Yo y la música
Newsletter #157 – 2025/11/07
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Buen viernes a todos,
Llevo una buena semana de perros. La vuelta al trabajo nunca sienta bien1, pero siempre sienta un tanto peor si un virus decide venir a hacerte compañía. De hecho, ha sido la primera vez en casi tres años que el catálogo de mapas ha estado un par de días sin mapas nuevos. Es lo que tiene cuando a uno le atropella la vida. Ahora que ya me encuentro algo mejor, no quería dejaros sin la newsletter semanal, pero me voy a salir por peteneras2.
Cuando empecé a escribir esta newsletter, una de las cosas que me propuse fue recomendar una canción cada semana. Escucho música para aburrir, pero percibía que a nadie le importaban en exceso mucho las canciones que recomendaba, así que lo dejé de lado. Y aunque también me gusta mucho hablar sobre música, mi capacidad de escribir sobre el tema dista mucho de la que tienen grandes como
, o 3.Mi primer disco
Fui el tercero de cuatro hijos, en un piso de tres habitaciones con unos 70 metros cuadrados. De pequeño nunca eché de menos tener más espacio, supongo que porque era a lo que estaba acostumbrado. Pero claro, estar tan recogidos no deja mucho espacio para que cada uno disfrute en paz de sus gustos musicales. Por eso, es inevitable aceptar que la primera música que escuché fue la que ponían mis padres y mis hermanos mayores, diez años mayores que yo.
Entre todo ello, recuerdo algo de Mecano, Nana Mouskuri, Juan Pardo u Hombres G. Para ser sinceros, la música no me interesaba lo más mínimo, así que prestaba muy poca atención. Hay que retrotraerse a la época: a finales de los 80 y comienzos de los 90, la única música que se escuchaba era lo que ponían en la radio, o las pocas cintas que una familia de clase obrera se podía permitir4. Mi ignorancia era tal que, cuando los chavales del colegio hablaban de que si escuchaba tal grupo o tal otro grupo, yo no tenía ni pajolera idea de lo que hablaban.
Todo eso cambió el 30 de enero de 1995, cuando cumplí 13 años. Contra todo pronóstico, me regalaron un walkman, con el que podía escuchar cintas, pero también la radio sin molestar a los demás5. Supongo que, influenciado por algún chaval del colegio, me puse Los 40 Principales6 y ahí se mostró mi primera ventana al mundo de la música. Aún recuerdo la primera canción que me dejó cautivo. Tanto como para ahorrar y comprarme mi primera cinta.

La canción era Zombie, de The Cranberries. Estudiaba inglés en el colegio, pero por supuesto que no entendía más que un puñado de palabras. Así que comprarme la cinta también fue una forma de tener acceso a esas letras e intentar descifrarlas. Y nunca mejor dicho, porque quien haya tenido el disco de No Need to Argue en sus manos recordará perfectamente que las letras estaban escritas a mano con grafía de doctor de época. Había que interpretar primero lo que había escrito al inglés y luego intentar traducirlo al español y entenderlo. Aunque posiblemente logré traducir la canción, creo que me costó bastantes años más, y algo de madurez, entender lo que realmente escondía esa canción: una perspectiva concreta, en el contexto de The Troubles, poco después de un atentado del IRA que mató a dos niños en Warrington, Inglaterra.
Eso sí, el disco era (y es) mucho más que Zombie. La maravillosa voz de Dolores O’Riordan consigue llevar a la introspección en cada uno de los catorce temas que componen el disco. Y claro, en aquellos tiempos, cuando invertías tus ahorros en un disco, lo escuchabas muchas veces, tantas como para que fuera inevitable que memorizases todas y cada una de las canciones. Eso sí, puedo decir que 30 años más tarde, aún sigo escuchando este disco, porque realmente me fascina.
La música con mi entorno
Una de las grandes cosas de la música es que te permite estrechar lazos con la gente que tienes cerca. Después de haberme hecho con el walkman, empecé a estar más abierto a la música que escuchaban mis amigos, mis compañeros de colegio o mi familia. Es así como comencé a descubrir más música, aunque inevitablemente dentro de todo lo que fue popular en España durante mi adolescencia7.
El boom del grunge estaba a tope, sobre todo tras la muerte de Kurt Cobain un año antes. Así que Nirvana era uno de los grupos sobre los que más hablábamos, principalmente del Nevermind y el Unplugged in New York, aunque también había palabras para Pearl Jam, Soundgarden o Alice In Chains. El punk-rock también pegaba fuerte, así que inevitablemente memoricé por completo el Smash de The Offspring y el Dookie de Green Day. Y por supuesto, mucho britpop; aún guardo muchos recuerdos de Different Class, de Pulp, o de (What’s the Story) Morning Glory, de Oasis.
Y por supuesto, el rock estatal español sonaba en todas las esquinas. Como adolescentes con aspiraciones, teníamos que estar al tanto de Héroes del Silencio, pero también de Platero y Tú, Extremoduro, Barricada o Reincidentes.
Recuerdo también que el padre de una compañera del colegio me introdujo en música de otros estilos y otras décadas. Concretamente, recuerdo un par de discos que me prestó: el debut de la Velvet Underground, The Velvet Underground & Nico, y Horses, de Patti Smith. Gracias a ellos descubrí que había música con solera que sonaba muy interesante. Quizá musicalmente no tenían una producción tan limpia como lo que se estaba publicando en los 90, pero esa crudeza me atraía una barbaridad. No tengo duda de que, gracias a esta semilla, con los años quedé totalmente prendado de grupos como Modest Mouse, Violent Femmes o Neutral Milk Hotel.
Ya en el instituto, convencí a mis padres de que comprasen un radiocasete con reproductor de CD y doble pletina. Esa tecnología del momento me permitió comenzar a grabar en cinta cualquier CD que me prestasen, y así ampliar mi colección particular de forma mucho más económica.
La música con libros, revistas… e Internet
Además de toda la música que descubrí a través de la radio y de mi entorno, tenía un interés obsesivo por descubrir más cosas que nunca hubiera escuchado. Eso me llevó en mi adolescencia a coger multitud de libros de la biblioteca pública sobre música. Había mucho sobre los grupos del momento, que por supuesto no dudé en leer y releer, pero también me empapé de libros que hablaban sobre la historia del pop y la historia del rock.
Es así como me compré mi segundo CD: The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd. No había escuchado absolutamente nada de Pink Floyd hasta que me compré ese disco, y fue todo un acierto. Jamás se me olvidará la primera vez que escuché las campanas y alarmas al comienzo de Time. Tampoco se me olvidará cuando, con los años, comprendí lo que realmente escondía esa canción.
Con libros y revistas fui cogiendo referencias por todas partes. En alguna tienda de segunda mano conseguí hacerme con algunas cintas y CDs, algunos de ellos de importación, e incluso algunos bootlegs8. Aun así, la realidad es que, hasta que no llegó Internet a mi vida, no expandí realmente mi conocimiento musical. Curiosamente, si preguntas a mi yo adolescente, seguramente te diría que había escuchado muchísima música, pero mi yo de 43 años puede afirmar tajantemente que no.
Internet llegó a mi casa en 1999, gracias a mi hermana mayor. Al comienzo era solo algo que usaba para mandar correos y apuntarme a alguna que otra lista de correo. Poco a poco, fui descubriendo la web, y encontrando páginas que trataban mis intereses. Para los mapas seguía siendo mucho más útil ir a la biblioteca, pero para leer sobre la música que funcionaba en otras partes del mundo había muchas publicaciones en inglés que se podían leer. Así, cuando instalé Napster por primera vez, la primera canción que intenté descargarme fue I Think God Can Explain, de Splender. Una canción que seguramente ninguno de vosotros haya escuchado jamás, pero, en aquel momento, yo acababa de leer que era lo más puntero del rock alternativo estadounidense.
Y sí, aún tengo mucho cariño a esa canción y al disco que contenía la canción, Halfway Down the Sky.
Continué comprando discos durante unos años, aunque casi todos ellos fueron de tres de mis grupos favoritos: R.E.M., Counting Crows y Live. Comencé a descargar música e intercambiarla con gente que conocía. Quería escuchar la música nueva que iba saliendo y lo que era popular entre mi gente, pero también tenía interés por lo que comentaba la crítica y listas de mejores discos y canciones de la historia.
Me hice con las discografías de artistas tan diversos como The Beatles, Die Toten Hosen, Silvio Rodríguez, Nuevo Mester de Juglaría, The Eagles o Extremoduro. Y bueno, diversos tal y como los entendía entonces. Me costó muchos más años quitarme de encima ese elitismo que ponía por encima la música que me gustaba (folk, rock y punk) de otros estilos que hoy disfruto mucho, como la electrónica, el flamenco, el pop o el metal.
En 2011 llegó por fin lo que llevaba muchos años esperando: el streaming de música. Entiendo que esto ha supuesto un problema para muchos artistas, por el sistema de retribución de ingresos, pero para los consumidores fue todo un cambio de paradigma. De la noche a la mañana, me encontré en mis manos con acceso a toda la música.
Y creedme que lo he disfrutado mucho.
Epílogo
Os confieso que no tenía para nada pensado hablar de todo esto hoy. De primeras había pensado en reescribir algo que os conté hace un par de años, pero mejor os lo dejo por aquí. Se trata de un mapamundi con los artistas que he escuchado de cada país del mundo desde el año 2005. Además, el artículo también incluye algunas listas de reproducción por país, por si queréis expandir un poco vuestros gustos musicales.
En el último año, me he propuesto escuchar música de forma más estructurada. Llevaba muchísimos años que no dedicaba el tiempo necesario a escuchar discos completos y disfrutar de la obra tal y como había sido concebido por cada artista. Además, también he recuperado una cuenta que tenía en Best Ever Albums, donde puntúo todos los discos que escucho, para que así me sea más fácil encontrar las cosas que me han gustado.
La web también cuenta con una lista de los 10.000 mejores discos según los ránkings de los usuarios, y también me he propuesto escucharlos los 1.000 primeros, sean del estilo que sean. Ya llevo 442, y supongo que me llevará un par de años completarlo, pero lo llevo con muchas ganas. Gracias a esto he redescubierto discazos como Post de Björk, In Absentia de Porcupine Tree o Sandinista! de The Clash. Y me he topado con cosas que desconocía por completo, como Endtroducing..... de DJ Shadow.
Y bueno, por si os pica la curiosidad, hace unas semanas también dejé en esa web mi top 100 discos. Una lista que, sin duda, depende mucho del momento en el que la haga, pero que lo mismo os da alguna idea sobre qué escuchar.
Por petición popular, os dejo por aquí un botón para procrastinar, por si os pillo aburridos. Cada vez que pulséis en él, os llevará a un mapa distinto de los más de 1000 que tiene el catálogo.
Con excepción de algunos afortunados que adoran su trabajo. A quienes admiro, todo sea dicho.
Me flipa esta expresión. Lo que no sabía hasta hace poco es lo que eran las peteneras en sí. Un palo de flamenco, para los que no queráis dar al enlace.
Os recomiendo que echéis un vistazo a sus perfiles y sus publicaciones, todas ellas muy recomendables para los amantes de la música.
Así es, no había ni Spotify ni YouTube. Tampoco había Internet para poder descargarte música. En mi casa no había tocadiscos ni había reproductor de CD.
Para los más jóvenes, esto era un walkman.
Para los que no seáis de España, Los 40 Principales era por aquel entonces, y también en la actualidad, la radio musical por excelencia. En aquella época estaba orientada a la música pop-rock nacional (española) e internacional.
Insisto, el mundo sin Internet era MUY distinto.
Bootleg suena mucho mejor que grabación pirata, pero, en resumen, eso eran los bootlegs: grabaciones piratas de actuaciones en directo. Y se vendían en algunas tiendas de forma alegal.







Me ha llamado poderosamente la atención que el título sea "Yo y la música", esto sería un error en mi país donde la regla es que nunca 'yo" va por delante. De hecho, si te equivocas con eso, la rta es "el burro por delante" 😂. Aquí me corregirían y debería poner "La música y yo". En España está bien dicho así por lo que veo.
Más mapas musicales para resistir al tedio del trabajo, por favor 🙏🏻