Buen martes a todos,
Esta semana voy a dejar el escenario para que
os cuente la maravillosa historia detrás de la primera representación cartográfica del Ártico, de la mano de Gerardus Mercator. es el autor del blog Batallitas y de la newsletter . Si no le conocéis aún, os recomiendo encarecidamente que, además de leer esto que nos trae hoy, echéis un vistazo a lo mucho que ha escrito sobre temas diversos. No os defraudará.El mapa que protagoniza la entrada de la newsletter de esta semana, personalmente, me fascina. Una muestra de ellos es que fue uno de los primeros que incluí en el catálogo de mapas cuando lo inauguré a comienzos de 20231.
Al contrario que otros grandes cartógrafos/grabadores como Abraham Ortelius, Franz Hogenberg o Matthäus Merian, Gerardus Mercator (1512-1594) quizá sea la única figura de la historia de la cartografía cuyo apellido se ha convertido en una palabra familiar para el gran público. El motivo es simple: su sistema de proyección cartográfica, denominado «proyección de Mercator», se sigue utilizando ampliamente hoy día al ser la forma más racional de representar el planeta en las páginas de un libro.
Ante el problema que supone representar un espacio tridimensional en un espacio bidimensional, la proyección de Mercator decide respetar la forma de las masas terrestres, pero no así su tamaño, por lo que algunos territorios (como Rusia o Groenlandia, más alejados del Ecuador) aumentan su tamaño artificialmente mientras que otros presentan el problema contrario (el continente africano suele figurar con unas dimensiones más reducidas a las reales)2.
Pero hay otro problema: la proyección de Mercator amplía cada vez más el espacio vertical necesario para representar cada grado a medida que aumenta la latitud hacia cada polo. Te habrás dado cuenta de que los polos no figuran ni en los mapamundis modernos: es imposible, puesto que se necesitaría una extensión infinita para alcanzar el Polo Norte o el Polo Sur reales en este tipo de proyección. Por esta razón, los mapamundis dibujados en una proyección Mercator terminan muy por debajo de los 90° de latitud3.
Pese a este problema, en su colección de mapas de 1569, Mercator quería representar las regiones polares del norte, por lo que tuvo la idea de incluir un pequeño mapa en una proyección polar, que dibujó en la esquina inferior izquierda de su gran mapa mural. Esta referencia se convirtió en la primera proyección polar de la Tierra, publicada como mapa independiente por su hijo un año después de su muerte, en 1595.
El mapa polar que se muestra aquí, publicado en la primera edición del famoso Atlas de Mercator, es básicamente una copia de la inserción polar de su mapamundi de 1569, pero con algunas características añadidas.
Pero en 1595 —y no digamos en 1569— ningún explorador se había acercado al Polo Norte, ¿cómo se atrevió un cartógrafo célebre por su meticulosa investigación y precisión a representar una región totalmente desconocida y en qué se basó para este mapa que nada tiene que ver con la realidad geográfica?
Características del mapa
Este mapa, denominado Septentrionalium terrarum descriptio, combina conceptos geográficos teóricos medievales con los avances cartográficos más avanzados de su época. Muestra la concepción del siglo XIV de la región polar, en la que los océanos del mundo desembocaban en un mar polar a través de corrientes dibujadas entre cuatro enormes islas. Aunque a grandes rasgos se trataba de una fantasía, su noción de un mar polar abierto resultó ser accidentalmente correcta.
Mercator dibuja el Ártico dividido en cuatro grandes masas terrestres que están separadas por enormes canales de agua con poderosas corrientes, uniéndose en el centro para formar un remolino gigantesco. Estos ríos están alineados como si fueran los cuatro puntos cardinales; aunque, por supuesto, no hay norte, este u oeste en el Polo Norte: todas las direcciones desde este centro son sur.
La mayor de estas islas tendría un tamaño de unas 700 por 1100 millas, y las cuatro se representan con cordilleras escarpadas a lo largo de sus bordes meridionales, lo que impediría o al menos dificultaría considerablemente su exploración terrestre.
En el centro del mapa, y rodeada de las aguas abiertas (y, más allá, de cuatro grandes islas que forman un anillo alrededor del Polo), se alza una enorme montaña de color negro. Según Mercator, esta montaña estaría hecha de magnetita, y sería la fuente del campo magnético terrestre. Mercator sostenía que había dos polos magnéticos adicionales en el planeta: al norte del estrecho entre Asia y el Nuevo Mundo, para explicar la desviación de la brújula.
Los rótulos de Mercator nos informan de que las aguas de los océanos son arrastradas hacia el norte hasta el Polo a través de estos ríos con una gran fuerza, tal que ningún viento podría hacer que un barco navegara contra la corriente. Las aguas desaparecerían entonces por el enorme remolino bajo la montaña de magnetita del Polo, y serían absorbidas por las entrañas de la Tierra. Mercator también nos informa de pigmeos de cuatro pies de altura que habitan la isla más cercana a Europa.
La masa de tierra de la parte inferior izquierda es, al parecer, «la mejor y más salubre» de todas, aunque no se aportan pruebas que lo confirmen, ni se explica por qué los pigmeos de la otra isla no querrían vivir allí.
Las cuatro masas terrestres y la gigante montaña de magnetita no son las únicas tierras inexistentes que representa el mapa: en sus cuatro esquinas, enmarcados por cuatro medallones y un hermoso borde floral, figuran el título y tres recuadros que muestran islas del Atlántico Norte: las Shetland, las Feroe y Frislandia. Esta última, Frislandia, es una de las islas «fantasma» que apareció a lo largo de los siglos en los mapas del Atlántico. En el mapa principal, Frislandia está situada en el océano, al sur de Islandia y Groenlandia. Mercator copió Frislandia de un mapa italiano de mediados del siglo XVI, pero sin saberlo estaba perpetuando un error de un cartógrafo anterior, ya que en realidad no existe ninguna isla en ese lugar.
Otra característica sorprendente del mapa es el topónimo California, que aparece en una parte muy septentrional de la masa continental americana. No es la primera vez que el nombre California aparece en un mapa impreso (apareció por primera vez en un mapa publicado en 1562), pero la ubicación septentrional del topónimo en el mapa de Mercator es muy inusual.
Documentación/inspiración
El Septentrionalium terrarum descriptio se imprimió (póstumamente) en 1595, e incorpora muestra el conocimiento de los recientes descubrimientos de la época. Mercator tomó la idea de un ártico cuatripartito de dos exploradores del siglo XVI, Martin Frobisher y James Davis, que llegaron hasta lo que hoy es el norte de Canadá. Ambos documentaron sus experiencias con corrientes feroces que, según escribieron, arrastraban icebergs gigantes como si nada. «Sin cesar, son arrastrados hacia el norte, donde es absorbido por las entrañas de la Tierra», escribió Mercator en su mapa original.
Al igual que los hombres progresistas de su época, Mercator estaba intensamente interesado en la posibilidad de un paso marítimo septentrional a través o sobre América del Norte hacia Asia, y este mapa muestra claramente que pensaba que existía. Sus ideas influyeron especialmente en los partidarios ingleses de los viajes de exploración a las regiones septentrionales de América, ya que los ingleses eran los que más podían ganar si se encontraba un paso hacia el Noroeste.
Como ya hemos dicho, en 1595 ningún explorador se había acercado al Polo Norte, y hoy en día consideramos que el anillo de islas que rodea el Polo Norte en este mapa es pura fantasía. Sin embargo, Mercator basó su descripción polar en la información más fidedigna de que disponía en aquel momento.
La idea de que tenía que haber una gran montaña de piedra caliza en el Polo Norte para explicar el magnetismo de la Tierra se remonta al siglo XIII, no mucho después de la invención de la brújula.
Para explicar el origen de las cuatro islas y los ríos que fluyen hacia el interior, de las montañas y de los pigmeos (que quizá fueran los lapones de la actual Finlandia), Mercator cita como autoridad para su delineación de las regiones septentrionales el Itinerarium de un viajero flamenco llamado Jacobus Cnoyen (hoy perdido); Cnoyen citó como fuentes el Res gestae Arturi britanni (hoy perdido), y un libro escrito por un minorita inglés, un matemático de Oxford, que había viajado por el extremo norte en 1360 y había registrado lo que vio; esta obra se llamaba Inventio fortunata, que también (irónicamente, a la luz de su título) se ha perdido. Ruysch cita las mismas fuentes, y Fridtjof Nansen (In Northern Mists: Arctic Exploration in Early Times) argumenta convincentemente que Martin Behaim también trabajaba a partir de la Inventio fortunata.
Legado e influencia en la cartografía posterior
Pese a que hoy en día parece un mapa de fantasía, el mapa polar de Mercator gozó de gran influencia entre sus cartógrafos contemporáneos y los que vinieron después. No es casualidad que su retrato de 1574, el grabador flamenco Frans Hogenberg lo mostrase apuntando al polo magnético.
Sin embargo, la representación del Ártico como un archipiélago no es nueva: Martin Behaim, que murió antes de que naciera Mercator, hizo un famoso globo terráqueo en 1492 (el globo terráqueo más antiguo que se conserva) que muestra tierras alrededor del Polo Norte4. Hay dos grandes islas muy cerca del Polo en el hemisferio occidental, mientras que las extensiones de Europa y Asia se extienden hacia el norte para formar, junto con las dos islas que acabamos de mencionar, un círculo roto de tierra alrededor del Polo.
Un mapamundi de Johannes Ruysch, el Universalior cogniti orbis tabula, publicado en una edición de la Geographia de Ptolomeo en Roma en 1508, muestra cuatro islas alrededor del Polo Norte; dos (la que está al norte de Groenlandia y su opuesta al otro lado del Polo) están etiquetadas como Insula Deserta; la que está al norte de Europa es la de los Hiperbóreos, y la que está al norte de América está etiquetada como Aronphei. Ruysch denomina Mare Sugenum a las aguas que se encuentran dentro de las cuatro islas y habla de un violento remolino que succiona las aguas entrantes hacia la tierra; además, su mapa muestra un anillo de pequeñas islas muy montañosas alrededor de las cuatro islas, que, según Ruysch, están deshabitadas.
Otros mapas que muestran estas islas septentrionales son: Nova et Integra Universi Orbis Descriptio de Oronce Finé, publicado en 1534-6, pero diseñado hacia 1519 para Francisco I; el famoso Typus Orbis Terrarum (1570) de Abraham Ortelius y también su Septentronalium regionum descriptio (1570), este último siguiendo especialmente de cerca a Mercator; el mapamundi anónimo del A True Discourse… de George Best (Londres, 1578); el atlas Speculum orbis terrae de Cornelis de Jode de 1593, así como sus mapas de Quiviriae regnum y Americae pars borealis (también de 1593); el Orbis terrarum typus de integro multis in locis emendatus de Petrus Plancius (1594), publicado en el Itinerario de Jan Huygen van Linschoten (1596); así como su influyente Nova et exacta terrarum orbis tabula geographica ac hydrographica (Amsterdam y/o Amberes, 1592). Hay muchísimos otros mapas contemporáneos, literalmente decenas, incluidos ejemplos de fecha tan tardía como el siglo XVIII, que muestran la misma configuración de islas alrededor del Polo.
El Septentrionalium terrarum descriptio de Mercator fue tan popular que inspiró numerosas imitaciones, como los mapas de Matthias Quad (Colonia, 1600), Petrus Bertius y Jodocus Hondius Jr. (Amsterdam, 1616), y Johann Cloppenburg (Amsterdam, 1630).
La influencia cartográfica de Mercator y Ortelius también se extendió incluso a China. Existen mapas chinos que muestran las islas septentrionales, por ejemplo, Shanhai Yudi Quantu, mapa geográfico completo de las montañas y los mares, 1609. Estos mapas derivan de los mapamundis del misionero jesuita Matteo Ricci (1552-1610), que estableció una misión en la prefectura de Zhaoqing (en la actual provincia de Guangdong) en 1583 (véase el n.º 441). Los mapas influidos por Mercator también aparecen en Japón: El Banukoku Chikyu Yochi Zenzu o Mapa del mundo (1853), de Abe Yasuyuki, muestra las cuatro islas septentrionales. Sin embargo, la visión de Mercator de las regiones septentrionales perdió popularidad a partir de 1598, cuando el holandés Willem Barentsz realizó su famosa carta de las regiones polares septentrionales, en la que mostraba aguas abiertas.
Tras la muerte de Mercator en 1594, los exploradores siguieron adquiriendo nuevos conocimientos sobre el Ártico y los cartógrafos revisaron su visión de ambos Polos. Los holandeses descubrieron Spitsbergen, un archipiélago situado al norte de Noruega. Jodocus Hondius, que adquirió las planchas del Atlas de Mercator en 1604, efectuó un cambio en esta plancha, borrando parte de una de las cuatro masas continentales árticas y colocando una representación de Spitsbergen. El Atlas de Mercator tuvo muchas ediciones, bajo la dirección de Hondius y su cuñado Jan Jansson. Solo las dos primeras ediciones del Atlas, publicadas por Rumold, hijo de Mercator, en 1595 y 1602, contienen la versión anterior a Spitsbergen de este mapa. Todas las ediciones posteriores muestran Spitsbergen.
A principios del siglo XVII, varios editores holandeses publicaron ediciones más pequeñas del Atlas de Mercator, que contenían versiones miniaturizadas de este mapa. El cartógrafo de Colonia Matthias Quad también publicó dos versiones más pequeñas de este mapa, la primera de ellas en 1600. Sin embargo, en la década de 1630, los cartógrafos empezaron a dudar de la visión del Polo Norte rodeado de islas y empezaron a producir mapas que mostraban una zona polar vacía, lo que reflejaba mejor la falta de conocimientos de la época.
En 1636, los mapas actualizados de la región carecían de las cuatro regiones de Mercator, junto con el Rupes Nigra y el remolino central. En su lugar, mostraban un gran pedazo de tierra, rodeado de islas más pequeñas y, a menudo, adornado con las rutas de los barcos que permitieron este conocimiento geográfico en primer lugar.
Mientras observamos los mapas modernos del Ártico y nos preguntamos qué cambios están por venir, resulta fascinante recordar la versión original de Mercator, misteriosa y errada desde sus orígenes.
Bibliografía
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Sobre proyecciones cartográficas y las deformaciones necesarias para representar una esfera en el plano, podéis leer esto que escribí hace tiempo: Deformar la tierra para poder representarla.
Por ejemplo, la proyección utilizada por Google Maps, basada en la proyección de Mercator, únicamente muestra hasta los 85 grados de latitud, tanto al norte como al sur.