Buen martes a todos,
Con la perspectiva humana, a veces es complicado interiorizar lo cambiante que es la tierra que pisamos. Sí, vemos como el mundo que la humanidad ha construido, con sus ciudades, sus campos de cultivos y sus carreteras, está en continua evolución. Quién no ha buscado fotos de la casa en la que se crio y las ha comparado en Google Maps con su apariencia actual. Yo voy más allá, soy de esas personas que ha buscado todas las fotografías y grabados antiguos disponibles para entender cómo era mi ciudad, Segovia, y cómo esta ha cambiado con los años.
Pero si tenemos en cuenta tiempos geológicos, todo el periodo histórico y el impacto del ser humano es insignificante. Los cambios de temperatura del pasado, trajeron largas temporadas de hielo, con casquetes polares que avanzaban hasta latitudes bajas y hacían retroceder las aguas del mar. Los movimientos de las placas tectónicas han creado y destruido más continentes de los que somos capaces de nombrar. Incluso hubo un tiempo muy lejano, cuando el sistema solar apenas tenía 100 millones de años, en el que la Tierra aún era mucho más pequeña porque aún no había chocado con Theia, la madre de la Luna1.
La entrada de hoy se la quiero dedicar únicamente a los lagos. A un puñado de los miles y miles de lagos prehistóricos que ya no existen como tal, aunque muchos de ellos han dejado vestigios que permiten a los geólogos investigar, casi como yo, con las fotografías antiguas de Segovia.
Paratetis, el más grande
En algún momento, hace unos 34 millones de años, el océano de Tetis que separaba Laurasia y Gondwana2 comenzó a cerrarse. En la parte norte del océano, que en aquel momento ya lindaba únicamente con Eurasia, se produjo la orogenia Alpina, una sucesión de cadenas montañosas al sur del continente. Esto, unido a un aumento de la temperatura global y un receso de los mares, dio lugar a la formación del lago de Paratetis.
En el mapa de la parte superior se puede ver con claridad cómo la larga cadena montañosa que une los Alpes, los Balcanes, los montes Tauro, los Zagros y los montes Elbruz hacen de frontera sur a una gran masa de agua que se llegó a extender desde Europa Central hasta Asia Central. En el momento de máxima extensión llegó a alcanzar 2,8 millones de kilómetros cuadrados, lo que supone una superficie mayor que la actual del Mediterráneo.
Este gran lago salino, unía la cuenca del Danubio, el mar Negro, el mar Caspio y el mar de Aral. Así fue durante unos 25 millones de años, cuando este gran lago comenzó a secarse y perdió un 70 % de su superficie total. Precisamente los lagos de agua salada que persistieron en la zona son un vestigio evidente de lo que algún momento fue, siendo los grandes exponentes el maltrecho mar de Aral y el mar Caspio, que aún se alza como el lago más extenso del planeta en la actualidad.
Agassiz, un hijo de la última edad de hielo
La última edad de hielo, también conocida como glaciación Würm en Europa o glaciación Wisconsin en Norteamérica, comenzó hace 110 000 años y se alargó hasta hace 12 000 años. Durante ese periodo las temperaturas globales descendieron y se formaron grandes capas de hielo en los polos. La capa de hielo Laurentino fue la que ocupó más de la mitad del continente norteamericano, con una extensión de más de 13 millones de kilómetros cuadrados. Hace unos 20 000 años, las temperaturas globales se volvieron a elevar y, como consecuencia, se formó uno de los lagos más importantes de este periodo, el lago Agassiz.
Este lago, teorizado por primera vez en 1832 por William Keating, llegó a alcanzar una extensión de 440.000 kilómetros cuadrados, lo que supera ligeramente la extensión actual del mar Caspio. A diferencia del lago de Paratetis, dada su formación como lago glacial, estaba compuesto de agua dulce. Y hablamos de mucha agua dulce, más de 163.000 kilómetros cúbicos. Tanto que cuando se drenó, hace unos 10 000 años, se cree que contribuyó a un aumento del nivel del mar entre 1 y 3 metros.
El drenaje no fue lineal, ya que los cambios de la temperatura global fomentaban periodos de deshielo seguidos de cortos periodos durante los que las acumulaciones de hielo volvían a aumentar. Esto fue clave para todas las consecuencias que tuvo la desaparición del lago de Agassiz, como los cambios climáticos en Norteamérica, la formación de los Grandes Lagos y el hecho de que aún persistan las cataratas del Niágara como último vestigio de lo que fue aquel lago3.
El lago de Siberia Occidental, otro hijo de la última edad de hielo
Si una gran masa de hielo cubrió el norte de Norteamérica, sería lógico pensar que lo propio ocurrió en Eurasia, pero entonces la intuición nos estaría jugando una mala pasada4. Si bien sí que se formaron grandes capas de hielo sobre el norte de Europa y en el océano Ártico, el norte de Asia se mantuvo como un gran desierto frío. La falta de precipitaciones y los vientos constantes impidieron que se formase hielo en toda esta región. Precisamente gracias a esas condiciones, cuando el deshielo comenzó hace 20 000 años, también fue el lugar perfecto para acumular toda esa agua y formar múltiples lagos glaciares, siendo el más grande de todos, el lago de Siberia Occidental.
Este lago ocupó parte de la gran llanura de Siberia Occidental. Al igual que el lago Agassiz, también fue un lago de agua dulce, pero en este caso se cree que su tamaño máximo pudo ser incluso superior, alcanzando los 750.000 kilómetros cuadrados, dos veces la extensión del mar Caspio5. En este caso, no solo contribuyó el deshielo, sino también los muchos de los grandes ríos de Asia que se habían quedado sin salida al mar, como es el caso del río Obi, con una cuenca de 3 millones de kilómetros cuadrados, y el río Yeniséi, con una cuenca de 2,5 millones de kilómetros cuadrados6.
En la actualidad existen varias teorías sobre cómo se drenó este gran lago. La más aceptada es que prácticamente toda el agua terminó en el océano Ártico a través de los ríos Obí y Yeniséi. Otras presuponen que parte del agua llegó a desbordarse en algún momento hasta el mar Mediterráneo, utilizando el antiguo circuito del mar de Paratetis tal y como muestra el mapa anterior: río Turgay, mar de Aral, río Uzboy, mar Caspio, río Mánych y mar Negro.
El lago Megachad
Si toda Siberia fue un gran desierto durante la última Edad de Hielo, no sucedió lo mismo con el gran desierto del Sahara. Precisamente, a finales de este periodo, hace unos 15 000 años, comenzó lo que se conoce como el periodo húmedo de África. Donde ahora está el Sahara aparecieron multitud de lagos, grandes praderas y muchas zonas arboladas. Incluso el campo glaciar del Kilimanjaro aumentó su área de forma notable. Y un lago destacaba por encima de todos los demás, el lago mega Chad.
Este posiblemente sea el más reciente de todos los lagos prehistóricos que os he traído hoy, hasta el punto de que podemos considerarlo un lago histórico. Se cree que su máxima extensión la alcanzó hace unos 7 000 años y, si bien las estimaciones varían, hay seguridad de que estuvo por encima de los 400.000 kilómetros cuadrados, más que el mar Caspio. Los más aventurados hablan de que pudo llegar a llenar toda la cuenca endorreica donde está ubicado, lo cual habría supuesto más de 1 millón de kilómetros cuadrados, casi tres mares Caspio.
Tras el fin de la glaciación y el extraordinario periodo húmedo de África, el Sáhara volvió a ganar la batalla poco a poco, hace unos 6 000 años. Los muchos registros arqueológicos de esta región muestran que el agua tuvo importancia durante muchos años más, aunque es difícil saber con qué velocidad se secó exactamente. Lo que sí que sabemos es que en el siglo XIX los exploradores quedaron sorprendidos con un lago que superaba los 25.000 kilómetros cuadrados, el triple de extensión que tiene el lago Titicaca en la actualidad.
Con los aumentos de población en sus países circundantes, Camerún, Chad, Níger y Nigeria, la presión hídrica continuó en aumento, con un impacto imparable sobre el lago. En la actualidad únicamente preserva 1.500 kilómetros cuadrados de extensión y los países de la cuenca han formado una comisión que está buscando forma de garantizar el futuro del lago. La principal propuesta pasa por crear un canal desde la cuenca del río Congo que nutra del agua necesaria al lago, aunque aún queda un largo camino para que se pueda concretar el proyecto.
El pasado 16 de abril se publicó mi primer libro, sobre la historia de la propaganda. Echad un vistazo si queréis más detalles… ¡Y corred la voz!
Y bueno, muchas gracias por la acogida. Se agradece.
La hipótesis de Theia es la más aceptada sobre el origen de la Luna. Según la mitología griega, Theia era la madre de Selene, diosa de la Luna. Un puñado de nombres bien elegidos.
Laurasia y Gondwana fueron los dos continentes que aparecieron tras la primera división de Pangea, hace unos 175 millones de años.
De todo esto hablé en detalle hace unos meses en otra edición de la newsletter: Las cataratas del Niágara, un vestigio de la última edad de hielo.
Aquí os dejo un artículo al respecto, por si tenéis ganas de adentrar en ello más.
Hoy estoy con el mar Caspio como unidad de medida oficial :).
La cuenca del río Obi es la cuarta mayor del mundo, solo superada por el Nilo, el Congo y el Amazonas. La cuenca del río Yeniséi es la séptima del mundo, superada además por el Mississippi y el río de la Plata.