1930 - 1932). Todos ellos militares.
Aquí se percibe especialmente la gran influencia que tuvo la el fascismo italiano en Ferro y su forma de estructurar la propaganda. Mussolini hizo básicamente lo mismo con su figura, pero con los referentes italianos, los emperadores romanos.
Nótese el sarcasmo.
Que también resultaría ser la última.
La cual puso fin a 60 años de unión dinástica con la monarquía española.
En la actualidad, Juan Rodríguez Cabrillo se considera español de origen.
Que gran trabajo Miguel. Tengo raíces portuguesas, y me ha encantado la forma en la que has contado y has documentado tu artículo.
Como curiosidad, la primera vez que vi el mapa que mencionas de "Portugal no es un país pequeño" ha sido este verano en un viaje por Peniche. En la ciudad existe una fortaleza que actuaba como defensa en épocas pasadas contra piratas e invasores, y que durante la dictadura de Salazar fue utilizada como prisión para presos políticos. Tras ello, con la caída de la dictadura en el 1974, gracias a la Revolución de los claveles, pasó a ser un refugio para los africanos y portugueses que huían de las guerras civiles que se desarrollaron durante el proceso de descolonización. Parte de mi familia vivió allí hacinados, en condiciones insalubres que mi imaginación no es capaz de imaginar.
A día de hoy es un museo donde se narra en detalle su historia, donde se pueden observar las celdas que en su momento sirvieron de habitación para muchos seres humanos. Una visita que, a pesar de sobrecogerme, recomiendo encarecidamente.
Es alucinante el trabajo de documentación que haces, Miguel, siempre traes historias curiosas para entender el mundo. Me ha gustado especialmente, por mi nexo con Portugal y por hablar de propaganda 🥲