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Buen martes a todos,
Detrás de todo mapa hay una historia que se quiere contar con una intención concreta. Para ello, hay que elegir la región del mundo que se quiere representar, qué información se quiere proporcionar o cuáles serán las herramientas visuales que proporcionarán esos datos. Esos son algunos parámetros que determinan que podamos terminar con mapas tan diversos como uno de las líneas de autobuses de Bagdad, uno de la cuenca hidrográfica del Amazonas o uno de Marte terraformado1.
Posiblemente, el parámetro que suele suscitar más interés al hablar de mapas son las proyecciones cartográficas. Como ya he contado alguna vez por aquí, las proyecciones cartográficas son esas transformaciones que nos permiten representar la Tierra sobre el plano. Tienen un fundamento geométrico-matemático que facilita una aproximación al plano en la que conocemos de antemano cuáles serán sus fortalezas y sus debilidades, pero sin que la perfección sea posible2.
Pero la perspectiva que se utiliza en los mapas no siempre sigue una definición matemática. Hay mapas que nadan a medio camino entre la interpretación artística y la cartografía, lo cual supone en sí mismo un parámetro más para contar una historia con una intención muy concreta.
Hoy os voy a contar una breve historia sobre los mapas a vista de pájaro, para introduciros un interesante tipo de mapas que popularizó Saul Steinberg en la década de los 70.
Ciudades a vista de pájaro
La representación de ciudades sobre un plano se remonta varios milenios atrás. Es posible que hayan existido representaciones del territorio circundante, incluso desde antes de que se crearan las primeras ciudades, así que podemos suponer que incluso algunos de los primeros asentamientos tuvieron algún tipo de mapa rudimentario. Probablemente, los soportes fueran perecederos, por lo que el mapa de una ciudad más antiguo que conocemos es el de Nippur, en Babilonia, datado en torno al 1200 a. C.

Aquellos croquis distaban mucho de ser sofisticados, pero cumplían una clara función. A medida que las ciudades fueron ganando importancia, también encontraron su camino para entrar en otros ámbitos de la producción cultural de las distintas civilizaciones. En 1997, bajo las Termas de Trajano de Roma, se encontraron unos fascinantes frescos que suponen la evidencia más antigua de una ciudad representada en el arte con una perspectiva de vista de pájaro3. No hay consenso sobre qué ciudad puede ser, e incluso se cuestiona que sea una ciudad en particular, ya que podría tratarse simplemente de una representación artística.
Sea como fuere, este fresco pone en evidencia la creciente importancia de las ciudades como parte de la cultura.

Estas representaciones se hicieron más populares a lo largo de la Edad Media, especialmente como forma de ilustrar manuscritos y dotarlos de carácter. De algún modo, ayudaban a proporcionar contexto a las narrativas, comúnmente ligadas al ámbito religioso. La vida de un santo se entendía mucho mejor si su territorio circundante tenía una ciudad amurallada, ya que acercaba su figura a lo que podía experimentar cualquier ciudadano de la época.
A mediados del siglo XIV, estas representaciones comenzaron a cobrar importancia, pasando a ser una parte importante de algunas pinturas. Quizá la pieza que mejor representa esta tendencia es Ciudad junto al mar, de Ambrogio Lorenzetti. Sin ser una obra icónica dentro de la historia del arte, marca un punto de inflexión a partir del cual ciudades concretas comenzarían a representarse con esta icónica vista de pájaro.
Esto nos lleva a finales del siglo XV, cuando la cartografía y el arte se encuentran por fin en una nueva tendencia que permitiría mostrar fielmente ciudades y, a la vez, con ese toque artístico que proporciona la vista de pájaro. Es difícil marcar el momento en el que se cumple la transición completa de meras obras artísticas a mapas con un alto valor cartográfico, pero sin duda fueron clave algunos mapas, el de Florencia por Francesco Rosselli o el de Venecia por Jacopo de' Barbari. Hay muchos ejemplos en esta época, pero me gustan estos dos porque Roselli aún mantenía un claro interés artístico, mientras que de' Barbari fue lo suficientemente meticuloso como para considerarse un auténtico mapa.


El mundo desde Nueva York
Entre los siglos XVI y XIX, la perspectiva de pájaro se continuó usando de forma bastante habitual. Después de todo, seguía siendo una buena forma de colgar una representación de una ciudad en la pared, con mucho más contenido artístico que la mayoría de los planos de esa época.
A comienzos del siglo XX, partiendo de este tipo de perspectiva, John Tinney McCutcheon tuvo una idea genuina. Era posiblemente el caricaturista más importante de Chicago en su época, y le caracterizaba esa búsqueda continua de nuevas formas de representar el mundo de su época con tintes satíricos. McCutcheon ya había coqueteado con los mapas previamente4, pero posiblemente ninguno de ellos había sido tan disruptor como el que publicó en 1922 para el Chicago Tribune: The New Yorker's Idea of the Map of the United States5.

McCutcheon tomó la vista de pájaro que se había utilizado hasta la saciedad para representar ciudades y, en vez de limitarse a las montañas, mares o cielos que por lo general marcan el horizonte, aprovechó para representar gran parte del mundo. En la parte central del mapa aparecen dos neoyorquinos en el jardín de su casa, que no es más que el edificio de la Bolsa de Nueva York. Como anexo hacia la izquierda tiene el Capitolio de Washington, a la derecha también se aprecia la escuela, que posiblemente haga referencia a Boston y alrededores, donde se encontraban las principales universidades de Estados Unidos en aquel momento.
Todo lo que hay por detrás, a los que los neoyorquinos de la caricatura llaman patio trasero, es el mapa completo de los Estados Unidos, totalmente simplificado. Hay campos de cultivo de maíz, algodón, tabaco y trigo, los cuales hacen referencia a algunos de los cinturones que definen regiones de Estados Unidos, como el Cinturón de Maíz, el Cinturón de Trigo o el Cinturón de Algodón6. También hay un garaje, que posiblemente hace referencia a Detroit; los campos de petróleo, en referencia a Texas; o los Grandes Lagos, etiquetados como estanque de pesca. Al fondo, marcando el límite, se pueden ver las montañas Rocosas, el océano Pacífico y un sol que podría incluso hacer referencia al Imperio del Sol Naciente, Japón, situado al otro lado del océano.
El mapa era claramente crítico con la actitud de los ciudadanos de Nueva York, que continuamente se creían el centro del país, menospreciando la importancia de otras regiones. Una sátira perfectamente estructurada y que, posiblemente, sirvió de influencia para otro mapa que apareció en 1976 en la portada del New Yorker: View of the World from 9th Avenue7.

Este mapa de Saul Steinberg exageraba aún más si cabe la imagen de Nueva York, simplificando todo lo que existe más hacia el oeste. Tomando como referencia la Novena Avenida, una de las calles norte-sur más occidentales de Manhattan, y dibuja todo lo que se ve desde allí hacia el oeste. Los edificios de la Novena Avenida aparecen perfectamente detallados, así como los viandantes y los vehículos que circulan por las calles. A medida que la ilustración se acerca al río Hudson, va perdiendo detalles, como si se tratara de una perspectiva real.
Una vez cruzado el río Hudson, todo cambia. La costa sí que aparece etiquetada como Jersey, el estado que está situado al otro lado del río, pero más allá todo se convierte en una maraña de estados y ciudades que simplifican hasta el absurdo la complejidad territorial de los Estados Unidos. También hay una referencia a México a la izquierda y otra a Canadá a la derecha. Como en el mapa de McCutcheon, el Pacífico también tiene importancia, y al otro lado de este gran océano se pueden observar tres trozos de tierra con los que se representan China, Japón y Rusia.
Otras ciudades con perspectiva del mundo
Aunque Steinberg no fue el verdadero inventor de este tipo de sátira, sí que fue el que la hizo popular. Steinberg dibujó 85 portadas del New Yorker a lo largo de su carrera como caricaturista, pero esta continúa siendo la más reconocida de todas ellas. Su popularidad es tal que la idea ha sido replicada desde entonces en múltiples ocasiones en todo el mundo.
Y no es para menos, este tipo de mapas tienen un potencial brutal para criticar la excesiva centralidad con la que viven algunas ciudades del mundo, a pesar de su peso real en el mundo actual.
A continuación os dejo algunos de mis ejemplos favoritos, aunque son muchísimos más.





La entrada de hoy no puede terminar sin un mapa de propina en el que, posiblemente, todos los españoles que hayáis leído esto habréis pensado. No es exactamente el mismo patrón, aunque sí que se nutre de la misma idea.
Como no puede ser de otro modo, hablo del Mapamundi de Bilbao, creado por Juan Echegoien Krug en el año 2000, y con el que os habréis topado mil y una veces. Por si todas esas no hubieran sido pocos, aquí os lo dejo una vez más8.

He elegido tres mapas muy distintos del catálogo de mapas, pero podrían valer aquí tres ejemplos cualquiera. Eso sí, si hubiera elegido otros, no os habríais interesado por estos tres en particular que, a mi parecer, son preciosos.
La esfera es un cuerpo no desarrollable en el plano. Si os interesa todo el fundamento matemático que hay por detrás, os recomiendo que echéis un vistazo a este artículo de Gaussianos.
Aquí está el artículo del descubrimiento, por si queréis profundizar.
McCutcheon también es el autor de este otro fabuloso mapa satírico de 1908, sobre el que también tendré que hablar en algún momento por aquí.
La idea neoyorquina del mapa de los Estados Unidos.
Aquí os dejo también con un chulo mapa de los cinturones (o regiones) de los Estados Unidos.
El mundo desde la Novena Avenida.
Juan Echegoien Krug vivió un par de décadas en Estados Unidos, así que no es descartable que tuviera exposición al mapa de Saul Steinberg y sus obras derivadas, lo que pudo valer de inspiración para el Mapamundi de Bilbao.
Confieso haberlo leído esperando el momento en el que apareciera el mapamundi de Bilbao 😂
Que chula historia. Me encanta que en la de Inside Portugal no existe.
Esa portada, la original, la vi en una expo de Steinberg que hubo este otoño en la Fundación Juan March.