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Buen miércoles a todos,
Leonardo da Vinci es una de las figuras más icónicas del Renacimiento Italiano. De su mano salió una de las obras más reconocibles de la historia del arte, La Gioconda, el retrato de Lisa Gherardini sobre el que se han escrito miles de páginas, no todas ellas con el mismo fundamento1. Es curioso que, a pesar de que únicamente se han conservado 17 pinturas suyas2, esta suele ser la faceta más conocida de Leonardo. O quizá no sea tan curioso si nos paramos a observar con detenimiento otras obras como La última cena.

Personalmente, me fascinan mucho más sus facetas como científico e inventor. Fue una de las primeras personas de la historia que se aproximó al estudio de la ciencia desde una perspectiva observacional y experimental. Esto le permitió observar con detalle el mundo que le rodeaba y, valiéndose de su gran capacidad artística, dejar todo ello plasmado en un gran número de manuscritos ilustrados.
Sus estudios anatómicos fueron meticulosos, los que le ayudaron a dibujar con todo detalle huesos, músculos, órganos o incluso el sistema circulatorio. Entre sus invenciones y desarrollos tecnológicos, conceptualizó muchas ideas pioneras, como fueron las distintas máquinas voladoras, armas de guerra, sistemas hidráulicos o sistemas meteorológicos de medición. También desarrolló conocimiento teórico en el campo de la óptica, la geología o la botánica.

De todo ello habréis leído en repetidas ocasiones. Pero con un currículum tan amplio, quizá no deba sorprender que haya aspectos de su vida de los que no se hable comúnmente. Así que, como no podía ser de otro modo, hoy quiero explorar con vosotros sus excepcionales aptitudes como creador de mapas.
Leonardo da Vinci, el cartógrafo
Es difícil encontrar el momento en el que Leonardo descubrió su interés por la geografía y la representación del territorio en mapas3. Quizá, tampoco existiera un punto de inflexión como tal, sino que fue un interés creciente como muchos otros en la vida de una persona tan curiosa y productiva. Lo que sí que parece que jugó un papel importante fue el hecho de haber nacido en la Toscana, en Vinci4, y que su familia se mudase a Florencia en su infancia, durante la década de 1460. Justo allí, en aquel momento, vivía Paolo dal Pozzo Toscanelli, un pensador que dedicó mucho tiempo a la comprensión de la perspectiva, lo cual pudo influir a Leonardo en sus trabajos sobre perspectiva. Sí, el mismo Toscanelli que dibujó el mapa que motivó, en parte, el viaje de Cristóbal Colón.
Uno de los primeros paisajes que se conocen de Leonardo, el del valle del río Arno, en la Toscana, ya combina de forma maravillosa su comprensión de la perspectiva, su interés por entender la geografía de su entorno y su interés por representarlo en papel.

Si continuamos buscando entre sus primeros dibujos tratando el tema de la perspectiva, compilados en el Códice Atlántico, nos encontramos con este de 1480. Leonardo da Vinci podría haber elegido un objeto más artístico, como una estatua, o un edificio de gran tamaño, como una catedral, con los que la idea de la perspectiva habría sido mucho más intuitiva. En su lugar, optó por una esfera armilar, un objeto muy ligado a la geografía desde la antigüedad, generalmente para representar el cosmos desde la perspectiva terrestre, aunque también podía utilizarse para mostrar la superficie terrestre, como si de un globo terráqueo se tratara.

Es fundamental tener en cuenta que, en la segunda mitad del siglo XV, los mapas eran principalmente portulanos utilizados por los marinos para entender las rutas que tenían que navegar para viajar entre dos puntos, o croquis de lugares habitados para poder dividir las tierras que pertenecían a cada ciudadano. Sí que existía algún mapamundi, pero en su mayoría se ceñían a mapas conceptuales, como los de T en O, o a réplicas del mundo, tal y como lo describió Ptolomeo.
Leonardo nunca escribió un tratado de geografía, como sí lo hizo Ptolomeo, pero su comprensión sobre el territorio y lo importante de encontrar formas eficaces de representarlo estuvo muy por delante de sus coetáneos. Os podría dejar su colección de mapas sin más, y os garantizo que quedaríais fascinados por su belleza, pero me voy a ceñir a tomar únicamente tres y dejar con ellos claro cómo logró tres cruciales avances, a comienzos del siglo XVI, que son básicos para entender la historia de la geografía.
El plano de Imola
Durante la Edad Media, las ciudades se representaban principalmente con perspectiva a vista de pájaro. Las ciudades se habían convertido en complejos asentamientos en los que la importancia yacía principalmente en los edificios que se elevaban sobre el suelo, y no tanto los caminos y calles que quedaban sin representarse. Sí que existían los croquis, pero estos únicamente se utilizaban cuando lo relevante era mostrar el camino a seguir, no si el fin era representar la ciudad en su conjunto.
Estas obras, esencialmente artísticas, fueron ganando en popularidad a finales del siglo XV, y se mantuvieron durante más de dos siglos como la principal forma de representar ciudades. Pero este tipo de planos urbanos tenían un problema fundamental: representaban la singularidad de los distintos edificios, a costa de generar sombras sobre calles existentes. En algunos casos, se forzaba la perspectiva para dejar clara la existencia de una calle. Un ejemplo de esto se puede ver en el fabuloso plano de Madrid dibujado por Teixeira en 1656.

Más de siglo y medio antes de que se publicara el mapa de Teixeira, Leonardo da Vinci ya había proporcionado una solución a estos problemas. En el año 1502, Leonardo se encontraba trabajando para los Borgia como su arquitecto particular. Estos le pidieron conocer todos los detalles disponibles de la ciudad de Imola, a las afueras de Bolonia, lo que llevó a Leonardo a crear un plano de la ciudad.
Como ya hemos visto, Leonardo era una persona particular, así que estaba dispuesto a desempeñar el mejor trabajo posible. Se desplazó a Imola y allí recorrió todas las calles, tomando mediciones detalladas de todos los edificios, el tamaño de sus fachadas, los trazados de las calles y los ángulos de las intersecciones. Como resultado, dibujó el primer plano de una ciudad con perspectiva cenital, con tamaño proporcionado de todos los elementos e incluso detallando los pequeños problemas de alineamiento de las fachadas.

A pesar del valor de la innovación de Leonardo en la representación de las ciudades sobre el plano, esta práctica se utilizó de forma muy residual hasta finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. En parte, a causa de que el urbanismo y la planificación no fueron en una prioridad de los dirigentes hasta finales del siglo XVIII. Hasta que la industrialización cambió radicalmente las ciudades y sus habitantes, a los alcaldes únicamente les preocupaba que la ciudad estuviera bien protegida y que hubiera suficiente abastecimiento de agua5.
El relieve en un mapa
En el mapa de Imola ya se infiere ligeramente el segundo gran avance que aporto Leonardo da Vinci a la cartografía. Si observamos detalladamente el territorio circundante de Imola, podemos observar ligeros cambios en la intensidad del color. Intuitivamente, podríamos entender que esto se trata simplemente de un problema de conservación de una obra con más de 500 años de antigüedad. Esto funcionaría, a no ser porque esos lugares con un color más intenso se corresponden precisamente con los lugares más elevados del territorio representado.
Leonardo introdujo también el uso de colores de distinta intensidad para representar la elevación del terreno sin necesidad de recurrir a representaciones en perspectiva de pájaro. Este mapa que describe el trayecto del río Arno en Italia central es posiblemente el que mejor muestra este concepto.

Con tan solo saber que los colores más oscuros son los que representan los puntos más elevados, podemos ver con facilidad donde se sitúan las cadenas montañosas, pero también los valles por los que surcan los distintos ríos, así como lo escarpadas que son las faldas de las distintas montañas6.
El uso de colores no solo se limitó a mapas cenitales, sino que Leonardo también los utilizó en mapas a vista de pájaro con los que representó distintas regiones de la Toscana para los Borgia. La combinación del código de colores junto al uso de sombras en la perspectiva hace que estos mapas sean especialmente potentes para representar el relieve. Posiblemente, de forma más eficaz que ningún otro cartógrafo hasta aquel momento. Y me atrevería a decir que ninguno le superó en este aspecto en los dos siglos posteriores.


El mapamundi de Leonardo da Vinci
Como cualquier persona con interés en la geografía que vivió durante la Era de los Descubrimientos, Leonardo también tuvo interés por la forma del mundo. A pesar de ello, no se le suele reconocer como el autor de ningún mapamundi relevante, en parte, porque no fue autor de ningún mapamundi que marcase un antes y un después, como sí que lo hicieron otros mapamundis del siglo XVI.
Eso no quita que, entre sus papeles, se encontrase esta fabulosa representación del mundo dividido en ocho triángulos circulares de igual tamaño.

Este mapa pasó totalmente desapercibido hasta que lo documentó por primera vez Richard Henry Major. Major fue un geógrafo y conservador de mapas que trabajó durante 36 años como comisario de la colección de mapas del Museo Británico, desde 1844 hasta 1880. En 1865, publicó un artículo sobre este mapa en el que afirmaba que su autor era Leonardo da Vinci y, además, se trataba del primer mapa en tener una referencia a América7.
Esta afirmación ha sido fruto de mucha discusión entre estudiosos de la cartografía y de la vida de Leonardo. No ha habido consenso nunca, pero las pruebas que se han ido aportando a lo largo de los años decantan la balanza de parte de la autoría de Leonardo8. Entre otras cosas, tal y como afirma Christopher Tyler9, porque hay referencias a esta proyección y a este mapa en otras láminas compiladas en el Códice Atlántico, de cuya autoría no duda ningún académico.

La datación concreta del mapa se suele situar en torno a 1514, ya que tiene una referencia directa a Florida, la cual fue descubierta por Ponce de León en 1513, pero esta aparece representada como una isla, Terra Florida, una confusión que duró un tiempo muy limitado.
Curiosamente, el mapa también acierta al representar el polo norte con una gran masa de agua, y el polo sur con una gran masa de tierra, correspondiéndose con el océano Ártico y con la Antártida. A pesar de acertar en estos dos aspectos, ambas estimaciones fueron totalmente fortuitas, ya que a comienzos del siglo XVI estábamos muy lejos de conocer realmente los polos10.
Lo que sí que parece fiable es toda la información que incorpora en su mapa sobre Asia, donde muestra de forma bastante detallada y correcta la India, Indochina, Japón e incluso el extremo oriental de Rusia, todo ello con unas proporciones aceptables. Esto indica que posiblemente tuvo acceso a información sobre las exploraciones de los distintos marineros, ya fuera de forma directa o indirecta.
Esta obra también se conoce como la Mona Lisa, del italiano Monna Lisa, que precisamente significa Señora Lisa, en referencia a la modelo del cuadro.
El número puede variar en función de distintas consideraciones. Pero este número engloba las pinturas cuya autoría está aceptada por gran parte de los expertos y en las que únicamente estuvo involucrado Leonardo como autor.
Aquí voy a resumir mucho algunos hechos que explican las posibles influencias que pudo tener Leonardo da Vinci en el campo de la cartografía, pero este artículo de Christopher Tyler va mucho más a fondo. Lo he añadido a los libros de la carpeta compartida de suscriptores de pago, para que lo tengáis a mano.
Sí, el apellido de Leonardo, en realidad, hace referencia al lugar que le vio nacer, Vinci, un pueblo a unos 35 kilómetros de Florencia.
Muy simplificado, pero nada alejado de la realidad.
Sobre los mapas físicos y el uso de distintos colores hablé en este otro artículo hace un par de meses.
En la actualidad, sabemos que el Planisferio de Waldseemüller, publicado siete años antes, ya incluía una referencia a América.
El mayor contrapunto a la autoría suele ceñirse únicamente a los trazados concretos de este mapa, que no son comunes en otros mapas de Leonardo, aunque sí que se pueden encontrar en otras láminas.
De nuevo me refiero a este artículo. Como ya he comentado en otra nota, lo he añadido a los libros de la carpeta compartida de suscriptores de pago, para que lo tengáis a mano.
Sobre estos temas podéis leer estos dos artículos: sobre el polo norte y sobre el polo sur.
Fascinante todo lo que cuentas sobre Da Vinci. Es increíble.
Milán fue la ciudad donde vivió más tiempo y, además de La Última Cena y algún que otro cuadro, puedes visitar museos dedicados a sus inventos, ver alguna de sus creaciones por la ciudad o, incluso, ver páginas del Codice Atlantico que mencionas.