Buen martes a todos,
En la competición de países más grandes del mundo, claramente hay dos ligas. Por un lado, tenemos cinco países, con un tamaño relativamente semejante: Australia, Canadá, Brasil, Estados Unidos y China. Si os pregunto que me ordenéis estos cinco países por superficie terrestre, posiblemente solo los más frikis lo consigan hacer correctamente1. Y no es raro que cueste, todos ellos tienen entre 7,6 y 9,3 millones de kilómetros cuadrados de superficie, más de dos veces el tamaño del séptimo país de esta clasificación, India2.
En la otra liga hay un único país: Rusia. Desde Kaliningrado hasta el estrecho de Bering y desde Nueva Zembla hasta el Cáucaso, Rusia abarca más latitud y longitud que ningún otro país del mundo3. En total, cubre 16,3 millones de kilómetros cuadrados, un 11 % de toda las tierras emergidas del planeta. Es 6 veces la extensión de Argentina, 8,5 veces la de México, 16 veces la de Colombia y 32,5 veces la de España.
Toda esta recopilación de datos curiosos y, seguramente, irrelevantes para muchos de vosotros, tenía el único objetivo de hacer énfasis en una idea: Rusia es la inmensidad. Sí, con la proyección de Mercator parece aún más grande, pero incluso cuando comparamos su tamaño a latitudes semejantes podemos ver que su extensión sería igual que un país que llega desde Brasil hasta Egipto y hasta Zimbabue.
En la newsletter de hoy os quiero contar la historia simplificada de cómo Rusia llegó desde Europa hasta el Pacífico.
El Principado de Moscú
Cuando los mongoles invadieron las tierras del Rus de Kiev, el tamaño de Moscú era insignificante. Tanto que en 1204, tras la ruptura del Rus de Kiev, no consiguió más que una pequeña ciudad dentro del Principado de Vladímir-Súzdal. Durante el primer tercio del siglo XIII las tierras fueron atacadas una y otra vez, pero Moscú contó con la ventaja de estar situada en una zona boscosa de difícil acceso, lo que le permitió más prosperidad que a Vladímir, la capital. En 1238, la presión mongola terminó por extinguir por completo al Principado de Vladímir-Súzdal en once principados de menor tamaño.
Uno de estos principados fue el de Moscú, que poco a poco fue ganando poder en el territorio hasta establecerse como uno de los tres más importantes, junto al de Nizhni Nóvgorod y al del Tver. Fue cuestión de tiempo que poco a poco Moscú extendiera su territorio hasta convertirse en una de las principales potencias de la región a mitad del siglo XV.
Sin duda, la sucesión de ambiciosos príncipes fue clave para el crecimiento del Principado de Moscú, pero no se puede obviar su gran posición geográfica. Ya hemos comentado que los bosques sirvieron de defensa frente a los ataques de las hordas mongolas, pero también fueron importantes los múltiples ríos que permitían navegar por las llanuras y recorrer amplias distancias en un tiempo limitado. La red comercial abarcaba desde el mar Báltico hasta el mar Caspio, lo que aportó prosperidad a todos los territorios que fueron conquistados.
Iván III, el Grande, llegó al poder en 1462. Todos los príncipes anteriores, aunque no tuvieran el poder real en todo el antiguo Rus de Kiev, se autodenominaban herederos legítimos. Iván III no se conformó con esto y obligó a los príncipes menores a reconocerle como gobernante de todo el territorio. Más tarde, consiguió anexionar el Principado de Rostov (1474), la República de Nóvgorod (1478) y el Principado de Tver (1485). Su hijo, Basilio III, completó la tarea y el Principado de Moscú alcanzó casi la totalidad de lo que en su momento llegó a ser el Rus de Kiev.
Iván IV, el Terrible, llegó al poder en 1533 con solo tres años. Durante los primeros años el principado fue gobernado por su madre, manteniendo la estabilidad y luchando de forma interna por mantener el poder de su hijo. Al llegar a la mayoría de edad, en 1547, no solo tomó el poder que le correspondía legítimamente, sino que se coronó como zar de toda Rusia, de tal modo que se puso fin al Principado de Moscú y comienzo al Zarato de Rusia. Sin dejar mucho margen, continuó con la política expansionista de su abuelo, Iván III, tomando el control sobre las múltiples hordas que hasta aquel momento habitaban al oeste de Rusia, lo que le permitió cubrir todo el recorrido del río Volga y llegar hasta el mar Caspio.
Buscando una ruta para atravesar Siberia
Tras la muerte de Iván IV, Rusia entró poco a poco en la que sería su primera gran crisis. Teodoro I, su hijo, tuvo muchos problemas para gobernar y mantener ese estado cuya extensión solo era equiparable a la del Imperio Otomano. La Época de Inestabilidad comenzó cuando Teodoro I murió sin herederos, en 1598, y terminó con la llegada de la dinastía Romanov al poder, en 1613.
Durante un cuarto de siglo el Zarato Ruso se había centrado en arreglar sus cuestiones internas y en defenderse de los ataques de la República de las Dos Naciones4. Eso cambió en 1613 con Miguel I, quien retoma la expansión de Rusia. En una época en la que gran parte de Europa estaba colonizando América, Miguel I optó por tomar el camino contrario y buscar el extremo oriental de Asia.
A diferencia de la expansión rusa hasta finales del siglo XVI, que estuvo centrada en conquistas de los territorios cercanos, el siglo XVII comenzó con la exploración de la vasta Siberia. Más de 4.500 kilómetros separaban a Perm y Ufa, las dos grandes ciudades del este, de la costa del océano Pacífico. Entre medias, la gran llanura de Siberia Occidental, la meseta central siberiana y las múltiples cadenas montañosas cercanas a la costa. Todo ello con un clima inhóspito y con muy pocos asentamientos previos.
Varios exploradores se adentraron a lo largo de los años en las extensas tierras de taiga y estepa y establecieron los primeros puestos comerciales. Esto facilitó el aprovisionamiento de recursos para avanzar mucho más rápido. Una vez más, los ríos fueron clave en este avance. Siberia está surcada por tres grandes ríos, el Obi, el Yeniséi y el Lena. Entre ellos y sus afluentes se cubre gran parte de todo el territorio, lo que permite limitar los trayectos a pie por estas desapacibles tierras.
Los puestos comerciales que se crearon en puntos clave pronto se transformaron en importantes pueblos y ciudades de peso. Narym, en la parte oriental del río Obi, se fundó en 1596. Yeniseisk, ya en el río Yeniséi, se estableció en 1619. Ust-Kut, en la parte alta del río Lena, se creó en 1631 y, un año más tarde, Yakutsk se fundó en la parte media del río Lena. Así, sin conquistar todo el territorio, Rusia pronto se situó en las proximidades del océano Pacífico.
La expedición de Iván Moskvitin
En 1636 surge una figura tan icónica en la historia de Rusia como Cristóbal Colón5 en la historia de Europa Occidental: Iván Moskvitin. Bajo las órdenes del cosaco Dmitri Kopylov, en 1636, Moskvitin llegó a Yakutsk junto a otros 53 hombres. El objetivo que tenía su misión era encontrar el camino al mar, para lo que remontaron el río Aldan, un afluente del Lena, y establecieron un fuerte en la parte alta, a 250 kilómetros de Yakutsk y 100 kilómetros de Ust-Maya.
En este nuevo fuerte, al que llamaron Butalsky, estuvieron una temporada para hablar con la población local y pensar cuál debía ser el siguiente paso. Según cuenta la historia, un chamán les habló del río Shirkol, el cual tenía algunos asentamientos en los que se cultivaba grano, se criaba ganado y que, además, tenía yacimientos de plata. Kopylov, cegado por la posible riqueza, envió a Moskvitin junto a 40 cosacos para que encontrase esa plata.
De esta forma, Iván Moskvitin descendió el río Aldan hasta llegar a Ust-Maya, donde comenzó a remontar el río Maya hacia el este. Una vez llegaron a su nacimiento y, tras realizar varios trayectos a pie por la imposibilidad de navegar el río, atravesaron los montes Dzhugdzhur y se toparon con el río Ulya. Desde ahí descendieron y llegaron a su desembocadura en agosto de 1639, convirtiéndose en los primeros rusos en alcanzar el océano Pacífico6.
En los años siguientes, múltiples expediciones se encargaron de explorar la costa recién descubierta. Entre 1642 y 1644 los cosacos llegaron hasta el río Amur y el primer gran asentamiento fue establecido por el mismo Iván Moskvitin en 1647, 65 kilómetros al norte de la desembocadura del río Ulya, la ciudad de Ojotsk. El extremo del estrecho de Bering se alcanzó tan solo un año más tarde, en 1648, cuando el explorador Semyon Dezhnev se convirtió en el primer europeo en navegar sus aguas7.
El hecho de que los exploradores llegaran hasta el extremo oriental de Asia supuso un importante paso para Rusia, pero esto solo fue el comienzo de un largo periodo de colonización. Una cosa es haber navegado todos los ríos de Siberia, otra muy distinta es conseguir establecer un poder firme y duradero en el que el país pudiera beneficiarse de este vasto territorio.
Si os ha gustado esta historia, en una newsletter futura puedo tratar la colonización de Siberia.
El pasado 16 de abril se publicó mi primer libro, sobre la historia de la propaganda. Echad un vistazo si queréis más detalles… ¡Y corred la voz!
Y bueno, muchas gracias por la acogida. Se agradece.
Aquí os dejo el orden, para los que tengan curiosidad: China, Estados Unidos, Canadá, Brasil y Australia. Y sí, la pregunta tiene truco, ya que la mayoría de las veces se cuenta la superficie oceánica que ocupan, en cuyo caso gana Canadá. ¿Habríais acertado?
India tiene 2,9 millones de kilómetros cuadrados. Seguida de cerca por Argentina y Kazajistán.
Si no se consideran las islas del Ártico, Brasil abarca más latitud que Rusia. En esto gana por los pelos.
Así es como se conocía a la Mancomunidad de Polonia-Lituania, la gran monarquía federal del centro de Europa en la época.
Sobre Cristóbal Colón y su problema con la longitud escribí hace meses aquí. El explorador ruso no tuvo el mismo problema, ya que no dependía de una brújula, sino de los ríos y del conocimiento de la gente local.
Específicamente, llegaron al mar de Ojotsk.
El nombre del estrecho lo dio Vitus Bering, quien lo redescubrió 80 años más tarde y, durante muchos años, se llevó todo el crédito.
cuando era niño ligué una colección de cuentos clásicos, había varios de Julio Verne, entre ellos Miguel Strogoff, el correo secreto del Zar. Paralelamente tenía, no me acuerdo a cuento de que, un libro que traía varios mapas del mundo (me sale planisferio, pero estoy seguro que se llaman de otra forma).
Pues bien, este artículo me recordó a esa lectura infantil, con mapa al lado, tratando de encontrar los lugares por los que iba viajando Strogoff y la fascinación que me produjo Rusia en esa época, que mas o menos coincide con el fin de la guerra fría y también llegaban noticias casi a diario y no entendía porque eran 'los malos', si en realidad los malos eran los tártaros! (pocos años después, ya adolescente, de tener que estudiar historia en el colegio, o querer leer historia porque sí, me di cuenta que en realidad no existe tal cosa como 'los malos' o 'los buenos', sino que además de los grises, hay un como montón de de otros colores)
Miguel, como siempre interesantísimo. Con ánimo de aportarte el punto de vista de la vida silvestre en este asunto, permíteme compartir contigo la crónica de mi Blog: "Pieles para el Zar. La marta cibelina y la conquista de Siberia", en la que explico cómo fue el comercio peletero el motor económico que estimuló la conquista de Siberia que tan bien has narrado: https://cronicasdefauna.blogspot.com/2023/10/pieles-para-el-zar-la-marta-cibelina-y.html