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Buen miércoles a todos,
Antes de comenzar con lo que os contaré hoy, quiero dejar por escrito un disclaimer para que no se interprete este texto con palabras que no he dejado por escrito. Todo lo que voy a contar no busca, en ningún caso, justificar el comportamiento de nadie. Lo que sí que busca es proporcionar un contexto histórico que puede ayudar a entender cómo algunas cosas son como son en la actualidad. Por supuesto, hay muchos detalles que tendré que pasar por alto, ya que la historia de Irán es, por lo menos, tan complicada como la de cualquier otro país del mundo que os podáis imaginar.
Con eso en cuenta, empecemos.
De sobra es conocido el sentimiento anti-estadounidense existente en Irán y, en parte, también un gran sentimiento contra occidente. Ese sentimiento, aunque comúnmente se afirma que es una consecuencia de la Revolución Islámica, es algo muy anterior a esta. Antes de 1979, las injerencias de occidente en Irán fueron continuas, principalmente por parte de Rusia y el Reino Unido.
Esto que os traigo hoy es un recorrido por la historia de Irán, centrándome especialmente en las múltiples veces en las que occidente puso en jaque la autonomía iraní para decidir su futuro.
Irán y sus 2500 años de historia
En la región donde está situado actualmente Irán1, han gobernado a lo largo de la historia algunos de los imperios más duraderos e influyentes del Medio Oriente, de Asia e incluso de Europa. Quizá los más memorables son el Imperio Aqueménida (550 a. C.-330 a. C.) y el Imperio Sasánida (224-651), pero una cierta continuidad se mantuvo con otros muchos imperios menos reconocidos, como son el Imperio Selyúcida (1037-1194), el Iljanato Persa (1256-1335) o el Imperio Timúrida (1370-1507).

Durante más de dos milenios, el territorio del actual Irán formó parte de una gran potencia regional, lo que de algún modo ha establecido a lo largo de la historia una consistencia cultural que es muy poco común en el mundo2. Desde 1501, cuando se estableció el Imperio Safávida, los límites territoriales de Irán se han mantenido bastante constantes, lo que ha ayudado mucho a que ese sentimiento nacional y de pertenencia haya persistido.
Si bien Irán es uno de los pocos países no colonizados por potencias europeas, sí que ha estado sometido durante varios periodos a la influencia y las injerencias de Europa. Podemos marcar el comienzo cuando se libró el Gran Juego entre el Imperio Ruso y el Imperio Británico por el control de Asia Central. Como parte de esa rivalidad, avanzó la colonización de Asia y, donde no pudo llegar la colonización, se establecieron áreas de influencia.
Este fue el caso de Irán.


Durante todo el siglo XIX, la dinastía kayar aprovechó el interés de Rusia y el Reino Unido en Irán para conseguir financiación. El Imperio Ruso, mucho mejor situado, se encargó de modernizar al ejército iraní, e introdujo multitud de ciudadanos rusos en la formación de médicos, oficiales y profesores de la corte del sah. El Imperio Británico sí que plantó cara al Imperio Ruso en la industrialización de Irán, siendo una pieza fundamental en la creación de fábricas, la red de ferrocarril y la red telegráfica. Lo que está claro es que la colaboración de rusos y británicos con el sah no tuvo nada de altruismo, el principal objetivo en todo momento fue luchar por la influencia y, de paso, lograr grandes beneficios para sus empresas.
El pueblo iraní no aceptó que el sah estuviera negociando con fuerzas extranjeras buscando su propia riqueza, sin que nada de eso repercutiera de forma real en la población. Esto desató una serie de protestas en 1905 que, finalmente, terminaron transformando la monarquía autoritaria iraní en una monarquía constitucional. Las zonas de influencia firmadas por rusos y británicos se mantuvieron, pero el poder real que pudieron ejercer desapareció casi por completo.
El golpe de Estado de 1921 y el fin de la dinastía kayar.
A comienzos del siglo XX se descubrieron grandes reservas de petróleo en Oriente Medio y, como consecuencia, el interés en la región aumentó de forma notable. La Primera Guerra Mundial fue la excusa perfecta para que el Imperio Otomano decidiera invadir Irán por el oeste con el apoyo de Alemania3. Rusia y el Imperio Británico, por su parte, no lucharon directamente contra la invasión otomana, sino que buscaron también controlar el país por su parte. A ninguno de los beligerantes le importó lo más mínimo que la dinastía kayar hubiera declarado a Irán como país neutral en el conflicto. Todos querían controlar esas reservas de petróleo y garantizar que tendrían los derechos de explotación.
Al final de la Primera Guerra Mundial, Rusia estaba sumida en una revolución, y el Imperio Otomano veía su integridad amenazada por la partición que proponían los aliados. El Imperio Británico fue el único de los países que habían invadido Irán que salió bien parado, lo que garantizó que la Anglo-Persian Oil Company tuviera todos los derechos de explotación de las reservas de petróleo iraní.

Tal y como se puede ver en el mapa de más arriba, la partición del Imperio Otomano, según los acuerdos de 1916, proporcionaba al Imperio Británico todo el control del territorio al oeste de Irán. Si a eso unimos que ya controlaba todo el territorio al este y la costa sur del golfo Pérsico, no es de extrañar que el Imperio Británico no se conformara con la explotación de las reservas de petróleo, sino que también buscó convertir al país en un protectorado.
El problema que tenía el Imperio Británico, tras la Primera Guerra Mundial, es que había gastado mucho dinero y no podía meterse en otra campaña militar para controlar Irán por completo. Es por eso que optó por una opción más barata. El general británico Edmund Ironside aportó información estratégica para que tuviera lugar un golpe de Estado que depusiera a la dinastía kayar y estableciera un gobierno más fuerte. Reza Jan lideró la revuelta en 1921, situando como primer ministro a Seyyed Ziá. La idea inicial era reformar la monarquía kayar, pero después de varios años luchando para apagar todas las revueltas internas y movimientos separatistas, en 1925, Reza Khan se proclamó Reza Shah, primer sah de la dinastía Pahlaví.
La Segunda Guerra Mundial y la invasión anglosoviética
Los planes del Imperio Británico no salieron según lo esperado. Reza Shah mantuvo los acuerdos con la Anglo-Persian Oil Company, pero en el aspecto político comenzó a actuar de forma independiente y mirando por sus propios intereses. Firmó acuerdos comerciales con diferentes países, incluida la Unión Soviética, aunque mantuvo en todo momento recelo ante el pasado expansionista de los rusos. La estabilidad permitió que el sah estableciera las bases de un estado fuerte, con la creación de un banco central e inversión en industria, infraestructuras y educación.
Con la llegada de los años 30, el sah comenzó a acercarse a la Alemania Nazi, cautivado por su fuerza militar y el progreso de su industria. Esto le llevó a firmar importantes acuerdos de colaboración en 1936, con los cuales cientos de alemanes llegaron a Irán para ayudar a mejorar el país en todos los ámbitos. Este acuerdo permitió que los iraníes fueran considerados arios puros y, como tal, estuvieron totalmente excluidos de las Leyes de Núremberg4.

La Segunda Guerra Mundial estalló en 1939 y, una vez más, Irán se declaró neutral en el conflicto. Eso no impidió que, una vez más, el Imperio Británico tuviera que mirar por sus propios intereses. Si la Alemania Nazi había conseguido acercar posturas con Irán, ¿qué impedía que Irán rompiera tarde o temprano el acuerdo de explotación de petróleo que todavía mantenía la Anglo-Persian Oil Company?
En 1941, después de que Alemania atacara a la Unión Soviética, el miedo se incrementó. La producción de petróleo iraní era esencial para los aliados y no se podían permitir que terminara cayendo en manos de Alemania. Eso llevó a que comenzasen las presiones por parte del Reino Unido y la Unión Soviética para que Irán expulsara a todos los ciudadanos alemanes y cortara todo tipo de relaciones con la Alemania Nazi. Esto no solo provocó el rechazo directo de Reza Shah, sino que también los ciudadanos iraníes organizaron protestas contra las injerencias británicas y rusas. Después de todo, no era la primera vez que las potencias europeas intentaban decidir por el pueblo iraní.
El 25 de agosto de 1941, el Reino Unido y la Unión Soviética comenzaron la invasión de Irán para tomar el control. El sah buscó explicaciones en las embajadas británica y soviética, pero no le proporcionaron ningún acuerdo posible que pudiera parar la invasión. Reza Shah también mandó un telegrama a Franklin D. Roosevelt pidiendo protección ante la invasión injustificada de la Unión Soviética y el Reino Unido, pero la única respuesta que obtuvo del presidente de los Estados Unidos fue un tibio llamamiento a la colaboración con los Aliados.
En tan solo 23 días, las tropas invasoras llegaron a Teherán. Reza Shah fue exiliado a Sudáfrica y su hijo Mohammad Reza Pahleví fue puesto al mando.

El nuevo primer ministro, Mohammad Ali Foroughi, optó por seguir el juego a los aliados y rompió relaciones con Alemania, Italia, Hungría y Rumanía, además de entregar a todos los ciudadanos alemanes en Irán al ejército británico y soviético. En 1943, Irán terminó declarando la guerra a Alemania. La ocupación continuó hasta el final de la guerra, lo que no hizo más que incrementar la desconfianza de la ciudadanía iraní con británicos y soviéticos.
El golpe de Estado de 1953
El final de la Segunda Guerra Mundial debería haber marcado el fin de la ocupación soviética y británica. Ambos países tenían un plazo de seis meses para retirarse, algo que sí que cumplió el Reino Unido, pero no la Unión Soviética. En lugar de eso, Iósif Stalin optó por apoyar los movimientos separatistas del noroeste y apoyar la independencia de la República Popular de Azerbaiyán y la República de Kurdistán5.
Finalmente, el ejército soviético abandonó Irán en 1946 y, pocos meses después, ambos movimientos independentistas fueron aplacados.

El fin de la invasión no terminó con el descontento del pueblo iraní respecto al trato que les había dado occidente. Esto hizo que poco a poco aparecieran protestas contra la Anglo-Persian Oil Company y cómo se mantenía como un vestigio de los intereses imperialistas de occidente en la región.
Las reformas comenzaron en 1949, cuando el sah buscó un cambio en la constitución vigente para otorgar mayor poder a la monarquía. Tanto los Estados Unidos como el Reino Unido aconsejaron al sah no seguir ese camino y mantener el estado operando como ya lo hacía, pero no les hizo caso. La reforma también tuvo enemigos dentro del país, lo que ocasionó un intento de asesinato del sah, el cual fue ligado al fundamentalismo islámico y al Tudeh, el partido comunista más importante. Esto le permitió al sah quitarse de en medio a parte de la oposición, pero pronto le surgiría un nuevo enemigo.
Mohammad Mosaddeq consiguió ser elegido primer ministro en 1951, en parte, por su frontal oposición a las reformas autoritarias de Mohammad Reza Pahleví. Pero su popularidad alcanzó la cota más alta en el país cuando, entre sus primeras medidas, optó por nacionalizar las empresas petrolíferas que operaban en el país, entre ellas la Anglo-Persian Oil Company. Hubo intentos de negociación por parte de Mosaddeq para lograr una salida acordada, aunque solo encontraron oposición total por parte de la petrolera británica y del gobierno del Reino Unido.

Esto supuso un importante varapalo para los intereses estadounidenses y, principalmente, británicos en la región. Estados Unidos intentó negociar directamente con el sah, pero este inicialmente se opuso, ya que no estaba dispuesto a ir en contra de la opinión pública. El pueblo iraní apoyaba de forma casi total la nacionalización del petróleo, y contra eso no se podía luchar.
Sin muchas más opciones, el Reino Unido impuso un embargo al petróleo iraní, con lo que consiguió impactar a la economía iraní y sembrar el descontento inicial que necesitaban para los siguientes pasos del plan. El siguiente paso fue la conocida como Operación Ajax, una operación encubierta de la CIA estadounidense y el MI6 británico para derrocar a Mossadeq. Se utilizó propaganda6 y sobornos para hacerse con los favores de políticos, líderes religiosos y miembros del ejército iraní. Finalmente, se culminó con el regreso al poder de Mohammad Reza Pahlavi con un nuevo régimen autoritario en 1953.

Estados Unidos y el Reino Unido consiguieron sus objetivos. Tenían a un gobernador alineado con Occidente en el poder, pero sin duda subestimaron las consecuencias a largo plazo. La sociedad iraní llevaba décadas quejándose de las injerencias extranjeras y cómo sus dirigentes no luchaban por los intereses de la nación iraní. Todo este descontento continuó en aumento y a él se unieron fricciones internas con los estamentos religiosos que, conjuntamente, terminaron desembocando en la Revolución Islámica de 1979.
Pero eso es una historia para otro día.
PS: Quería haber incluido también aquí la guerra entre Irak e Irán (1980 - 1988), ya que también añade a la pila de injerencias extranjeras que ha sufrido Irán en su historia. Pero para que tuviera sentido, necesitaba hablar de la Revolución Islámica, lo que habría extendido el artículo de hoy de forma excesiva.
Si os ha gustado esto, otro día os hablaré de la Revolución Islámica y de la posterior guerra con Irak. ¡Comentádmelo!
Persia es el nombre que se utilizaba en occidente para referirse al país por occidente hasta 1935, pero dentro del país se llevaba utilizando la denominación Irán (en su versión farsi) desde aproximadamente el año 1000. Esa es la razón por la que utilizaré principalmente la denominación Irán, sin entrar en otras connotaciones. Por ejemplo, hay bastantes autores que se refieren a Persia para el país antes de la Revolución Islámica de 1980, y posteriormente hablan de Irán. Esto, como tal, no tiene ningún fundamento más allá de una intención de diferenciar al país con el cambio de régimen, sin que esto esté realmente fundamentado por un cambio interno del nombre.
En Europa, dependiendo de los límites que pongamos, se puede encontrar algún ejemplo. Fuera de Europa, quizá los únicos ejemplos que se pueden considerar son Japón, China (o parte de China) y Etiopía.
Esta no era la primera vez que el Imperio Otomano lo intentaba. Ya lo había hecho anteriormente en 1906, aprovechándose las revueltas internas iraníes.
El mismo Adolf Hitler declaró a todo el pueblo iraní parte de la raza aria.
También conocida como la República de Mahabad.
Sabéis que me gusta la propaganda, así que os recomiendo que echéis un vistazo a este artículo sobre la propaganda estadounidense en Irán entre 1950 y 1953.
¡Vaya repaso a la historia reciente de Irán!
Me ha sorprendido ver lo lejos que llegan las presiones extranjeras, desde el “Gran Juego” ruso-británico hasta la Operación Ajax de 1953. Explicas con detalle cómo cada intervención fue alimentando el descontento popular que, años más tarde, estalló en la Revolución Islámica.
Una idea que me queda rondando: si la nacionalización del petróleo causó tal choque con EE. UU. y Reino Unido, ¿habría algún camino intermedio que hubiera evitado el golpe sin renunciar a la soberanía?
Gracias por poner contexto a un tema que a menudo se reduce a titulares. ¡Espero tu próxima entrega!
¿Pues para qué preguntas? Claro que queremos que hables de la revolución islámica... Por cierto, recomendable episodio hoy en No es el Fin del Mundo sobre los recientes ataques de Estados Unidos.
Si alguien de los que está al mando tiene dos dedos de frente, se dará cuenta de que una invasión terrestre de Irán para forzar un cambio de régimen es una idea absolutamente estúpida: como bien comentas en tu post, el pueblo iraní estarás o juzgado por una dictadura islámica, pero a los occidentales no nos soportan.