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Nota: la edición de hoy va con muchas, pero que muchas imágenes (38). Si no se os cargan todas en el correo electrónico, podéis verlas aquí.
Buen martes a todos,
Cuando empecé la carrera, en el año 2000, había usado el ordenador casi únicamente para jugar al Buscaminas. Es cierto que Internet había llegado a casa de mis padres un año antes1, así que me había hecho un correo electrónico con el que mandaba emails a los pocos amigos que ya tenían Internet y me había apuntado a listas de correo de lo más aleatorias2.
Pero los tiempos comenzaron a cambiar muy rápido. El mundo que ofrecía Internet cada vez era más amplio, pero también mi comprensión de lo que se podía hacer con un ordenador. Descubrí foros de lo más diversos, así como formas de hacerme con música que, de otro modo, no habría podido escuchar en aquel momento3. Pero una cosa que sin duda fue un gran descubrimiento fue el Civilization II, posiblemente el juego al que he dedicado más horas en mi vida.

No sé exactamente en qué momento ocurrió, pero sé que hubo un año en el que pasé bastantes ratos jugando online a este maravilloso juego con varios compañeros de la escuela, entre los que ciertamente se encontraba
4. La jugabilidad online, en aquellos tiempos, dejaba mucho que desear; aun así, eso no quita que disfrutáramos del insuperable proceso de montar una civilización.El juego en cuestión, como todos los de la serie, parten con un colono con el que se establece una primera ciudad y, a partir de ella, se comienza a explorar el mundo desconocido, que aparece representado como un conjunto de nubes negras5. De algún modo, la idea del juego es recrear una historia que podría haber sido, con distintos avances, estableciendo redes de comercio, formando alianzas con otras civilizaciones, o declarando la guerra cuando los intereses se enfrentan.
Sabiendo lo que me fascinan los mapas y la historia, seguramente no sorprenda a nadie que este sea uno de mis juegos bandera6. Pero la relación que tiene este juego con la historia de la cartografía va mucho más allá de lo aparente. Esa idea de una gran nube negra para representar el territorio desconocido apareció por primera vez en un atlas que me tiene fascinado desde que lo descubrí: el atlas histórico de Edward Quin.

Los mapas históricos son un concepto relativamente reciente. Abraham Ortelius fue el primer en recopilar mapas sobre tiempos pasados, aunque únicamente centrándose en épocas que tenían cierto interés para él, como fueron los mapas de la Antigua Grecia o el Imperio Romano. A comienzos del siglo XVIII, Henri Abraham Chatelain publicó su Atlas Historique, un trabajo de siete volúmenes que incluye más de 100 mapas recorriendo toda la historia de la humanidad. La obra, a pesar de su gran relevancia, tiene una cartografía pobre, ya que no deja de ser una mera copia simplificada de toda la cartografía francesa de la época.
El Atlas Histórico de Quin, por su parte, dota de gran importancia al trabajo cartográfico. Incluye 21 mapas a todo color, en los que dota de gran importancia a la idea de mundo conocido. Para ello, incorpora en todos los mapas una serie de nubes negras para referirse a todo el mundo que aún no había sido descubierto. Es importante entender esta obra dentro de su contexto histórico y cultural. Para un europeo del siglo XIX, el mundo había comenzado con la creación descrita en el Génesis, y los protagonistas de esa historia eran los referentes históricos europeos, como son la figura de Alejandro Magno, el Imperio Romano o el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón.
Con todo eso en cuenta, aquí os dejo los 21 mapas de este maravilloso atlas. Tanto el mapa al completo, como un detalle del mundo conocido que representa en cada uno de ellos, o al menos en los mapas en los que el mundo conocido es minúsculo.
Tras los mapas, os dejo un breve epílogo también.
El diluvio (2348 a. C.)

El éxodo de los israelitas (1491 a. C.)

La fundación de Roma (753 a. C.)

El Imperio de Ciro (529 a. C.)

El Imperio de Alejandro Magno (323 a. C.)

La partición del Imperio de Alejandro Mango (301 a. C.)

El final de la Tercera Guerra Púnica (146 a. C.)

El Imperio Romano durante la era Augusta (1 d. C.)

A la muerte de Constantino (337 d. C.)

La división del Imperio Romano (395 d. C.)

La disolución del Imperio de Occidente (476 d. C.)

El Imperio de Carlomagno (814 d. C.)

La disolución del Imperio de Carlomagno (912 d. C.)

La Primera Cruzada (1100 d. C.)

El Imperio de Kublai Kan (1294 d. C.)

El descubrimiento de América (1498 d. C.)

La muerte de Carlos V (1551 d. C.)

La Restauración de los Estuardo (1660 d. C.)

La Independencia de los Estados Unidos (1783 d. C.)

El Imperio de Napoleón Bonaparte (1811 d. C.)

El final de la Paz General (1828 d. C.)

Epílogo
Algo que me fascina de este tipo de atlas es cómo ayudan a entender que la historia no es algo que está escrito y ya está. Tal y como comentaba por aquí hace unos meses, la historia es mucho más dinámica. Continuamente aparecen nuevas fuentes y, además, aprendemos a interpretar mejor aquellas de las que ya disponíamos.
Todo ese avance en el conocimiento nos ha permitido entender que la historia no se ciñe únicamente a la perspectiva eurocéntrica, sino que América, África, Asia y Oceanía también tienen una extensa historia a sus espaldas. También sabemos que el Génesis no se puede tratar como un documento histórico, por lo que los dos primeros mapas de Quin no tendrían cabida en ningún atlas histórico moderno.
Hemos aprendido a valorar justamente la importancia del mundo musulmán en la historia de Europa, África y Asia durante la Edad Media, y también hemos entendido que los mongoles fueron mucho más que hordas que arrasaron Asia y África. Comprendemos las diferencias culturales entre las distintas partes de Asia, y sabemos que hubo muchas entidades de peso más allá de la idea de una China y una India que expone Quin en su atlas.
Pero, a pesar de todo esto que hemos aprendido, el Atlas Histórico de Quin no es incorrecto. Simplemente, representa la comprensión de la historia que tenía un inglés en 1830, con todas sus limitaciones y sesgos, lo que es un valiosísimo documento histórico en sí mismo.
PS: Las imágenes que os he traído aquí no hacen justicia al trabajo de Quin. Si tenéis tiempo, os recomiendo que pulséis en la fuente de cada mapa, que os redirige al mapa en la web de David Rumsey, donde podéis navegar de forma interactiva por los mapas y descubrir todos los pequeños detalles de cada uno de ellos.
Mi hermana mayor había empezado a trabajar en una empresa de telecomunicaciones, y pensó que era oportuno que los pequeños de la casa nos acostumbráramos a esa novedad tecnológica. En perspectiva, con muy buen criterio.
Si la memoria no me falla, la gran mayoría de ellas ligadas a discusiones sobre música.
A los más jóvenes quizá les resulte algo alienígena, pero antes de Internet, únicamente podías aspirar a escuchar la música que, de alguna forma, llegaba a España. En muchos casos, había grupos a los que tan solo había conseguido escuchar porque algún amigo había pasado unas semanas veraniegas en Inglaterra, Francia o Irlanda.
No sé si lo he comentado alguna vez (o quizá lo ha comentado él), pero sí, fuimos compañeros en la escuela, que es como nos referíamos a la Escuela de Ingenieros de Telecomunicación de la Politécnica de Madrid.
En las entregas posteriores de la saga, las nubes se hacen mucho más evidentes. Aquí un ejemplo del Civilization V.
Aunque el juego que me parece una auténtica maravilla, muy por encima de este, aunque mucho más complejo, es el Europa Universalis IV. Lo mismo algún día os hablo sobre él.